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El Buscón

Soraya chupa cámara en la liberación de los periodistas Espinosa y García Vilanova

La liberación, el pasado domingo, de Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova ha llenado de satisfacción a toda la profesión periodística y también al Gobierno, volcado de forma sigilosa desde hacía seis meses en la operación que, finalmente, se ha saldado con éxito y que podría poner en peligro al resto de los informadores secuestrados por los milicianos del ISIS (Estado Islámico de Irak y Levante) en el caso de que se dieran a conocer todos sus detalles, incluido el precio pagado por el rescate. Ambos periodistas fueron capturados el pasado septiembre cuando intentaban abandonar Siria después de cubrir durante dos semanas el conflicto que enfrenta a los partidarios y los detractores de Bachar el Asad.

Lo que, quizás, no esperaban ni Espinosa ni Ricardo Vilanova es el recibimiento oficial que el Gobierno les hizo en la base madrileña de Torrejón de Ardoz, donde se plantó ni más ni menos que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, para que quedara claro quien había llevado las riendas del caso, dejando en un lugar desplazado al responsable de los servicios secretos, el general Sanz Roldán, se supone que el mejor informado de todos los pormenores que han hecho posible el regreso de los periodistas sanos y salvos. Sáenz de Santamaría se mezcló con los familiares como una más entre ellos y departió también con el presidente de Unidad Editorial, Antonio Fernández-Galiano, chupando cámara y colocándose medallas en unas circunstancias que debieran ser poco propicias para estos lucimientos.

De lo poco que ha trascendido en boca de algunos ministros, las apariencias engañan: el Gobierno no solo no se olvidó de Espinosa y Vilanova durante los seis meses de cautiverio sino que estuvo muy encima de todas las noticias que le pasaban los servicios de inteligencia, una información compartida también por los países de donde proceden la veintena larga de periodistas de diferentes nacionalidades que siguen retenidos por el ISIS. De lo poco también que se conoce de su cautiverio se desprende que no sufrieron torturas y pudieron conservar un estado relativamente bueno. Es una regla de oro para quienes quieren seguir cultivando la industria del secuestro. Desde que se iniciaron los levantamientos contra el régimen sirio han sido asesinados 25 informadores y solo en 2013 fueron casi medio centenar los que sufrieron cautiverio, entre ellos Marie Colvin y Remi Ochlik, fallecidos durante un bombardeo en la provincia de Homs.

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