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Cultura

Antes de que Orwell nos contara que los cerdos podían gobernar, Freddy ya despachaba en su granja

Un detalle de las ilustraciones de Kurt Wiese.

Antes de que Orwell nos contara que los cerdos pueden gobernar, Freddy “el cerdito renacentista” -le llaman así porque fue de todo: político, poeta, mago, explorador o detective- ya despachaba en su granja neoyorquina. Fue creado en la década de 1920 por el escritor estadounidense Walter R. Brooks (1886-1958), quien se dedicó durante años a escribir textos que ilustraban algunas de sus aventuras.

Recogidos en un libro por primera vez en 1927, dos años antes del Crack del 29 y 18 antes de que George Orwell publicara su Rebelión en la granja, en las páginas de los relatos protagonizados por Freddy y sus compañeros, los habitantes de la granja Bean, en el estado de Nueva York, ya Brooks veía venir el desastre de lo que estaba por ocurrir: el fascismo, la guerra, el capitalismo voraz, y sin embargo, sus animales, muy republicanos y demócratas ellos, no se dejaron desanimar. Ha de ser por eso que hoy en día siguen teniendo mucho que contar. 

Pensada y escrita para niños, la saga protagonizada por Freddy incluye 26 libros ilustrados por Kurt Wiese. Urdida con los mecanismos de la fábula, uno de los géneros pedagógicos y morales por excelencia y del que hablamos recientemente en estas páginas con Jorge Bustos, ésta ha sido empleada una y otra vez justamente porque permite reflejar a hombres y mujeres en el espejo de una moraleja: el hombre traspuesto en zorra o rana a la que habrá de caerle encima el tronco de su propia estupidez. O, por qué no, en el inquieto cerdo que todo lo intenta.

En 1939, justo en plena Segunda Guerra, Walter R. Brooks dedicó una de las entregas protagonizadas por su cerdito, un retrato al uso del animal político. Se trata de Freddy, el político, editado ahora por el sello Turner en su colección El cuarto de las maravillas. Como Esopo y La Fontaine, Brooks convierte a los hombres en animales (y no al revés) para dejar claro que la política no difiere tanto de los asuntos de una granja. Y los hizo casi dos décadas antes que el mismísimo Orwell, considerado por muchos de los primeros en ficcionar el asunto.

"En las dos semanas siguientes se hizo mucho trabajo en la granja de los Bean. Todos acogieron con entusiasmo la idea de celebrar unas elecciones. A los animales les parecía estupendo fundar su primera república. Como es natural, ninguno sabía gran cosa sobre instaurar repúblicas o celebrar elecciones, pero Freddy leyó todo lo que encontró en su enciclopedia y John Quincy también contribuyó mucho mucho. Porque, claro, como el pájaro carpintero era de Washington, lo sabía todo sobre el gobierno", escribe, con una vigencia asombrosa.

En esta entrega, Freddy -el cerdito de corazón tierno, ejem, ejem- consigue trabajo en el Primer Banco Animal. Una posición aventajada, sin duda. Él, que además de porcino y rollizo es noble, quiere ayudar a la señora Wiggins, la vaca, a ser elegida presidenta de la primera república animal. Para ello tendrá que usar su recién adquirida influencia como banquero, aunque sin saber cómo todavía. Walter R. Brooks, nacido en la pequeña Roma del estado de Nueva York, fue escritor y editor entre otras publicaciones en The New Yorker. Desempeñó los más diversos oficios: desde publicista hasta miembro de la Cruz Roja.

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