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El Buscón

Cebrián espera al Rey... y se queda plantado

Juan Luis Cebrián, a la derecha, este jueves en ARCO.

Recinto Ferial de Madrid. Diez y media de la mañana. Los reyes avanzan a través de los pasillos de ARCO. Lo hacen en compañía del presidente argentino Mauricio Macri y su mujer, Juliana Awada Macri. El acto forma parte del capítulo cultural de la visita de Estado, con la inauguración oficial de la feria de arte contemporáneo que en esta edición tiene a Argentina como país invitado.

El presidente del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, mira la nube de flashes pasar. Lo hace levantando el mentón, estirando el pescuezo

Hay tensión –periodística, claro- en el ambiente. La Audiencia Provincial de Palma ha dictado unas relajadas condiciones de libertad provisional para el cuñado de Felipe VI, el marido de la hermana menor del monarca: Iñaki Urdargarín, acusado del Caso Noós, episodio de corrupción del que ha salido cómodamente parado. Ni qué decir de su hermana, la infanta Cristina, absuelta ante la mirada atónita de un país entero. Justamente por eso nadie quiere preguntas esta mañana. Justamente por eso el cerco de Casa Real. Periodistas los justos, el recorrido… apretadísimo.

El presidente del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, mira la nube de flashes pasar. Lo hace levantando el mentón, estirando el pescuezo. El periodista y académico de la Lengua observa como quien espera algo: acaso que los Reyes se acerquen al stand institucional de El País, que en esta ocasión ha dedicado su exposición a Rafael Canogar. Pero, ya se sabe: no está en la ruta oficial que casa Real ha entregado. El País no está previsto.

Cebrián permanece ahí, plantado. Vigila como quien no quiere. Personas a su alrededor hablan del blanco vestido de la reina y se lamentan de la crucifixión del papel couché

Pero Cebrián permanece ahí, plantado. Vigila como quien no quiere. Personas a su alrededor hablan del blanco vestido de la reina y se lamentan de la crucifixión del papel couché que sufre la consorte. “Seguro la criticarán, pobre”, dice una mujer. Cebrián, ni una cosa ni la otra. Ni sí ni no, está a otra cosa: él mira, hasta podría decirse que hace tiempo. Habla del caos argentino -¿cuál? Es difícil saberlo-. Los fotógrafos montan en cólera porque los curiosos arruinan el tiro de cámara. Hay cierto caos. Pero Cebrián permanece. Espera.

Que no fuma como en la canción de Sarita Montiel, pero Cebrián espera. Y vaya que espera.

Un movimiento de los reyes -mejor dicho la multitud que los sigue- anuncia amago una torcedura en el recorrido. Hay amago, pero nada. Y sin embargo Juan Luis Cebrián continúa, de pie, en un lugar de cierta visibilidad, la suficiente. Si hay cambio en el itinerario, él estará a la vista. Si no, pues… tocará discreta derrota para el stand de su cabecera, en otras ediciones destino de las autoridades ,y que este año destila un soporífero y discreto esquinero entre el stand institucional –dedicado a Argentina- y Arco Kids. Y así se queda el presidente de Prisa. Que no fuma como en la canción de Sarita Montiel, pero espera. Y vaya que espera.

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