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Cultura

Esteruelas: “En la prensa hay tics de la sociedad totalitaria que no hemos superado”

Esta historia ocurrió. Y precisamente a él. Por eso decidió contarla, arropada convenientemente con las mantas de la ficción. Bosco Esteruelas trabajaba en el 2008 como editorialista en el diario El País cuando un cuento surrealista, escrito por él,  sobre un adulador que se convierte en maleta se filtró en la redacción. La directiva pensó que se trataba de uno de los editores jefes de la casa y decidió ir en su contra. Ese fue el comienzo de una larga historia de persecuciones, desencuentros y tropiezos que terminaron con su salida, nueve meses después, del periódico.

Esa misma historia, aliñada, dividida en tres partes y rocambolescamente travestida en los mecanismos de la novela  es contada en  Todo empezó con Obdulio (Garaje Narrativa, 2012), libro escrito por el periodista Bosco Esteruelas con la intención de contar los dobleces morales e "hipocresías" de los grupos mediáticos.  “No es una revancha, sería ingrato ir contra un lugar donde trabajé 20 años de mi vida como periodista”. Esteruelas llegó al diario El País desde la Agencia Efe en el año 1986. Trabajó como corresponsal en Asia, Tokio y Bruselas y luego pasó a la sección de opinión.

Esteruelas, que goza de una pluma suelta  e ingeniosa, comienza su novela con una primera parte dedicada a Una maleta llamada Obdulio, un desternillante relato que retrata a un personaje  que se hace con la gloria dentro de una cabecera por la vía de la adulación y la pleitesía para con don Amadeo, "cruel y déspota" dueño del grupo de comunicación para el cual trabaja.  De aquí en adelante todos los personajes y hechos se mueven entre la ficción y la realidad.

“No es una revancha, sería ingrato ir contra un lugar donde trabajé 20 años de mi vida como periodista”

Justo en la segunda parte del libro, la filtración de este relato, inspirado en Estanislao Saavedra, “dicharachero, tiranuelo y adulante”,  le valdrá a su autor, el periodista Joseán Sanchiz –quien se convertirá en el proceso prácticamente en un despojo- un largo viacrucis de sanciones, postergaciones y apartamientos hasta llegar a su salida del periódico.

En la narración el lector se encuentra con personajes como Antonio Diéguez, “caudillo máximo del grupo de comunicación”, apodado como el gran hacedor, quien debe de enfrentarse con la pérdida de los favores del gobierno en detrimento de nuevos grupos mediáticos, la amenaza del formato digital ante el papel, las componendas internas hasta un desenlace final tan grotesco como irónico.

“Yo lo que he querido –explica Bosco Esteruelas sobre la novela- es denunciar un caso de acoso profesional en un grupo de comunicación que se declara supuestamente progresista  y señalar la doble moral que existe en estos medios de comunicación, así como el cinismo, al querer convertirse en  paladines de la ética cuando ni siquiera la practican con sus propios periodistas. Y lo he hecho con una novela que mezcla fantasía, con realidad”.

A lo largo de la novela, narrada con ironía y una mezcla de humor negro con drama, Estanislao Saavedra, a saber el Obdulio en el que supuestamente todos piensan que inspira a Sanchiz para el relato, terminan igualados por sus propias miserias. A uno, el perpetrador de la burla y “desestabilizador del prestigio del periódico”, logran hacerle salir , y al otro, “al burlado”, le prejubilan.

Ni el Grupo Prisa ni Juan Luis Cebrián pueden dar lecciones de moral a nadie, dice Esteruelas.

 “Es una novela tremendamente irónica. He pretendido una ironía bastante cruel, tratar de hacer una pincelada de toda esta hipocresía descomunal que existe actualmente en los medios de comunicación, porque entre los dirigentes de los medios no hay ni derecha ni izquierdas ni centro. Son los intereses económicos los que priman en las empresas. Ambos personajes Sanchiz y Estanislao son aplastados por la maquinaria del poder ”.

Todo empezó con Obdulio se recrea, largamente, en los sinsabores que padecen sus personajes en la redacción de un periódico. Vejaciones. Abusos de poder. Arbitrariedades. “A los veteranos se les calla la boca con buenos sueldos; y a los jóvenes con cantos de sirena”, escribe Esteruelas, quien afirma  vía telefónica,  a la espera de un vuelo,  que entendería que esto ocurriera en la empresa más conversadora apegada al capitalismo “pero no en una empresa que se abroga las libertades y que da lecciones de moral”.

 “El Grupo Prisa no puede dar lecciones de moral a nadie, y que este señor, que fue director del diario El País, Cebrián, diga que es una vergüenza la reforma laboral, podrá escribirlo pero no tiene ningún principio moral para defenderlo”, dice.

Esteruelas encuentra la explicación a esta situación, si existe, en un asunto urdido en el tiempo: “Los medios  hicieron una digestión muy rápida del proceso de transformación de una sociedad totalitaria a una con libertades. Mi generación mostraba los tics de una sociedad totalitaria. En generaciones posteriores, ese tipo de tics ya no se dan, porque se aburguesaron, sólo quieren  conservar sus puestos de trabajo. Sin embargo mi generación los conserva. Puedo decirlo. En la prensa hay tics de la sociedad totalitaria que no hemos superado. Al menos en El País, donde yo trabajé, lo vi”.

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