Quantcast

Cultura

ARCO transforma a Fátima Báñez en obra de arte y a Mondrián en un Peep Show

Una imagen de la obra de Miguel Aguirre que retrata a Fátima Báñez en los Solo Projects.

Cada 15 días se celebra una feria de arte en el mundo. Dicho así parece una estadística mortal o catastrófica. Algo así como el número de árboles derribados por minuto. Y aunque parezca una burla –que la tala de árboles es muy seria- el asunto de gracioso tiene poco. En un mercado que recibe con los brazos abiertos a nuevos coleccionistas asiáticos, rusos y árabes, el negocio español del arte se hace cada vez más pequeño, remoto y errático. Ferias como Art Basel Miami, e incluso la propia Mexico Arte Contemporáneo, han arrebatado el mercado natural de ARCO Madrid, feria de arte contemporáneo que llega a su 33 edición dando saltitos de optimismo, como quien se propone curar una meningitis con una limonada caliente y un ibuprofeno. La bajada del IVA a las obras de arte, que no a las galerías, favorecerá la circulación de piezas, pero no salvará los muebles. A los galeristas les tocará pagar a un 15,5%, la media resultante entre el 21% más el 10% de la pieza.

Este miércoles, ARCO abrió sus puertas durante la primera jornada para coleccionistas y profesionales –después de la inauguración este jueves a cargo de los Príncipes de Asturias, el viernes se abrirán las puertas al público general-. Tres cosas resaltan en un paseo por los dos pabellones de la Feria. El director Carlos Urroz no quiere que nadie quede por fuera: ha dispuesto piezas que tengan pegada mediática para atraer al gran público y ha puesto en bandeja de plata a los coleccionistas un formato que no falla: la pintura, que domina en todas las propuestas desde la alternativa Casa sin fin con el venezolano Juan Candeo, pasando por la galería Javier López con superestrellas como Alex Katz o una pintura de Picasso de 1922 valorada por la galería Leandro Navarro en 1.250.000 euros. Dos: se ha concentrado el recorrido, hay menos artistas. Y tres: como ya ha ocurrido en ediciones anteriores, la presencia de instituciones internacionales come terreno a las otrora activas comunidades autónomas, desaparecidas del recorrido.

Un stand llega a costar hasta 40.000 euros, lo importante no es quiénes vengan a pasear, sino quiénes a comprar.

Las Meninas o Stripers, ¿en el fondo... se trata de pintura?

La instalación más potente está fuera de ARCO. Un tanque blindado en el que unos chicos se hacen fotos. Lo lleva el Ejército todos los años a Aula, la feria de oportunidades de estudio que suele coincidir con la de Arte Contemporáneo y de la que este año salen los chavales más cabizbajos que de costumbre –el paro arrasa y la universidad luce cuesta arriba-. Dentro, el ministro Wert recibe abucheos en la feria escolar que inaugura y fuera los chicos se plantean que les sale mejor trabajar de fontanero o irse a Alemania que matricularse en algún sitio. Esto es la guerra.

En los pasillos de Ifema, un sol bobo calienta la mañana y los viandantes pasan frente a los pabellones 7 y 9. Miran el asunto con tanta desconfianza como socarronería. “¿Sabes cuántos días tengo yo que trabajar para pagar la entrada a ARCO?”, dice un hombre a una mujer que, responde, muy pizpireta que le apetecería comprarse algo, si pudiera. No es que ARCO tenga que convertirse en Fitur, ni mucho menos, pero la verdad sea dicha: ha sufrido una bajada pronunciada de visitantes. Este año ARCO no espera llegar ni a 100.000. Dentro, sin embargo, interesan otras cosas: los coleccionistas. En una feria en la que un stand llega a costar hasta 40.000 euros, lo importante no es quiénes vengan a pasear, sino quiénes a comprar. 

“¡Esta será la pieza de ARCO. Va a ser un bombazo. Tienes que venir!”, exclama el galerista Nacho Ruiz.

Dentro, el galerista Nacho Ruiz habla a voces por su móvil. “¡Esta será la pieza de ARCO. Va a ser un bombazo. Tienes que venir!”, dice refiriéndose a la obra de Yan Letto con la que la galería murciana T-20 pretende llevarse la atención. Se trata de Congress Show, una cabina de striptease en la que dos bailarinas se desnudarán ante espectadores, curiosos y coleccionistas. Se trata, dice el artista argentino, de “una metáfora sobre la prostitución de la política y el desmantelamiento del estado del bienestar”. Lo hemos dicho otros días. Esta es una feria; de arte. Lo que no la exime de tener su propia noria, su tiro al blanco y su mujer barbuda.

Galerías como Javier López, van sobre seguro, con los súper ventas, los grandes de los grandes: Alex Katz o Jenny Holzer. La veterana Elvira González no se despeina, ni mucho menos. Apuesta con Barceló, Calder, John Chamberlain, Donald Judd, Olafur Eliasson, Josef Albers y Lee Ufan, un artista coreano que sube como la espuma tras exponer en el Guggenheim. Manolo Valdés o Botero destacan en la galería Malborough, en la que se exhibe una obra de Richard Estes por más de 400.000 euros, mientras que la galería Fernández Braso ha hecho una apuesta especial por Palazuelo y por Julio Le Parc.

Domina la pintura, en todo sentido, incluso sin serlo. Por ejemplo, en el stand de la mítica Juana de Aizpuru, la artista Cristina Lucas presenta Abstraction linking, un vídeo que, superpone en los cuadros de color neoplasticistas de Mondrián figuras de hombres y mujeres que usan las líneas geométricas para balancearse como si de una barra americana se tratara. También Lino Lago, en la galería Álvaro Alcázar, se ha hecho con una reproducción pintada por él de Las Meninas de Velázquez para asestarle un buen bombazo de pintura amarilla.

Fátima Báñez o Papá Noel dame trabajo

Mención aparte del stand que El País ha dedicado a Ferrán Adrià, están los llamados Solo Projects, que presentan un único artista en cada stand. EL primero que reclama la atención del viandante es el dedicado al artista peruano Miguel Aguirre, quien presenta una propuesta de 12 pinturas, cada una de ellas dedicadas a personajes públicos, también escenas del acontecer informativo. Hay desde retratos de la canciller alemana Ángela Merkel o el presidente norteamericano Barack Obama, hasta un retrato de la ministra de empleo Fátima Báñez o José Bretón, el condenado a 40 años de prisión por el asesinato de sus dos hijos.

"Fátima Báñez, así, mirando hacia el cielo esperando a que llueva el empleo, me recuerda a Alex Katz"

Es, a su manera, “un relato embellecido del desencanto”, explica el artista Limeño que vive y trabaja en Barcelona. “He elegido cada retrato de una foto específica que no he modificado. Porque el aspecto de la foto me recordaba a un pintor específico y el cuadro lleva el nombre del pintor, no del personaje. Por ejemplo, el de Fátima Báñez se llama Alex Katz, porque ella así mirando hacia el cielo esperando a que llueva el empleo, me recuerda a su estilo”.Merkel también ha inspirado al colectivo Los Carpinteros, quienes han aprovechado el perfil de la alemana para una pieza escultórica iluminada en neón.

Si del tema empleo se trata, toca mencionar al finlandés Riiko Sakkinen. El artista, quien en España desde hace 10 años ha preparado todo un despliegue en el que asegura al espectador que para pedir trabajo hay que escribir a Papa Noel, también presenta el óleo de una enorme galleta sabor a fresa. Entre lo amargo y lo dulce, anima Sakkinen la selección del país invitado.

La seria crítica Tiempo de relax, muestra dieciséis fotografías realizadas desde casas expropiadas por los banco. La exhibe la galería ADN.

En la galería catalana ADN el artista cubano Adrian Melis, que ha residido en España, plantea una alegoría con su obra "Ovación" en la que los diputados aparecen, en una secuencia interminable de imágenes, aplaudiendo "absurdamente" distintas leyes que van siendo derogadas por los continuos cambios de gobierno. "Es una eterna confrontación que nada tiene que ver con las necesidades y deseos de la gente a la que los políticos representan", según su autor, quien reproduce en un vídeo una ovación continua en el Congreso de los Diputados de distintas leyes aprobadas desde la transición hasta nuestros días.

Del mismo autor es la seria crítica Tiempo de relax, compuesta por dieciséis fotografías realizadas desde casas expropiadas por los bancos sobre las que el artista incorpora, además de las vistas que tenían sus propietarios antes de ser desahuciados, la fecha del desahucio y el nombre del banco propietario del inmueble.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.