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Cultura

Así viajó la 'gemela' española de La Gioconda para llegar al Louvre

La réplica de la Mona Lisa, en el Prado.

Después del reposo obligado por el que pasan las obras de arte tras ser descolgadas, la primera copia de La Mona Lisa, considerada como gemela de la original del Museo de Louvre, dejó ayer el Museo del Prado. “Ha sido un traslado convencional. Para el viaje de la gemela no se ha añadido ningún procedimiento distinto, pero sí se han respetado, como siempre, todas las medidas”, comentan desde el Museo del Prado  para referirse al viaje de dos horas que la réplica para encontrarse  con la original, pintada por Leonardo Da Vinci y expuesta actualmente  en el Louvre.

El traslado “convencional” de una obra de arte, tal y como se refieren en el Museo del Prado de sencillo tiene bastante poco. Las piezas de arte, a diferencia de cualquier otro objeto, tienen un protocolo tan estricto como  fascinante. Las obras viajan aseguradas, acompañadas  y representadas para llegar a su destino sin una grieta o rotura. Eso cuesta tiempo, dinero e influencias.

Quienes ceden una obra de arte y quienes las reciben se hacen responsables de su traslado, en este caso, el Prado y el Louvre, están sometidos al cumplimiento de normativas y recomendaciones vigentes sobre manipulación y traslado de obras de arte. En esta materia, los  prestadores, siempre,  tienen la última palabra: desde las  rutas -que deben contar con la aprobación de quien las cede- hasta el tipo de transporte-.

Si la pieza excede en su valor a la cantidad de 30.000 euros, los organizadores de una exposición tienen que convocar un concurso para elegir la empresa de transportes que se haga cargo del traslado de las piezas, según dicta la Ley de Contratos del Estado. Por ejemplo, las empresas españolas más  son  SIT y TTI, quienes por razones de seguridad, y “por recomendación de sus servicios jurídicos”, prefieren no dar datos sobre su actividad

Toda obra que sale de un museo necesita una póliza, la modalidad más acostumbrada suele ser la comercial, con la cual todas las obras que se van a desplazar tienen su propio seguro según el valor convenido (dado por el prestador y aceptado por el prestatario).  La más habitual de las pólizas es la llamada "clavo a clavo", es decir, desde que la obra se descuelga, pasa por el sitio de exposición temporal y vuelva a casa.

En el caso de piezas mucho más emblemáticas, sujetas a Patrimonio, se emplean mecanismos más elaborados y pólizas con coberturas más amplias. Por ejemplo, aquellas que cubren cualquier daño y que conllevan una restauración (la aseguradora pagaría dicha restauración); e incluso hay una modalidad de Garantía del Estado , publicado en el BOE,  es el que vela por su seguridad.

El paso siguiente, embalar, es aún más delicado. Siempre son neutros y químicamente estables y deben de poseer la rigidez e indeformabilidad suficientes. En su interior, tienen que llevar materiales de barrera antihumedad y amortiguadores de golpes y vibraciones,  así como tratamientos aislantes, por lo que suelen utilizarse cabinas hechas a medida, como ocurrió con el traslado de la Dama de Elche desde el Museo Arqueológico Nacional hasta la ciudad donde fue hallada, en 2006.

Existen casos, como el de los museos del Prado, el Thyssen y el Reina Sofía donde son justamente los departamentos de Restauración y Almacenes, junto con la empresa de transportes, quienes elaboran embalajes a la medida y llevan las riendas de todo el proceso.

El tipo de transporte condiciona el reforzamiento del embalaje, pero también la seguridad de la Pieza. En el caso de la Gemela de la Gioconda, que viajaría en avión hasta París, se contrata vigilancia de control en pista de aeropuerto, tanto en origen como en destino y ese control se en aduana .

Justo en este tramo del viaje entra uno de los personajes más interesantes, por no decir el protagonista, junto con la obra de arte. Se trata de los correos: un especialista del museo o institución prestadora (generalmente pertenecen al departamento de restauración), que se convierte en la sombra de la pieza hasta que llega al lugar de destino. Esta disposición está contemplada  según Orden del Ministerio de Interior de 1997. En museos como el Prado es obligatorio, por ejemplo, el uso de este recurso.

Para la organización de una exposición colectiva, como la que ha convocado a la gemela de La Gioconda: 'La última obra maestra de Leonardo da Vinci. Santa Ana', pueden llegar a coincidir cerca de 40 ó 50 correos. El hecho de que se envíe o no una correo depende, según explica Guillermo Solana, director del Museo Thyssen, «depende de la importancia de la obra”. Para Carlos Fernández de Henestrosa, director-gerente de la Colección de la Fundación  Museo Thyssen un Goya, por ejemplo, “jamás viajará solo”

Sin embargo, ninguna protección física es suficiente. Antes de que una obra de arte salga de España, la Junta de Calificación y Exportación de Bienes Culturales debe emitir un permiso de exportación temporal en el extranjero, en el que se supervisa el transporte, embalaje, correos, seguros.

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