Quantcast

El Buscón

Manolo Manrique (Sacyr) y la primera montería del año en El Santo

Manuel Manrique, presidente de Sacyr

Fue Aristóteles Onassis, el millonario armador griego, quien puso de moda la práctica o táctica de presumir de dinero “como pa asar una vaca” cuando más apurado está uno, más perseguido por las deudas, más asediado por los acreedores. Se trata de hacer ver a amigos y enemigos, sobre todo a los enemigos, que uno sigue nadando en la abundancia y no tiene dificultades de ninguna clase. Esto es, más o menos, lo que no pocos notables del tout Madrid han querido ver en la gran montería que este pasado sábado Manuel Manrique Cecilia, presidente de la constructora Sacyr, ofreció a un selecto grupo de invitados en su finca de El Santo, en los alrededores de Madrid.

Y no es que Manrique esté canino, que no; lo que ocurre es que, como sucede con tanta estrella rutilante del pasado boom inmobiliario, su riqueza es más de los bancos que suya. Mayormente del Banco Sabadell. En un agitado fin de año, el constructor ha conseguido llegar a un complejo acuerdo de refinanciación de su deuda con la entidad catalana, que le ha supuesto renunciar a la propiedad del 2,37% del capital de Sacyr (sigue conservando el 1,86%) y a buena parte de sus activos inmobiliarios. A cambio, ha logrado una sustanciosa quita (se habla del 50%) de una deuda personal que ascendía a 90 millones de euros, además de refinanciar la asociada a su vivienda habitual.

Se desconoce la situación en que ha quedado El Santo, que sin duda es la parte del león de ese agujero. En efecto, en 2007 y en plena burbuja inmobiliaria, el presidente y consejero delegado del grupo Sacyr llegó a pagar la friolera de 52 millones de euros, equivalentes a más de 8.650 millones de las antiguas pesetas, a razón de más de 8 millones la hectárea, por la que sin duda es la mejor finca-palacio de Madrid y alrededores. La celebración el pasado sábado de la montería comentada parece indicar que Manrique sigue disponiendo de la finca a su libre albedrío.

El conocimiento público del arreglo de última hora con el Sabadell, unido al eco provocado por la montería de marras, ha levantado los inevitables comentarios, no pocos de ellos maliciosos, en el Madrid de la rica gente. ¿Rumboso y arruinado? En realidad, los convocados para pegar tiros no fueron los amigos del constructor, sino los de su hijo Gonzalo Manrique Sabatel, miembro del Consejo de Administración y exempleado del grupo. Los amiguetes de Gonzalo son todos chicos bien, gente glamurosa entre los 30 y los 40, hijos de familias con posibles, todos titulados superiores, todos trabajando en banca de negocios, en despachos de abogados, en consultoras de primera y así. Gente llamada a tomar un día el relevo al frente de algunos de los grandes negocios españoles.

Una herencia del general Martínez Campos

La foto de grupo, ese tradicional posado que se hace a la hora de colgar las escopetas detrás de un impresionante bodegón de enormes bichos muertos (ciervos, jabalíes y por ahí), mostraba un nutrido grupo de jóvenes razonablemente maduros y satisfechos presididos, en el centro de la instantánea, por el propio Manolo Manrique, 63, propietario de esta maravilla de más de mil hectáreas que se extiende por los municipios madrileños de Aldea del Fresno, Navas del Rey y Chapinería, y que fue la herencia que el general Martínez Campos, restaurador de la monarquía de Alfonso XII, dejó a sus herederos. La última propietaria fue su nieta, Dolores Martínez Campos, marquesa de Viesca de la Sierra, que estuvo casada con Juan Herrera Fernández (Banesto, Petromed y otras).

Manrique tuvo que pelear la compra con el inevitable Florentino Pérez, el ladrillero presidente de ACS y del Real Madrid, que había puesto sus ojos en la propiedad. En realidad el acuerdo entre Floro y los Martínez Campos llegó a estar prácticamente cerrado en 50 millones. Estamos a finales de 2006 o principios de 2007, en pleno pico del boom inmobiliario. Pero ocurrió que, antes de recalar en la notaria, el asunto llegó a oídos de otro constructor igualmente rico dispuesto a ofrecer 2 millones más. Y dicho y hecho: ¡El Santo, adjudicado al gran Manolo Manrique por 52 millones de eurazos…!

Antes de que la crisis hiciera acto de presencia, Manrique llegó a figurar en la lista de los más ricos del mundo, con una fortuna valorada en 1.600 millones de euros, gran parte de la cual estaba en forma de acciones de la constructora que él mismo ayudó a fundar en la segunda mitad de los ochenta, junto a sus socios y entonces amigos José Manuel Loureda, Luis del Rivero –ex presidente de Sacyr- y Félix Riezu, todos ellos ingenieros de Caminos procedentes de Ferrovial.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.