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Cultura

40 años del 20-N: cinco novelas que ocurren durante la muerte de Franco

Un detalle de la portada del libro 'La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco', publicado por Ediciones La Carta.

Lo peor ocurrió el 14 de noviembre, cuando el caudilllo comenzó a desangrarse. La sutura que contenía la perforación en su estómago había estallado esa misma mañana. Intubado y sedado, Francisco Franco resistió tendido en una cama hasta su hora final. Fue una agonía larga y dolorosa. El hombre que había mantenido el poder en España durante 36 años abandonaba la vida convertido en un despojo. "Hicimos de él un ecce homo", escribió José Luis Gámiz, el miembro más joven del equipo médico que cuidó de él. Lo cuenta en El paciente del Pardo (Rey Lear), un libro en el que Gámiz aireó dos cuestiones especialmente delicadas: cómo se intentó ocultar la verdad a la opinión pública y cómo se prolongó inútilmente la agonía de Franco. Sin ser un libro de ficción -se trata de unas memorias- los hechos narrados por Gámiz mantienen en vilo al lector como si de un thriller se tratara.

“Hicimos de él un ecce homo”, escribió José Luis Gámiz, el miembro más joven del equipo médico que atendió a Franco

Sobre la muerte del dictador -de la que se cumplen este 20 de noviembre cuarenta años- se han hecho toda clase de conjeturas: políticas, médicas, legales, históricas… Y no es para menos, con ella se abría un lento sumidero al que iban a parar por igual la pena –la de quienes podían sentirla- o la euforia –la de quienes esperaban que ocurriera para volver a España-; el odio y el optimismo; el miedo y la incertidumbre. Con Franco bajo tierra –habría que decir encofrado en su panteón-, España podía retomar una senda. Y así fue. Sin embargo, ha sido justamente esa escena, la del Caudillo exánime postrado en una cama, la que ha despertado en la imaginación de algunos escritores el gusanillo de la reconstrucción.

¿Qué habría dicho de poder hablar? ¿De qué forma transcurría el tiempo en aquella habitación reconvertida en tumba? ¿Cómo fueron los meses de ruina física de un hombre cuya muerte fue, acaso, como la de un monarca ante una corte que plañe a la vez que conspira? En la agonía de Franco se mezclan la prosopopeya –Paul Preston asegura que Franco quería trasladarse a un monasterio para morir- y los espectros –un mes antes, en su último consejo de ministros, Franco dijo a su gabinete: "Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales"-.

En el tiempo de la ficción, la muerte de Franco ocurre tantas veces como libros sobre ella se han escrito. Acaso por la fecha –20 N, claro está-, merece la pena hacer una recopilación de historias que demuestran la absorción que hizo la literatura no sólo del fallecimiento en sí sino de los años siguientes a la desaparición de un personaje que marcó a varias generaciones de españoles. El arco va desde aquellas novelas o relatos que cuentan la muerte de Franco puertas afuera –su reflejo en la calle y el país que recibía la noticia de su desaparición- pero también puertas adentro, en el viaje de la especulación de la naturaleza humana.

Uno de los libros que recrea la agonía de Franco es La caída de Madrid, de Rafael Chirbes. La novela ocurre en la víspera de la muerte del dictador

Uno de los libros que recrea la agonía de Franco es La caída de Madrid (Anagrama), de Rafael Chirbes. En sus páginas, el autor de Crematorio sitúa la acción el 19 de noviembre de 1975. Alrededor del tiempo que transcurre hacia la muerte, Chirbes confeccionó una novela coral en la que adquieren voz distintos personajes que avanzan y retroceden en su propia vida a través de la inminente muerte de Franco: el empresario enriquecido durante el régimen, don José Ricart, que recuerda melancólico su infancia; el comisario Maximino Arroyo, quien siente miedo de su futuro; el profesor Chacón, que da vueltas alrededor de una España que ya no le pertenece a su vuelta del exilio; Quini, un universitario que se debate entre su pertenencia a una clase social y su progresismo ideológico; Taboada, el oportunista, o Lucio, el obrero a punto de ser apresado. Construida a la manera de un retablo político, la novela de Chirbes se sirve de la muerte del dictador para extraer de la pared rocosa de la historia reciente, claves de la España contemporánea. Hubo en cambio otros experimentos bastantes más literales –y viscerales-

"¡Qué duro es morir!, le dije a Pozuelo cuando me bajaban a esa especie de quirófano de campaña montado de urgencia en el cuerpo de guardia", escribió Juan Luis Cebrián en las páginas de Francomoribundia, la segunda novela de la trilogía El miedo y la fuerza y que continúa al primer volumen, La agonía del dragón. Como parte de la saga histórica que recrea la desaparición del Franquismo y la transición, Cebrián aprovecha Francomoribundia y apela a la ficción para conseguir que alguien sea capaz de narrar su propia muerte, en este caso Francisco Franco, quien sumido en la bruma del moribundo, parece asediado más por el temor que por el remordimiento. "¡Señor, señor! Tú sabes mejor que nadie lo que es morir. Es mucho más difícil que matar”, pone Juan Luis Cebrián en la boca de un Franco agonizante.

Transmutado en el dictador por obra y gracia de la ficción literaria, Marcial Pombo, el narrador del Manuel Vázquez Montalbán en La autobiografía de Franco, podría formar parte de una biblioteca funeraria, pues la historia se desarrolla justo después del fallecimiento del caudillo. El libro, publicado por Planeta en 1992, el año en que se celebraba el centenario del nacimiento del dictador, comienza con la propuesta que recibe Pombo, un escritor menor al borde de una jubilación: un editor le pide escribir una autobiografía en primera persona del general Franco. El encargo le parece un sarcasmo. Pero acepta. Para acometer semejante empresa, Pombo echa mano de la falsa objetividad y autocomplacencia que usaría Franco para hablar de sí mismo, a la vez que sazona con su propia visión un retrato que desnuda al heroísmo megalómano del primero.

El siguiente libro de la selección no ocurre antes ni durante la muerte de Franco, porque hace algo mucho más hilarante. Valiéndose de experimentos como el de Timur Vermes en Ha vuelto (Seix Barral), Vázquez Sallés resucita al generalísimo en Si levantara la cabeza (Destino, 2014) y lo hace batirse en unas elecciones en la España democrática. Todo ocurre cuando la Fundación Franco y Cía decide acudir a las elecciones con el mismísimo caudillo como candidato y el doctor Mengele para crear un clon. Los reveses los obligan a recurrir a Paquito, un hombre a quien los socialistas no le dejaron entrar en la legión por ser estrecho de pecho, y que ha rumiado durante años su odio y resentimiento. Él será el llamado a rescatar al país de la terrible crisis de valores que vive. Para hacerlo accederá no sólo a los asesores políticos, sino también al márketing y hasta los medios de comunicación. Tras inventarle una familia a Paquito, darle formación política (subvencionada por un banquero), clases de liderazgo y una necesaria puesta al día con las obras completas de César Vidal, esta versión de Franco se convierte en el máximo líder del partido CAP, Cuarenta Años de Paz, cuyo emblema no es otro que dos jamones cruzados.

Romanticismo, de Manuel Longares, también está ambientada en los años siguientes a la muerte de Franco. En sus páginas, Longares convierte la transición democrática española en materia novelable y, al hacerlo, muestra esa tensión entre la clase que ocupa el poder político y los aspirantes a sustituirla en ese espacio de la hegemonía y el privilegio.A la manera de una novela coral, Longares narra la vida de tres generaciones de una misma familia. Hace un retrato minucioso de la burguesía franquista: sus contradicciones y paradojas.

En los años en los que el caudillo todavía gozaba de magnífica salud, hubo quienes fantasearon con su muerte en más de una ocasión. Eso le ocurrió a Nacho Jurado Martínez el camarero que protagoniza La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco, un amargo y sarcástico relato de Max Aub, publicado en 1960, en México. En la historia, Nacho Jurado Martínez, mesero del Café Español de la Ciudad de México, harto ya de los maleducados españoles que invaden su café y le amargan la existencia, llega a la conclusión de que la única manera de librarse de ellos es acabando con la fuente del problema y el motivo que los lleva a vivir en el exilio, es decir, Franco. Convencido de que dará resultado, planea un viaje a España para acabar él mismo con la vida del dictador. Acaso mordaz trasunto de la España de aquellos años –una en la que aún matando a Franco los problemas no se resolvían-, el camarero enfurecido se da cuenta de que el asunto no será sencillo ni efectivo.

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