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Cultura

Chris Stewart o las memorias de un ‘guiri’ en la Alpujarra granadina

Chris Stewart lleva veinte años viviendo en la Alpujarra, Granada.

Sigue siendo un guiri, dice él, y eso que vive desde hace 20 años en Alpujarra, en Granada. Ha sido agricultor, esquilador de ovejas, viajero impenitente y nada más y nada menos que fundador de la banda británica Génesis; de la que lo echaron, por cierto. Se trata del británico Chris Stewart, autor de la trilogía Entre limonesEl loro en el limonero y Los almendros en flor, quien ahora presenta nuevo libro: Los últimos tiempos del club del autobús (Editorial Salamandra).

Vino por primera vez a España, con 21, para comprar una guitarra en Sevilla.

Cargado de humor, el libro tiene una sustanciosa carga biográfica a la que Stewart sabe sacar partido. En sus páginas, hace un retrato de sí mismo. El día a día de la vida del protagonista en el campo junto a su mujer, Ana, sus perros, gatos y ovejas. Un hecho pone en marcha la historia: el momento en que su hija Chloé abandona la casa familiar para ir a la universidad. A partir de ahí se pone en marcha ese universo vitalista tan característico en la obra de Stewart.

Convertido en una especie de celebridad literaria, el protagonista de Los últimos tiempos del club del autobús, utiliza su fama para ayudar a su antiguo socio en el negocio de esquilar ovejas; prepara una comida ante las cámaras de televisión para un conocido chef británico que ha acudido de visita, y descubre los riesgos de hablar en público en español. Un libro contagioso y bellamente escrito.

En clave nostálgica, pero sin escatimar en peripecias, el libro intercala episodios de la juventud de Stewart con estampas locales de España, un país que visitó por primera vez a sus 21 años, para comprar una guitarra en Sevilla. Regresó veinte años más tarde; y se quedó. Eligió la Alpujarra para vivir. No fue una decisión arbitraria, tras leer el libro Al sur de Granada, del escritor e hispanista británico, relacionado con el Círculo de Bloomsbury, Gerald Brenan.

Nada más leerlo, Stewart decidió que tenía que ir a conocer la sierra granadina. Y así lo hizo. Supo inmediatamente, dice él, que era allí donde quería pasar el resto de su vida -tenía entonces 38 años-. De hecho, fue en España donde surgió su vocación literaria. Cinco libros lleva ya publicados. Lo que mejor hace Stewart es vivir, y eso es algo que transmite tanto en Los últimos tiempos del club del autobús como en otros de sus libros. Ese registro vital que se desborda por ejemplo, en Tres maneras de volcar un barco (Salamandra), donde cuenta cómo aceptó ser patrón de barco sin saber nada de navegación.

Ese pozo de vida y sentimiento que colma la vida de Stewart no puede estar mejor condesado en el título del libro, que alude a la ausencia de la hija. Es una nostálgica evocación de los días en que los padres de los niños se reunían para llevar a sus hijos al autobús del cole y remataban así el paso con una larga charla. Stewart, que asegura que lo de ser Guiri es una experiencia estimulante, se manifiesta observador y atento, cronista inteligente. Ha dicho ya en algunas ocasiones que le gustaría escribir ficción. Pero eso, asegura, es una empresa reservada para genios. Y leyéndolo uno se pregunta: con una vida como la suya, quién necesita inventarse otra.

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