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Cultura

La Enciclopedia Británica se rinde a los pies del mundo digital

Después de 244 años, la Enciclopedia Británica, la más antigua en inglés que aún sigue viva, deja de imprimirse. El presidente de Encyclopaedia Britannica Inc., la empresa editora, Jorge Cauz, anunció este martes la extinción de esta obra de referencia, que se ha rendido a los encantos del mundo digital y, a partir de ahora, sólo estará disponible en su versión on-line.

Siguiendo el camino que ya escogieron la prensa y, en menor medida, los libros, la enciclopedia se ha adecuado a los tiempos apostando completamente por la versión digital. "Es un cambio histórico pero tiene sentido, no sólo porque la audiencia está en Internet, sino también porque ese soporte permite actualizar más rápidamente los contenidos", explica Cauz. "Es el último paso en nuestra evolución de la editorial de productos impresos que fuimos al creador de productos educativos digitales que somos hoy".

Además de la edición en Internet, la compañía continuará con el desarrollo de productos educativos con la marca Britannica, que durante los últimos años han servido para mantener a flote el negocio. Estos recursos constituyen la base de sus ingresos y han compensado la caída de las ventas de la enciclopedia 'de toda la vida'.

Un final esperado

"El fin de la colección impresa es algo que habíamos previsto durante mucho tiempo", admite Jorge Cauz. Echando la vista atrás, se puede comprobar cómo Encyclopaedia Britannica Inc. tenía puesta la vista desde hace tres décadas en su futuro digital. La primera versión llegó en 1981. Esa misma década, en 1989, la compañía lanzó la versión en CD-ROM y en 1994 marcó otro hito al convertirse en la primera enciclopedia en Internet. En 1999, la empresa se dividió en dos: una parte mantuvo el nombre y la edición impresa y otra, Britannica.com, se dedicó exclusivamente a la edición on-line.

Los datos de ventas justifican este cambio de paradigma. En 1990, se vendieron 120.000 colecciones de la enciclopedia, mientras que en 2010, año en que se lanzó la que ya es su última edición, esta cifra se redujo a tan sólo 8.500. Britannica, pionera en las famosas ventas puerta por puerta, no ha hecho más que aprovechar una tendencia mundial, según la cual los usuarios han abandonado las voluminosas ediciones en papel para recurrir cada vez más a las consultas on-line.

En nuestro país, las cifras generales de venta de enciclopedias y diccionarios de los últimos años no son muy optimistas y auguran una caída cada vez mayor para este tipo de productos. Según datos facilitados por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), en 2008 se editaron 1.203 títulos dentro de esta categoría. En 2009 se redujeron a 1.003 y en 2010, último año del que se disponen datos, fueron 748, lo que implica una caída de un 25,4% respecto al año anterior.

El papel da el relevo a Internet

La Britannica se planta en la décimo quinta edición. Con 32 tomos, aún queda un stock de 4.000 enciclopedias por vender. Según las previsiones de Cauz, la última tirada debería agotarse en unos seis meses, aunque las circusntancias hacen pensar que esta estimación se verá reducida por el atractivo de ser uno de los poseedores de la última Enciclopedia Británica impresa y encuadernada.

La propia web de la Britannica ofrece sus últimos restos impresos a un precio de 1.195 libras (algo menos de 1.500 euros). Al mismo tiempo que se deshace de su pasado, promociona su versión on-line ofreciendo acceso gratuito a los usuarios durante una semana desde que la firma anunciara la muerte de la enciclopedia en papel. Si comparamos precios, los usuarios que decidan quedarse con la digital pagarían 49,95 libras (unos 60 euros) por la suscripción anual y 6,99 libras (aproximadamente 8,40 euros) por la mensual.

Para los nostálgicos que quieran guardar un recuerdo de la mítica enciclopedia de referencia en sus estanterías, también está a la venta una tirada de réplicas de la primera Encyclopaedia Britannica, a un precio bastante más módico que el de su hermana contemporánea (69 libras). Lanzada entre 1768 y 1771, esta edición se produjo en Edimburgo —en 1901 se mudó a Chicago, aunque mantiene el uso del inglés británico en sus textos— y tan sólo constaba de tres tomos. Un nacimiento que queda ya muy lejos de las cerca de 100.000 entradas permanentemente actualizadas que ofrece la Britannica en su nueva etapa.

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