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Mémesis

Faveando al enemigo

Alguien me reprochó hace unos días que diese un 'me gusta' a un tweet de Arturo Pérez Reverte: “¿Cómo puedes adular a alguien tan rancio?”. El gesto de aprobación temporal a una idea, a un pensamiento irreprochable y puntual de una mente excelsa fue criticado por herejía ideológica. El acabóse.  

Cuatro años atrás conocí personalmente a Arturo en un congreso en Burgos cuando ya despuntaba en el debate en redes sociales de lo políticamente incorrecto. Un amigo común nos presentó, nos dimos la mano, charlamos de yoquesequé unos minutos y seguimos nuestro camino. No comulgo con su ideario, ni siquiera empatizo con sus libros pero admiro el vigor y la forma de contarlos, de narrarlos. Me pasa lo mismo con otros personajes llevados al patíbulo constante del juicio popular: Sánchez Dragó, Borja Sémper, Cifuentes, Monedero, Valdano… Todos tienen una parte por el todo que admiro profusamente sin tener que comulgar con sus ideas. Y la estoy perdiendo por culpa de las redes...

¿Por qué este piropo al matiz es imposible en redes sociales?

Ese contacto físico, respetuoso y cordial del respeto 'carnal' e ideológico que se da en la calle, en los bares,... ha desaparecido en el histérico debate de redes sociales. O mejor dicho, nunca existió. No se puede agasajar al enemigo ni dar tregua en esta especie de lucha armada adoctrinante y continua. Si el enemigo tiene un momento de lucidez tu deber es ocultarlo como sea. Si el adversario pone una maravillosa foto en Instagram, está prohibido reconocerlo. Si el sinvergüenza que roba dinero de todos publica un meme antológico, reírlo es solo de cómplices.

Durante 15 años usando las redes sociales he visto de todo. Un extraño séptimo sentido te permite barruntar a los que van a ser buena gente en persona. Y viceversa. He conocido a gente entrañable y educada que luego son lobos carniceros en la red, incluso conmigo. "Te bloqueo en Twitter pero te invito a una copa". Esta bipolaridad está arruinando la credibilidad afectiva de las redes sociales.

Un asesino puede publicar una buena foto en Instagram. Un sinvergüenza puede tener un momento de lucidez en Twitter. ¿Le darías like?

Otro ejemplo. Guerras familiares que se inician en Facebook tras discutir una noticia política y que desaparecen como por arte de magia en la siguiente reunión familiar. Odio a muerte a tus genes porque alguien se traga un bulo imposible en la red de Zuckerberg y que acaban con un abrazo sincero en la cena de Navidad. El contacto físico todavía gana a la hipocresía. ¿A quién no le ha pasado?

Si sólo sigues a los que piensan igual que tú, acabarás pensando como todo el mundo

Las personas no son el único eje en esta realidad dislocada, las noticias no escapan del maniqueísmo dominante de Twitter, Facebook y demás. La lectura de la realidad en redes sociales se ha convertido en una proyección rancia de las tradicionales dos Españas. Sin matices, sin rigor y análisis hay que posicionarse lo más rápidamente en el frente armado, no vayas a perder los likes y retuits que se están repartiendo en tu bando.

Las personas no son el único eje en esta realidad dislocada, las noticias no escapan del maniqueísmo de las redes sociales

Esto provoca una lectura errónea y simplista de la realidad. Y también una redacción acorde de los medios. Periódicos que traicionan la objetividad para servir la carnaza adecuada a esta jauría que no se molesta en interpretar nada. Si un asteroide pasa a 7 millones de kilómetros de la tierra hay que dibujar una realidad alternativa apocalíptica para que interese más al parecer más asombrosa.

Clickbait sin matices

El maniqueísmo ahoga el sentido común. Me imagino a un observador externo leyendo nuestras cuitas y análisis de Twitter sin dar crédito. "El comunista Garzón se casa con langostino y cava y ya es un rojo desteñido","Si Cifuentes hace un gesto al colectivo LGTBI deberían echarla de su partido","Si Jose Manuel Soto dice una burrada es que ya no sabe cantar." Disfrazamos al oponente como un ser robótico e inflexible a sus principios, sin dar oportunidad a las rectificación, a los cambios de opinión, a los detalles. Eso delante de unas cañas nunca pasa, ni con tu primo el facha.

...y es que en Twitter todos los islamistas son terroristas, todos los del PP son chorizos y en Venezuela no hay ni papel higiénico. Es más fácil convencer al borrego que encontrar matices en el fanático. Esto tiene poco arreglo.

Es más fácil convencer al borrego que encontrar matices en el fanático

Es verdad que hay cosas que no aceptan grises. O eres feminista o eres machista. O estás contra los nazis o eres un fascista. La equidistancia como respuesta al maniqueísmo es también un error típico del inmaduro, aunque sea un mal menor más complejo. Es el miedo a posicionarte sin saber lo que opina antes tu gente. A veces es mejor callarse y no opinar que tuitear y delatar tu inmadurez.

La culpa de todo esto la tiene la forma en que construimos nuestras redes. Primero los familiares y amigos, más tarde los amigos de estos, luego los famosos que piensan como nuestros amigos,... esta endogamia nos regala una falsa realidad que se fortalece día a día pescando y compartiendo solo noticias afines. La autoafirmación del grupo se construye adulando si excepción al amigo y criticando siempre a los de fuera del grupo. Dedicamos muy poco tiempo a aprender del que crees tu enemigo por pensar diferente. Pero la realidad es bien diferente. Si sólo sigues a los que piensan igual que tú, acabarás pensando como todo el mundo.

A veces es mejor callarse y no opinar que tuitear y delatar tu inmadurez

El maniqueísmo está matando las redes sociales. La polarización de todos los debates provoca un hastío en la lectura objetiva que terminará por destruirlas. Poco aporta ya esta guerra de noticias falsas de ambos bandos. Titulares sin matices, análisis sin varias fuentes,... estamos construyendo una red de intolerancia a las diferencias, a la variedad, a las tonalidades, a lo que hace mágico al ser humano. Hasta un asesino puede hacer una buena foto. Hasta un sinvergüenza puede tener un momento de lucidez. ¿Le darías like?

Si interpretamos con una mano la realidad mientras que sujetamos la moralina con la otra odiando y juzgando al que discrepa o al que ha cometido un error en su pasado acabaremos también odiándonos a nosotros mismos.

Ojalá poder regalar 'likes' o 'me gusta' sin tener que mirar ni el perfil ni el pasado, solo juzgando el contenido.

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