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Cultura

El teatro de la Comedia y sus 13 años de clausura: sobre la risa, el fuego y la Falange

Una visión de la fachada del teatro de la Comedia antes de cerrar definitivamente

Comenzó a construirse hace 140 años, en un solar de la calle del Príncipe, aquel enclave que ya en los siglos XVI y XVII había alojado las mejores corralas de Madrid. Se trata del teatro de la Comedia, inaugurado por el rey Alfonso XII en 1875 y asolado, en 1915, por un incendio del que resurgió con la fuerza de una carcajada en la oscuridad.

Acaso porque la risa anuncia cosas que están por derrumbarse, ya sea un techo sobre el patio de butacas o un país entero sobre los andamios de sí mismo, el teatro de la Comedia ha permanecido –a veces fantasmal- confinado al cierre durante 13 años. Desde 2002, una telaraña permanente de andamios lo confunde con una tienda de souvenirs o un bar de esos a los que van los irlandeses a beber cerveza irlandesa.

Y sin embargo, al traspasar el vestíbulo, algo de envenenada vidilla recorre sus balaustradas de hierro. Entre sus palcos y butacas resonaron los versos de Cervantes, Lope de Vega y Calderón; su platea en forma de herradura recibió a Jacinto Benavente o Benito Pérez Galdós y hasta su escenario sirvió de podio para que José Antonio Primo de Rivera pronunciara el discurso de fundación de la Falange, en 1933.

El teatro de la Comedia, raro coliseo sin camerinos –el arquitecto Agustín Ortiz de Villajos no los consideró necesarios por creer, quizá no del todo equivocado, "que los cómicos iban ya vestidos al teatro desde sus casas"–; ese lugar, a escasos pasos del Congreso de los Diputados, en el que parodia y ciudadanía se sucedieron como los actos impares de una comedia melancólica.

Reapertura y resurrección

Tras permanecer cerrado durante trece años, el teatro de la Comedia verá subir de nuevo el telón en septiembre 2015. Así lo ha explicado este miércoles el director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), Miguel Ángel Recio, quien acompañado de los técnicos y arquitectos encargados del proceso de reforma presidió una visita de los medios de comunicación para constatar la evolución de las obras, acaso ya demasiado largas en el tiempo.

Sede original de la Compañía Nacional de Teatro Clásico desde su creación en 1998, el teatro de la Comedia comenzó sus obras de restauración en 2010, luego de ocho años de retraso consumidos no solo en los estudios para la correcta conservación de la estructura del edificio -reconstruida a toda velocidad con hormigón tras el incendio de 1915-, sino también en las gestiones urbanísticas. Se trata de un edificio protegido, de mediados del siglo XIX, que debe ser respetado al máximo.

El presupuesto original destinado a las obras del teatro fue originalmente previsto en 27,65 millones de euros, de los cuales 15,72 correspondían a la ejecución de la obra civil y 8 para equipamiento escénico. El coste final de la obra ha sido de 14,2 millones. Si a esos se suma la cantidad prevista para otros apaños, el presupuesto total asciende a 21,62 millones de euros.

Las obras han permitido ampliar el aforo del teatro a 700 butacas y crear una segunda sala de unos 300 metros cuadrados de superficie que servirá para ensayos y representaciones, con un aforo de un centenar de localidades. Bajo el patio de butacas se ha realizado una profunda excavación que permitió a los arquitectos descubrir los escombros del incendio de 1915, hasta entonces amontonados en el contrafoso. El techo también fue sometido a una restauración en taller.

Una noche de fuego

La noche del 17 al 18 de abril de 1915, se declaró un incendio que destruyó el interior del teatro. El techo se desplomó sobre el patio de butacas. La sala fue reconstruida en pocos meses por el arquitecto Luis Bellido, quien modificó la estructura de madera y hierro empleó, por primera vez, el hormigón. Y era justamente allí, en el deterioro de ese material, de donde surgió la principal amenaza para el edificio.

“Trabajar con hierro y madera en mal estado es mucho más fácil que con un hormigón que estaba muy degradado, eso ha generado problemas terribles”, comentaron los arquitectos Sebastián Araujo y Jaime Nadal, como si hablaran de una bombonera de cristal a punto de estallar.

Su estructura de hierro fundido, de antepechos forjados y palcos separados entre sí por tabiques, aportan todavía la sensación ligera, muy parecida a la del teatro María Guerrero, un coliseo también diseñado por Agustín Ortiz de Villajos, autor también de la iglesia del Buen Suceso y del desaparecido Teatro Circo Price.

Marcas en la piel del teatro

“Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha nacido nunca miembro de un partido político; en cambio nacemos todos miembros de una familia; somos todos vecinos de un municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo…”, dijo, José Antonio Primo de Rivera subido al proscenio del teatro de la Comedia. Fue un domingo 29 de octubre de 1933, fecha formal de la fundación de La Falange, versión castiza de la efervescencia católica y nacionalista de cuño italiano.

Semejante cita, claro, ha quedado recogida durante años en la fachada del teatro en una placa conmemorativa con el símbolo falangista del yugo y las flechas. Sin embargo, y según aseguró el propio Miguel Ángel Recio, no está previsto retirarla.

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