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Cultura

Las historias de diez españoles a bordo del Titanic

Diez españoles se embarcaron en 1912 en el Titanic y, de ellos, siete sobrevivieron al naufragio más famoso de la historia, unas vivencias que tres periodistas han reconstruido en una minuciosa investigación y que reflejan en su libro Los diez del Titanic cuando se cumple un siglo del hundimiento.

Javier Reyero, Cristina Mosquera y Nacho Montero compartían desde hace tiempo su fascinación por el naufragio que sufrió este transatlántico tras colisionar con un iceberg en la noche del 14 de abril de hace casi cien años, una curiosidad que les llevó a investigar la presencia de los españoles que había a bordo del Titanic.

Tras dos años de indagaciones, el próximo martes sale a la venta este libro cuya principal aportación, según ha explicado Javier Reyero en una entrevista con Efe, es determinar que fueron diez los pasajeros españoles que aquel 10 de abril se dispusieron a cruzar el océano a bordo del que fue llamado en su tiempo "el barco insumergible".

"Hasta ahora se había dicho que eran siete u ocho los pasajeros españoles pero hemos podido determinar que eran diez", ha señalado Reyero.

Cinco hombres y cinco mujeres: María Josefa Pérez de Soto, Víctor Peñasco, Fermina Oliva, Encarnación Reynaldo, Emilio Pallás, Julián Padró, las hermanas Florentina y Asunción Durán, Juan Monrós y Servando Oviés eran sus identidades, según las investigaciones realizadas por los autores del libro.

De ellos, tres murieron en el naufragio: Víctor Peñasco, miembro de una adinerada familia madrileña; Servando Oviés, un importante hombre de negocios asturiano, y Juan Monrós, único miembro español de la tripulación del transatlántico.

Una historia inédita, hasta ahora, la de Juan Monrós. Nacido en Barcelona, vivía en París y con solo 20 años fue contratado como ayudante de camarero para el restaurante a la carta del Titanic.

"Hasta ahora no se sabía nada" de su pertenencia al personal del restaurante, ha asegurado Javier Reyero, que ha explicado que ni su familia conocía exactamente qué hacía en el barco, ya que, antes de partir, dijo a su madre que se embarcaba como traductor.

Tanto Monrós como sus cerca de 70 compañeros empleados en ese lujoso restaurante se alojaban en tercera clase, que se convirtió en una trampa mortal de la que no pudieron escapar.

""Nuestra salvación fue un milagro", relató posteriormente Padrós, quien, junto a sus tres amigos, fue rescatado".

Pero España, según el periodista, cuenta con una curiosa marca en este centenario acontecimiento: la tasa de supervivencia de los españoles fue del 70 por ciento, el doble que la del total de un siniestro en el que perecieron más de 1.500 personas.

Reyero ha aportado otro dato curioso sobre la "suerte" de aquellos españoles, como es que los cinco que viajaban en segunda clase, categoría de la que solo se salvó el 8 por ciento del pasaje, lograron sobrevivir.

Cuatro de ellos viajaban juntos, las hermanas Durán, Julián Padrós y Emilio Pallás, que habían decidido en Barcelona emigrar a Cuba vía Nueva York.

Florentina y Asunción no tuvieron grandes problemas para escapar del desastre y subir a un bote porque las mujeres y los niños tenían prioridad pero ellos tuvieron que saltar a otra embarcación desde la cubierta cuando ya descendía por el costado del buque.

"Nuestra salvación fue un milagro", relató posteriormente Padrós, quien, junto a sus tres amigos, fue rescatado por el Carpantia, el barco que recogió a los supervivientes.

No corrió la misma suerte Víctor Peñasco. Recién casado con María Josefa Pérez de Soto y pertenecientes ambos a la alta sociedad, habían decidido en París finalizar su larga luna de miel viajando en el Titanic.

La pareja embarcó con la doncella Fermina Oliva mientras que el mayordomo que les había acompañado permaneció en la capital francesa con el encargo de enviar diariamente una postal a Madrid simulando que seguían allí, para no preocupar a sus familias.

María Josefa y su doncella pudieron subir a un bote, desde el que contemplaron cómo el mar engullía el transatlántico. El cuerpo de Víctor Peñasco nunca fue encontrado.

La malagueña Encarnación Reynaldo, la pasajera española más "misteriosa" por los pocos datos que se conocen de su vida, y el empresario Servando Oviés, que regresaba a Cuba después de realizar su viaje anual a España, completan "los diez" del Titanic, cuyas vidas, asegura Reyero, son dignas de ser el argumento de cualquier película.

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