Fría venganza en el hospital San José, apenas siete meses después

Menuda bromita le han gastado al Rey llevándole al mismísimo Iñaki Urdangarín al lecho del dolor, del brazo, como quien dice, de la Reina. Su Majestad intenta mantenerse totalmente al margen de este escandalazo, insistiendo en que si tiene que caer su yerno, que caiga. Se ha desmarcado del asunto y no está moviendo hilos para preservarle de lo que parece inevitable. Otra cosa es su hija, la Infanta Cristina. A esta no puede pasarle nada malo, al menos judicialmente hablando.

Juan Carlos I ha hecho fú como el gato en los últimos tiempos cada vez que le han comentado algo del yerno, pero la Reina Sofía se lo ha metido en la habitación, ante una pléyade de fotógrafos que han esparcido la instantánea por todo el mundo.

Una pequeña venganza, que como todos saben, se sirve fría. El pasado mes de abril, la Reina tuvo que tragarse el sapo del esperpento elefantiásico de Botswana, que sacó a la luz pública la amistad de JC I con cierta princesa quien, por cierto, aparecía también en algún sumario de Urdangarin.

Con semejante panorama, la Reina tuvo que ir entonces forzadamente a visitar al monarca al hospital, donde estuvo apenas 10 minutos. Dicen que en aquella reunión saltaron más que reproches y lo cierto es que a la salida, el Rey pidió perdón públicamente; no se sabe si por estar zascandileando mientras la sociedad las pasaba moradas (“no duermo pensando en el paro juvenil”, había dicho poco tiempo antes) o por saltar a la primera línea informativa una relación que ponía en tela de juicio a la monarquía, es decir, a la Jefatura del Estado.

Sofía, toda una profesional pero también con su corazoncito, le ha metido un rejón al Rey donde más le puede doler y encima no se le podrá realizar ningún reproche porque ¿cómo no va a ir con la familia a ver al ‘patrón’? Para la griega, la obligación es lo primero, pero es mujer al fin y al cabo; y más sibilina que un lince. Colarle a Urdangarín en el hospital es devolverle por la escuadra el gol de hace unos meses. ¿O no?