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El Buscón

Pinchazo a pinchazo, la Policía gastará 40.000 € en ruedas para sus 99 'furgos' saboteadas

Imagen facilitada por el SUP de dos de las furgonetas saboteadas.

Un viejo anuncio de café presumía de que el consumo de cierta marca de instantáneo no sólo no suponía un gasto para el bolsillo del consumidor sino que, a la larga, se terminaba ahorrando un buen pellizco "tacita a tacita" frente a otros solubles de la competencia. Ahora, la Policía ha puesto en práctica aquel lema, aunque al revés y, lógicamente, con peores resultados para el erario. Porque 'pinchazo a pinchazo' va a tener que rascar de los extenuados presupuestos de la lucha contra la delincuencia cerca de 40.000 euros para poner ruedas nuevas a las furgonetas de sus antidisturbios que en la noche del miércoles al jueves sufrieron los efectos de un sabotaje mientras permanecían estacionadas en el aparcamiento de un centro policial de Madrid.

Un verdadero dineral en neumáticos que tiene su explicación numérica, porque la treintena de vehículos afectados de los que se habló en un primer momentó ha pasado finalmente a ser ¡¡¡99!!!, según informaron a este Buscón desde la propia Dirección General de la Policía. A todos ellos, alguien le decidió sacarles de manera excesivamente expeditiva el aire de, al menos, una de sus ruedas, aunque más de uno, de dos y de tres vieron como eran varias las que perdían presión de 'golpe'. En concreto, fueron 150 neumáticos los que sufrieron la acción de un "objeto punzante", en el argot policial, o lo que es lo mismo y en román paladino, de una navaja. Aún no consta que si de Albacete.

El incidente, sin embargo, va mucho más allá de los 40.000 euros de vellón que le costará el sabotaje a la Policía. El hecho de que un agente 'sólo o en compañía de otros' -nadie duda ya que tuvo que ser uno de la 'casa'- se dedicara a rajar rueda tras rueda 99 vehículos es una demostración del malestar que se ha instalado entre los policías por el recortazo que han sufrido los sueldos de los funcionarios. De hecho, en los últimos días se han vivido situaciones impensables haste hace sólo unos meses. Y no nos referimos sólo a la cada vez más destacada presencia de policías en las manifestaciones y concentraciones contra la política económica del gobierno a un lado y otro de las vallas, protestando e intentando mantener el orden público.

Por ejemplo, el pasado martes el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, y la plana mayor de la administración madrileña (salvo Esperanza Aguirre, que algo se debía oler) tuvieron que soportar un auténtico concierto de vuvuzelas mientras se presentaban en un centro policial de la capital los nuevos policías que llegaban destinados a la capital. Los responsables, varias decenas de agentes veteranos convocados por los sindicatos policiales, se dedicaron a boicotear sonoramente un acto que pasará más a la historia por los decibelios que por el contenido del discurso de turno.

Ayer mismo, también en otro acto de presentación de nuevos agentes, en este caso en Barcelona, se vivió una situación aún más llamativa. Los 546 policías novatos que han sido destinados a Barcelona no tuvieron mejor idea para expresar su malestar porque les hayan quitado la paga extra de Navidad antes incluso de que hubieran podido cobrar el primer sueldo, que girarse en bloque al finalizar el acto para aplaudir a los compañeros veteranos que, como los de Madrid, expresaban su malestar con el recortazo a bocinazo limpio. Por unos minutos, Cosidó y sus acompañantes se han visto en la inaudita tesitura de verles la espalda a los agentes. Protesta a protesta, los policías están dejando claro que son garantes del orden público, sí, pero que no están dispuestos a comulgar con el recortazo por muy firmes que tengan que ponerse a veces.

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