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Cultura

Ni Trump ni Obama: el auge de las series políticas empezó con el 11-S

Claire (Robin Wright) y Frank Underwood (Kevin Spacey) son los amos de la Casa Blanca en 'House of Cards'.

"El pueblo americano no sabe lo que es mejor para ellos. Yo sí. Sé exactamente lo que necesitan. Son como niños pequeños, Claire. Como los hijos que nunca tuvimos. Tenemos que agarrar sus dedos pegajosos y limpiarles sus sucias bocas. Enseñarles a distinguir entre el bien y el mal. Decirles cómo deben sentirse, cómo deben pensar y qué deben querer. Hasta necesitan ayuda para trazar sus propios sueños, para crear sus peores pesadillas. Por suerte, me tienen a mí. Te tienen a ti. Underwood. 2016, 2020, 2024, 2028, 2032, 2036. Una nación. Underwood".

Las crudas palabras de Frank Underwood, ese presidente ficticio que dirige los Estados Unidos en 'House of Cards', llevan cinco temporadas enganchándonos por muchas razones. La soberbia interpretación de Kevin Spacey no es la única: el  creciente interés por los asuntos públicos ha atraído irremediablemente a una gran parte del público hacia el género de las series políticas. 

La ambición de Frank y de su mujer, Claire (Robin Wright) -un propósito que no ocultan cuando rompen la cuarta pared para comunicarse con nosotros- resulta un objeto irresistible de deseo para muchos seriéfilos. Una sensación que parece haberse acrecentado con el triunfo de Donald Trump, pero que nos hace preguntarnos si todo este 'boom' de ficción política nos está regalando productos audiovisuales de calidad, más allá de la serie producida por Beau Willimon.

Lo cierto es que la senda abierta por 'El ala oeste de la Casa Blanca' a finales de los 90 es cada vez más prolífica. En un contexto en el que la producción de series ha experimentado un tremendo repunte (según FX Networks Research, en 2016 se emitieron 455 producciones originales en abierto, cable y a través de plataformas de 'streaming' sólo en Estados Unidos, un 137% más que hace diez años), podemos afirmar que un buen puñado de estas ficciones se encuadra en el género político. Y no sólo de 'House of Cards' vive el seriéfilo: 'Scandal''Madam Secretary''Political Animals', comedias como 'Veep''Brain Dead' o 'Parks and Recreation' y nuevas propuestas como 'Sucesor designado' también han aparecido en el panorama. 

Julia Louis-Dreyfus interpreta a la vicepresidenta de los EEUU en 'Veep'.

No todas han gozado de grandes datos de audiencia, pero el interés por este género se ha incrementado debido a las circunstancias políticas de la última década, como explica Diana Rubiopolitóloga y autora del libro 'Política en serie'. "En la actualidad, la gente está mucho más informada sobre temas políticos, algo a lo que las redes sociales están contribuyendo mucho. Las series han reforzado que la gente se informe sobre política internacional y han generado opinión".

Algunos expertos consultados por Vozpópuli defienden que ahora se está haciendo la mejor ficción sobre los entresijos del poder; otros, que sólo hay más producción, al igual que en otras categorías. En lo que sí que coinciden es en una fecha como punto de partida: el 11-S. "Desde ese momento, el funcionamiento del sistema político empieza a tener más relevancia, la ideología determina mucho la manera de ver el mundo y eso hace que probablemente exista un mayor interés", explica Concepción Cascajosa, profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid, para quien la 'edad de oro' de la ficción política no es una realidad porque, a pesar de la abundancia de oferta, sigue tratándose de "un género muy complicado, sobre todo en la televisión en abierto". "Todo lo que tenga que ver con el sistema político siempre se presta a la polémica y a la acusación de manipulación", agrega.

Algunos expertos defienden que ahora se está haciendo la mejor ficción sobre los entresijos del poder; otros, que sólo hay más producción. En lo que sí que coinciden es en una fecha como punto de partida: el 11-S

Ignacio Martín-Granados, director de ACOP y experto en comunicación política, apunta a una realidad: las series, en general, están de moda... y la política no escapa de este ámbito. "Igual que en su momento hubo series sobre abogados y médicos, ahora es el momento de los políticos y del gobierno. Esto es consecuencia del contexto político: vivimos la época del terrorismo internacional, el post 11-S, la corrupción política... La realidad sirve de inspiración para la ficción y ambas se retroalimentan", sostiene, insistiendo en que se mida este fenómeno "en su justa medida", porque entre finales de los 90 y principios de los 2000 también se habló de una 'edad de oro' con la aparición de 'Twin Peaks', 'Expediente X', 'The Wire' o 'Los Soprano'.

Después de que el fenómeno se intensificara cuando el propio Barack Obama se declaró fan de 'House of Cards' -hasta su fotógrafo de cabecera, Pete Souza, se animó a tomar fotos de estilo presidencial a sus protagonistas-, la pregunta es obligada: ¿Cómo ha influido la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en este interés por la ficción política?

"Todavía es pronto para determinarlo. Todo lo que ha pasado alrededor de Trump ha potenciado el interés en la política", asegura Cascajosa, quien incide en que, por ahora, creadores como Shonda Rimes (la mente detrás de 'Scandal') o el matrimonio formado por Michelle y Robert King (responsables de 'The Good Fight') han intensificado su militancia contra el presidente estadounidense. Para Rubio, Trump no ha sido un factor determinante en la popularidad de estas ficciones: "Él siempre ha sido un animal televisivo, pero creo que no ha influido. Sí que ha llegado justo en un momento en el que puede inspirar a las nuevas series políticas que están por venir", resalta.

Trump siempre ha sido un animal televisivo, pero creo que no ha influido. Sí que ha llegado justo en un momento en el que puede inspirar a las nuevas series políticas que están por venir"

Junto a este florecimiento narrativo en la ficción, merece la pena resaltar el regreso del fenómeno de los documentales políticos en Estados Unidos. Junto a producciones de corte más tradicional y típicas de los periodos electorales, como 'La carrera hacia la Casa Blanca' -narrada por el propio Spacey-, la llegada de Trump al poder ha revitalizado la oferta en esta categoría, con propuestas como 'When We Rise', que se centra en los derechos LGTB. Hasta HBO está rodando una miniserie sobre la campaña del magnate y su victoria en las presidenciales. 

También conviene recordar que el espectro abarcado por este fenómeno no se limita a las series puramente políticas. En los últimos años hemos sido testigos de éxitos con un potencial aún más global como 'Homeland', el drama de espionaje y terrorismo protagonizado por la siempre impecable Claire Daines, y del nacimiento de ficciones que incorporan muchos elementos del ámbito político, desde la veterana 'The Good Wife' o la más reciente 'The Young Pope' en las que nos encontramos, entre otras cosas, con personajes como el marido de una abogada encarcelado por corrupción o con un Pontífice ultraconservador que asciende entre la jerarquía vaticana.

Del idealismo a la oscuridad del poder

A los estrenos de 'El ala oeste de la Casa Blanca' y 'House of Cards' les separan 14 años en los que el retrato de la clase política ha evolucionado de forma considerable. Del idealismo de Aaron Sorkin se ha transitado hacia unos personajes más complejos, si acaso más oscuros. Ese concepto 'blanco' de la política se ha transformado en un retrato descarnado e irreverente de un servicio que parece distar mucho de ser público y, que en el caso del éxito de Netflix, traspasa lo maquiavélico.

"La principal evolución es la idea de que los que detentan el poder pueden hacer el mal", defiende Cascajosa. "El clima en el que nos estamos moviendo desde la crisis económica de 2008 es muy complicado. Es esencial la verosimilitud, que nos creamos lo que estamos viendo; y lo cierto es que las ideas que circulan sobre la clase política es que es oportunista, corrupta, que está movida por intereses particulares... Eso hace que los personajes sean cada vez más oscuros y, en algunos casos, directamente diabólicos".

Las ideas que circulan sobre la clase política es que es oportunista, corrupta, movida por intereses particulares... Eso hace que los personajes sean cada vez más oscuros y algunos directamente diabólicos"

La caracterización de algunos de estos políticos, que roza la hipérbole, podría hacernos dudar sobre la dosis de realismo de estas ficciones. Rubio sostiene que, a pesar de que el retrato de la clase política en la pequeña pantalla se ha vuelto más informal, sigue siendo un reflejo de lo que ocurre entre bastidores: "Hay series en las que la realidad se encuentra en la esencia de la historia, como cuando se habla de las redes sociales y de la filtración de los vídeos de un candidato en la cuarta temporada de 'House of Cards'. Se trata de un cruce de caminos entre la realidad y la ficción". 

Para el director de ACOP, la cultura política -especialmente la estadounidense- que se promueve a través de estas series es innegable: entender en qué consiste el filibusterismo o cómo funciona un 'impeachment' es mucho más fácil a través de la ficción. Las negociaciones, "de las que habitualmente sólo vemos el resultado" o las relaciones entre políticos y medios de comunicación son cuestiones a las que nos acerca el género de forma amena.

La ficción se ha adelantado a la realidad otorgando espacios de responsabilidad política a la mujer, como en el caso de 'Madame Secretary'.

Y además de informar sobre los entresijos de las instituciones, las series políticas también tienen el potencial de adelantarse a los acontecimientos y de explicar tendencias globales que podrían marcar la historia. '24' ya nos mostró a un presidente afroamericano cuando todavía no había llegado Obama. Series como 'Madam Secretary' o la propia 'House of Cards' retratan a la mujer en puestos de responsabilidad tan relevantes como la Secretaría de Estado o la presidencia de los Estados Unidos. Y un buen puñado de productos audiovisuales están siendo reflejo de lo que el periodista Julio Otero ha bautizado como la "nueva guerra fría". La ficción, como explica Martín-Granados, "nos prepara de forma inconsciente para los cambios inminentes que se van a producir en la realidad". 

Europa empieza a coger carrerilla

En un escenario en el que los productos de la poderosa industria audiovisual estadounidense dominan el panorama por la capacidad de las distribuidoras para 'colocarlos', la danesa 'Borgen' ha resaltado como la estrella de las series políticas en Europa. La ficción, producida por la televisión pública DR, está centrada en el ascenso político de Birgitte Nyborg  (Sidse Babett Knudsen), líder del partido moderado, que acaba ascendiendo para convertirse en la primera mujer presidenta de Dinamarca, comprobando cómo los ideales son más volubles desde lo alto del poder, donde la practicidad es la prioridad. La revolución de esta serie a la hora de retratar el funcionamiento del parlamentarismo europeo, así como el mundo de los medios y de los 'spin doctors', la ha coronado como una de las joyas del género por su realismo y capacidad pedagógica. 

La danesa 'Borgen', protagonizada por Sidse Babett Knudsen (en el centro), ha sido una de las series políticas más aplaudidas de Europa.

Por eso la pregunta procede: ¿hay vida más allá de 'Borgen'? Martín-Granados está convencido de ello. "En Europa sí que se hacen series políticas buenas, pero Estados Unidos es el que más las produce. Cada país está apostando por series temáticas", explica, poniendo como ejemplo a 'Marseille' (Francia), '1992' (Italia) o 'De Fractie' (Holanda). Y todo ello sin olvidar la prolífica historia de producción política del propio Reino Unido, donde nacieron la 'House of Cards' original y otras ficciones como la exitosa 'Sí, ministro' o las más recientes 'Secret State' y 'Power Monkeys'. Cascajosa añade un ejemplo más: el de la francesa 'Baron Noir' que podría considerarse el reverso de 'Borgen' por adentrarse en la corrupción política y en cómo sus efectos acaban extendiéndose de lo local a lo nacional. 

Para los expertos, España se sitúa en el tren de cola en este género. Porque salvo la aclamada 'Crematorio', en nuestro historial de series políticas escasean títulos más allá de 'Moncloa, ¿dígame?' o 'La embajada'. "No nos cuesta nada ver 'House of Cards' con demócratas y republicanos, pero si aquí planteamos una serie en la que el corruptor es el PP, va a haber quejas, y lo mismo en el caso contrario", reflexiona el director de ACOP. Por eso, como apunta Cascajosa, la comedia podría ser un buen antídoto para favorecer la ficción política, ya que tiene "una actitud de no tomar prisioneros". 

Rubio defiende la necesidad de que se cree "un 'Borgen' a la española" dado el interés de la sociedad por esta temática: "Es gracioso cómo en todas las series, hasta en 'Aquí no hay quien viva', se habla de política, aunque sea de manera más humorística o informal. Yo soy de las que piensan que, de aquí a un tiempo, en España igual podremos tener una serie centrada en la política. Si los productores se tiran al río, creo que la gente va a responder bien". Material, por ahora, tenemos de sobra.

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