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El Buscón

La segunda cacicada del verano: la esposa del fontanero Nadal, también a París

Teresa Lizaranzu.

La 'cacicada de Wert', como ya se conoce en el PP a la designación del exministro de Educación como embajador ante la OCDE, ha camuflado otro ejemplo de singular nepotismo perpetrado por el Gobierno en este esprint final del curso.

Sigilosamente, en 'forma estival y con alevosía', como diría el célebre Antonio Carmona, el Consejo de Ministros del viernes último no sólo aprobó la designación de Wert para su anhelado destino, sino que también se dio el visto bueno a otro chollo diplomático con París como destino. Se trata del nombramiento de Teresa Lizaranzu Perinat como nueva embajadora delegada permanente ante la Unesco, un organismo internacional de cierta relevancia. Lizaranzu era, a la sazón, directora general de Política e Industrias Culturales del Libro desde enero de 2012, a las órdenes del sabio Lasalle, también en el departamento de Educación y Cultura. En el terreno personal, Lizaranzu es la esposa de Ávaro Nadal, el jefe de la oficina económica de la Moncloa, fiel escudero de Soraya Sáenz de Santamaría y muy próximo, por ende, al propio Mariano Rajoy.

Altos cargos a la fuga

Varios novios tenía el puesto, desde que hace ya unas semanas se empezó hablar de la vacante. Y es entonces cuando aparece la candidatura de la esposa de Nadal, diplomática de carrera, licenciada en Derecho, con larga trayectoria en las legaciones de Helsinki, Jerusalén y Alemania, así como con responsabilidades de renombre en varios departamentos de Exteriores.

Dado que los tiempos se aventuran inciertos y tenebrosos para el PP, son varios los altos cargos que han empezado a tomar las de Villadiego. Hace poco era Jaime Pérez Renovales, uno de los más fieles 'sorayos' de Moncloa, quien volvía a su antigua casa del Santander. Como esas salidas rumbo a destinos más cómodos no están bien vistas en un partido que se lo juega todo en la cita de las generales de fin de año, en Moncloa se ha optado por el silencio y la prudencia. Sáenz de Santamaría decidió que la salida de Wert se aprobara en el último consejo de Ministros, de tapadillo, dado que el asunto del día eran los presupuestos y el balance de fin de curso del Presidente. Y, de matute, se le hizo el favor al esforzado Nadal, es decir, a su esposa, a quien se le otorgó la gracia solicitada. Otro enchufe con la terminal en París. En este caso, sin apenas ruido, sin las turbulencias internas que provocó el caso Wert, que tenía a casi todo el Gobierno en contra. Tanto que la ministra Ana Pastor, una santa, ha tenido que salir a defender al polémico exministro de Educación con argumentos sinceros, es decir, que se trata de un profesional sólido y bien formado. Pero ese no es el problema. El meollo del debate y de la tormenta es cómo y porqué se produjo su nombramiento para la OCDE. Siempre les quedará a París. ¿Quién es el próximo?

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