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El Buscón

¿Quién dijo crisis? El presidente de Sacyr celebra un fiestón en su selecta finca para los amigos de sus hijos

No está nada mal sacudirse la depresión de encima de vez en cuando, que aunque se presida una compañía constructora que ha atravesado un auténtico cambalache, con descabezamiento del anterior presidente incluido, todavía hay clases. La crisis no debe evitar que se disfruten los pequeños detalles de la vida y así lo piensa Manuel Manrique, actual presidente de Sacyr y dueño de la finca El Santo, que abarca varias localidades (Aldea del Fresno, Navas del Rey, Chapinería, Fuente el Saz) y tiene un magnífico casoplón, tan regio que para su reforma ha tenido que contar con el visto bueno de Patrimonio.

Por allí ha desfilado la madrugada del sábado lo más granado de la juventud madrileña, en una gran celebración para disfrute de los dos hijos del empresario y sus amigos, pertenecientes a familias burguesas de la capital y alrededores presuntamente adineradas; y digo presuntamente porque con la que ha caído en los últimos tiempos, sería muy interesante saber quién sigue perteneciendo a día de hoy al reducido cupo de los 'ricos de verdad', como decía el anterior Botín.

Sin embargo, lo de anteanoche fue un evento de los de antes, de esos en los que hay lujo, alegría, calité y poderío. Todo ello, en un entorno de lo más idílico, como es la finca El Santo.  

El egregio inmueble perteneció anteriormente a don Juan Herrera, ex presidente de la vieja Petromed y sobrino del cardenal Herrera Oria y su mujer, una Martínez Campos. Manrique lo compró en muy mal momento: a finales de 2007, cuando todavía había euforia a pesar de que la crisis ya había estallado. Eso, seguramente, le llevó a pagar casi 60 millones de euros “por una finca que ahora no valdría ni 20”, nos comentaba un experto conocedor del entorno.

Si a eso se le suma que “en reformarla, se gastó al menos otros 15; que el propio Manrique comenzó a asustarse de lo que iba costando”, la cifra total produce vértigo. Eso sí, es espectacular, aunque hace tiempo que se comenta que está a la venta. Lo malo es que los tiempos actuales no son nada propicios para compraventas de este calado.  

La finca tiene unas 1.000 hectáreas, de las que 300 son de caza y el resto de cultivo, sobre todo de olivo y cereal. Lo de la caza, sin embargo, no ha quedado del todo lucido. A pesar de que hay terreno, no es un sitio donde llevarse a Juan Abelló para presumir, por ejemplo. Me contaban que su dueño intentó colocar la finca como uno de los cotos de referencia, donde realizar selectas y provechosas monterías, pero desistió pronto. Imposible competir con otras plazas en este terreno.

La noche del viernes ha sido lugar de celebración para que sus hijos se diviertieran con sus amistades de alto copete; que la crisis no debe anular por completo la vida en sociedad. Es bueno ahogar en copas de champán las penas que produce el recuerdo de otros tiempos mejores, como los de 2006, cuando Sacyr rozaba los 55 euros y valía más de 10.000 millones de euros. Entonces no había recesión, ni inversiones kamikazes en Repsol… ni fincas. Ayer, la constructora cerró en dos euros pelados y vale algo más de 800 millones. Que pase un camarero con otra bandeja, por favor. 

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