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El Buscón

Los hijos de la buena estirpe, segunda parte

El Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante el debate del estado de la nación

El texto que Mariano Rajoy escribió criticando la igualdad entre los hombres y defendiendo a los que él bautizaba como “hijos de la buena estirpe” se está convirtiendo en munición política para la oposición. El motivo es el contenido de lo que Rajoy defendía siendo diputado de Alianza Popular en el parlamento gallego, texto en el que argumentaba “la falsedad de la afirmación de que todos los hombres somos iguales”.

Según decía, se había establecido en el mundo “uno de los tópicos más en boga en el momento actual (…) el que predica la igualdad humana”.

En palabras del presidente del Gobierno, “el hombre es esencialmente desigual, no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación”. “La desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genético en donde se halla la raíz de todas las desigualdades humanas”, decía, y establecía a raíz de ello consecuencias políticas: “Por eso, todos los modelos desde el comunismo radical hasta el socialismo atenuado que predican la igualdad de riquezas (…) y establecen para ello normas (…) son radicalmente contrarias a la esencia misma del hombre”.

Como guinda, Rajoy escribía: “Ya en épocas remotas –existen en este sentido textos del siglo VI a.C.- se afirmaba como verdad indestructible que la estirpe determina al hombre tanto en lo físico como en lo psíquico. Y estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente, -era un hecho objetivo que los hijos de buena estirpe superaban a los demás- han sido confirmados más adelante por la ciencia”.

Ese texto fue utilizado por el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, en su debate del estado de la nación. Pero no ha sido el único golpe que ha recibido Rajoy con ello. También fue desenfundado con motivo de la reforma de la educación promovida por el ministro de educación, José Ignacio Wert. Dos golpes y ninguna respuesta… por el momento. Pero sus propias letras siguen esperando a Rajoy, que todavía no ha aclarado si hoy sigue pensando lo mismo.

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