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Cultura

Los sesenta años de Lolita, la adolescente que enfrentó a Kubrick y Nabokov

Sue Lyon interpretó a Lolita en la versión cinematográfica de Kubrick de 1962.

Una de las jovencitas más provocadoras de la literatura del siglo XX cumple este 2015 sesenta años. Publicada en París el 15 de septiembre de 1955, Lolita narra la historia de la obsesión de Humbert Humbert, un profesor de mediana edad, que cae rendido ante el influjo de una adolescente, por no decir una niña, de 12 años -y no 15, que es la edad que tenía Sue Lyon al interpretarla en el cine-.

Tras ser rescatada del fuego por la mujer de Nabokov –Vera siempre providencial-, el manuscrito de Lolita fue rechazado en siete ocasiones hasta que el sello parisino de literatura erótica The Olymplia Press apostó por este libro con el que Nabokov puso ante el espejo a una sociedad que se escandalizó al leerla. A mitad de camino entre la historia de amor, incesto y perversión, en Lolita, Nabokov elaboró en ella un retrato ácido y visionario de los Estados Unidos y una verdadera obra que consiguió convertirse en universal.

Al momento de su publicación en Norteamérica -tres años más tarde con respecto a la edición parisina-, Lolita había vendido 300.000 ejemplares, una cifra importante pero despreciable frente a los 14 millones que alcanzó en las décadas siguientes. Su popularidad se hizo mayor cuando Stanley Kubrick la llevó al cine, en 1962 -en España no pudo ser vista hasta 1972-. En la Norteamérica de aquellos años, el filme fue un bombazo, una larga epopeya entre el Nabokov y Kubrick.

Receta para un exceso: Lolita, Nabokov y Kubrick

Corría el verano de 1959. Vladimir Nabovok se encontraba con su esposa cazando mariposas en Arizona cuando recibió un mensaje de Stanley Kubrick pidiéndole reunirse con él en Beverly Hills. Quería adaptar el libro Lolita al cine y que fuese el propio novelista quien escribiese el guión de la película.

En una sociedad conservadora como Estados Unidos parecía imposible. La Motion Picture Association of America debía aprobar el contenido moral de cada película antes de su exhibición, por lo que era de esperar que Lolita fuese una firme candidata a la censura. La sola idea fascinó a Kubrick.

En la reunión que sostuvieron finalmente el director y el novelista, Kubrick planteó a Nabokov una modificación del guión: la tórrida historia de Humbert Humbert y Lolita debía terminar minar en matrimonio. Nabokov rechazó la propuesta y partió a Europa todavía con el no en el equipaje. "En 1959, Harris y Kubrick me invitaron a Hollywood, pero después de varias consultas con ellos decidí que no quería hacerlo”, escribió Nabokov.

En pleno viaje, mientras atravesaba Londres, Roma y París, Nabokov se arrepintió de su decisión. Kubrick volvió a insistir, aumentó la oferta económica, aseguró a Nabokov que firmaría el guión en solitario y que trabajarían juntos en la historia. El ruso aceptó. “Un año después, en Lugano, recibí un telegrama en donde me instaban a repensar mi decisión. Entretanto, de algún modo, había cobrado forma en mi imaginación una suerte de guión, de modo que en realidad me alegró que repitieran su ofrecimiento. De nuevo viajé a Hollywood y allí, bajo las jacarandas, trabajé seis meses en el asunto”, escribió sobre su decisión Nabokov.

Una Lolita, dos Lolitas, tres Lolitas

En Hollywood, Nabokov se codeó con Marilyn Monroe, John Huston o Gina Lollobrigida. Sin embargo, las cosas con Kubrick no iban del todo bien. Después de escribir un guión de casi 400 páginas que equivalían a un total de 9 horas de filmación, Kubrick decidió adaptarlo a sus preferencias.

En junio de 1962, un Vladimir Nabokov que se sintió ignorado en la empresa cinematográfica de su Lolita, llegó a Nueva York para el estreno. Había pasado casi todo el tiempo del rodaje en Europa, así que desconocía por completo con qué se encontraría en la gran pantalla. Nabokov, quien se había negado a poner a una chica en la portada de su libro para vender más, quedó impactado con el cartel de Sue Lyon lamiendo provocativamente una piruleta.

Durante el estreno, Nabokov presenció lo que habían hecho con su historia: "Modificaciones, alteraciones de mis mejores ideas, escenas añadidas y suprimidas". Transcurridos los años hay quienes insisten en ver ambas obras, ambas Lolita, como productos completamente distintos. Pese a la frustración de Nabokov, irónicamente y casi como una venganza al despecho, la única nominación al Oscar que recibió Lolita fue en la categoría de mejor guión adaptado.

Sea como fuere, los sesenta años de uno de los personajes más magnéticos de la literatura confirman la universalidad de una historia que Nabokov diseñó como un verdadero artefacto del eterno retorno. La real Lolita como encarnación de Annabel Leigh, aquel amor adolescente que acecha a Humbert Humbert, condenándolo –no a desear a una niña- sino a permanecer atrapado en el bucle destructivo de ambas.

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