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El Buscón

La venta del Valencia y el sutil aroma del PP por doquier

Quien parte el bacalao realmente es Bankia, como gran acreedora de la entidad, cuya deuda fue heredada de Bancaja.

El próximo 17 de mayo se tiene que decidir qué oferta se queda con el Valencia CF, tal como anunció la comisión gestora que rige los destinos del club y que comanda Amadeo Salvo, un presidente de nuevo cuño que, según cuentan, va a hacer todo lo posible para continuar siéndolo porque le ha tomado muchísimo gusto al cargo, aunque los resultados deportivos dejan mucho que desear, en un año en el que sus rivales regionales; Villarreal y Levante, pueden acabar por delante.

Entre las candidaturas, que se sepa, están: Cerberus, el chino Wang Jianlin y su corporación Wanda y el fondo ruso Zolotaya Svezda y en muchos casos, la sombra del PP se puede vislumbrar.

Quien parte el bacalao realmente es Bankia, como gran acreedora de la entidad, cuya deuda fue heredada de Bancaja. La entidad financiera necesita vender su posición en el equipo , como mandato de las autoridades europeas impuestas por su rescate financiero. Y la firma desea a Cerberus, según insisten una y otra vez en Valencia

Cerberus es el fondo operado en España por José María Aznar jr y Juan Hoyos, el amigo de toda la vida del Aznar ex presidente del Gobierno, que parece vigilar muy de cerca los negocios de su hijo, José María Aznar Botella, quien incluso alquiló oficina en Madrid en el mismo edificio de FAES.

Cerberus se ha hecho con la inmobiliaria de Bankia, en un acuerdo que realmente es un agreement de externalización de plantilla: el fondo gestiona la venta de los inmuebles, que siguen en el balance de Bankia, quedándose por una jugosa comisión por cada operación.

El caso es que el ladrillo de Bankia lo manejan ahora Aznar jr. y Hoyos. 

A cambio, se ha quedado con toda la plantilla de Habitat. Claro que el gran misterio es saber cuánto paga Bankia a Cerberus para que se quedara a su plantilla inmobiliaria.

El mismo comprador que el vendedor

No dejaría de ser curioso que el Valencia, con el estadio de Mestalla como gran activo, pasara a manos de Cerberus quien es el responsable de la venta de los activos inmobiliarios. Evidentemente, se supone que la operación se cerraría con dinero de Cerberus, no de Bankia. Un poco de lío, desde luego, porque el comprador del estadio es el encargado de vender los inmuebles de Bankia. 

La otra no está mal tampoco: el chino Jianlin es el que presuntamente ha comprado el Edificio España al Santander, algo anunciado a los cuatro vientos por Ignacio González y Ana Botella, que están absolutamente deseosos de que se arregle ese desastre inmobiliario llamado Plaza España.

No falta quien dice que la venta del emblemático inmueble la ha promovido el Ayuntamiento y la Comunidad, mucho más que el banco, que se limita a esperar a que le ofrezcan cuanto más dinero mejor.

No podía faltar

A todas estas, se ha escuchado en los últimos tiempos que Juan Villalonga, que ya estuvo a punto de hacerse con el Valencia hace pocos años, se metía en la operación, echando una mano a Ceberus, aunque parece que esto es absolutamente falso.

Villalonga es otro gran amigo de Aznar y anda muy relacionado con el mundo de los fondos y su nombre no podía quedar fuera de esta operación. 

¿Qué decir de quien se señalaba como favorito a principios de año y que ahora parece haberse retirado? Era el fondo Texas Pacific Group (TPG), comandado en España por Fernando Magnet, ex responsable de carteras de crédito de Bankia, quien pudo comprar Servihábitat a La Caixa, donde colocó como consejero a Rodrigo Rato, ex presidente de Bankia, con quien colabora estrechamente.

Casi nadie cree que se vaya a colocar el día 17 la entidad sin más. La opción rusa dice que si gana Cerberus impugnará la operación, ya que el fondo mejoró su oferta después de haberla presentado.

Por su lado, Amadeo Salvo está intentando perpetuarse en el puesto y en Valencia nadie quiere a un fondo como nuevo dueño de la entidad.

Pero, desde luego, la ensalada de nombres es deliciosa y aleja totalmente la sombra de un proceso limpio de politización. 

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