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Cultura

Andrés Pascual: “La sociedad occidental padece una ceguera voluntaria”

Andrés Pascual es músico, también abogado, pero ha sido justamente su oído para los compases y las armonías lo que le ha llevado a escribir sus últimas tres novelas, la más reciente de ellas El sol que brilla por la noche en cachemira, publicada por la editorial Planeta. “Escribo como si tocara música”, explica Pascual, quien confiesa plasmar en sus libros aquello que, siente, no llegó a componer claramente en sus canciones.

En esta ocasión, Pascual narra la historia de David Sandman, un ejecutivo que se incorpora al equipo de observadores desplegados por Naciones Unidas en Cachemira, región del Himalaya permanentemente azotada por los conflictos entre indios y paquistaníes. Tocado por un profundo drama familiar –Sandman ha perdido a su hija, que ha muerto de anorexia-, el protagonista busca huir de todo para librarse de su dolor. Un atentado que le deja tetrapléjico le hace conocer a Aurore, una joven enfermera militar con la que iniciará una cercana relación. Y todo ocurre, justamente, en el tiempo de una noche.

Existe en la historia una metáfora evidente y constante. La del sol como presencia natural y como símbolo. En medio de la explosión que casi deja sin vida a Sandman, éste confunde el enorme estallido con un resplandor que habrá de guiarle y que marcará un antes y un después en su propia supervivencia. “El sol es el verdadero protagonista de este historia. Los personajes, tanto David como Aurore, están sumidos en un pozo y me pareció significativo que la luz más destructiva se convirtiera en una iluminación. Ésta es la historia de dos náufragos que al estar pueden encontrar la luz al final del túnel. A veces nos sentimos solos, terriblemente solos, pero debemos tener el coraje suficiente para formularnos las preguntas correctas”, comenta Pascual.

Si bien Andrés Pascual afirma que no es necesario “ir al fin del mundo para encontrar las respuestas” a las preguntas adecuadas, admite haber llevado a sus personajes y al lector a una zona como Cachemira –remota, difusa, en conflicto- porque tanto David como Aurore “huyen de sí mismos y justamente en esa huida, en medio de una situación de guerra constante, encerrados en un hospital de campaña, van a demostrar que son capaces, juntos, de encontrar un paraíso”.

“Occidente padece una ceguera voluntaria”, está convencido Pascual, quien a lo largo del libro ha querido hacer varios guiños. Todo ocurre en el lapso de una noche, una circunstancia que, según Pascual, busca mostrar la dependencia que muestran las sociedades del tiempo en sí mismo, cuando en verdad es una convención. Asimismo, la anorexia, la enfermedad por la cual muere la hija del protagonista, plantea otro mal de una sociedad que opta por “padecer en lugar de mirar lo que realmente tiene en frente”.

Antes de ésta, Andrés Pascual ha escrito otras historias, recreadas en lugares diferentes, todos ellos remotos, y de los que siente ha aprendido siempre algo. “El Tíbet del Guardián de la Flor de Loto me enseñó a pensar; el Japón de El Haiku de las palabras me enseñó a sentir. Este libro se enseñó a encarar con naturalidad la pérdida. Aquí se plantea no que haya que recuperar las esperanzas, sino que la vida tiene sentido en cualquier circunstancia. Porque tenemos la responsabilidad de vivir, la vida es un privilegio, y eso es algo que intento transmitir en este libro”.

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