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Cultura

El 'manicomio catalán' contado por un barcelonés hastiado

No tiene misericordia, pero le sobra humor. Y del bueno. Escrito con una prosa ingeniosa, llena de retranca, el escritor y periodista Ramón de España hace su retrato particular de la realidad política en El manicomio catalán. Las suyas, dice él, son las reflexiones de “un barcelonés hastiado”, porque lo está. Sólo basta leer las páginas de su más reciente libro para darse cuenta.

Un Laporta que es mezcla de Berlusconi y Charlie Sheen; un Jordi Pujol travestido en Papá Pitufo o un Maragall que terminó trabajando a favor del nacionalismo que adversó son sólo algunas estampas de un libro en el que no queda títere con cabeza: ni los medios, ni los políticos ni burgueses. Todos al saco de la locura y la esquizofrenia. Del resto de encarga su autor.

Columnista en los años noventa en el diario El País y ahora en El Periódico de Cataluña, inició su carrera periodística en la prensa alternativa de la transición (Star, Disco Exprés) y fundó luego la revista de cómics Cairo. Ha publicado algunos ensayos de corte humorístico, entre ellos Europa, mon amour o La caja de las sorpresas, una historia personal de la televisión, además de nueve novelas.

-¿Se puede llegar a reír realmente uno de todo esto?

-Es lo único que se puede hacer. Sobre todo porque es lo que más molesta a los interesados. Los nacionalistas, no solo los catalanes, todos, se toman muy en serio a sí mismos. No hay nada que le moleste más que alguien que los señala con el dedo, se los toma a cachondeo y pone al descubierto sus memeces. Preferirían discutir con un nacionalista español a carta cabal, porque en el  fondo se entienden. Cada uno defiende su propia tontería.

-Parece que a Papá Pitufo, como usted llama a Jordi Pujol, le salió todo muy bien excepto la sucesión.

-Esto pasa por elegir de heredero al más tonto de la familia, porque mira tú qué espabilados eran los hermanos: dos negociantes finísimos, que han acumulado auténticas fortunas, pero a éste lo han trincado sin que hubiera pegado el palo. Lo han agarrado en fase tentativa. Pero claro, esa herencia norcoreana de Pujol… ¡es imposible!

"Mas es un arribista, un nacionalista de última hora".

-Entonces Mas ha tenido que entrar en escena a codazos.

-Mas es un arribista, un nacionalista de última hora. Se les distingue a los nacionalistas de última hora porque hablan un español impecable. Mas es uno de ellos. Fue Arturo hasta que se metió en política. Pero él se dio cuenta de ese vacío de poder. AL interrumpirse la dinastía de los Pujol,  encontró su momento. Entre eso y unas extrañas ganas de pasar a la historia forma parte de la explicación todo el cirio que tenemos desde hace un año.

-Usted dice que Pujol consiguió algo increíble: que sus adversarios creyeran que no tenían derecho a vencerle. Dice que el PP es la imagen especular del nacionalismo y del PSOE que fueron un invento de la transición. ¿Entonces, quién hace oposición?

-Yo le echo la culpa a nuestra izquierda, en concreto al PSC, que tiene aquellas famosas dos almas: las de los burgueses progresistas con casa en el Ampurdán y  la chusma del extrarradio de origen inmigrante. Esa lucha permanente entre la izquierda y la catalanidad ha arrojado un saldo espantoso. Cuando ganó Maragall esperábamos un adversario y nos encontramos con un heredero, con aquel estatuto de autonomía que se sacó de la manga. Y en el fondo, el PSC tiene un síndrome de Estocolmo: no merecemos ganar porque no somos tan catalanes como ellos. ¡Coño! ¿Y por qué no sois un poco más socialistas?

"En Cataluña hemos llegado a un punto en el que hasta las obviedades causan sorpresa".

-En el libro no queda títere con cabeza, excepto a Ciutatans, pero dentro de lo que usted llama el manicomio catalán, su planteamiento no deja de ser sentido común.

-Yo sólo les he votado una vez. Durante años, como buen chico progresista barcelonés, fui votante cautivo del PSC. Pero, claro, finalmente… Ciutatans son los  únicos que hablan claro: se puede ser catalán y español al mismo tiempo. ¡Menuda epifanía! En Cataluña hemos llegado a un punto en el que hasta las obviedades causan sorpresa. Lo que sí sé es que ellos, como grupo,  están creciendo, que su inspirador me causa confianza. Ahora son nueve y se habla de 13 o 14 para las próximas elecciones, así que… ¡ a alguien representan!

-Es usted durísimo con la prensa: desde TV3 hasta La Vanguardia, el medio al que mayores críticas asesta.

-Sí, el gremio ha sido lamentable.

"La Vanguardia es un ejemplo insuperable de adecuación a las circunstancias".

-La pregunta sería, ¿empeora?

-Sí. Con la crisis, ya no existe la prensa independiente. El diario que no vive de las subvenciones del gobierno, está con el agua al cuello o intervenido por un banco. Ya me dirás qué independencia puedes ofrecer.

-En ese concierto, La Vanguardia goza de cierta estabilidad, empresarial me refiero.

-La Vanguardia es un ejemplo insuperable de adecuación a las circunstancias, por usar un término suave. Fue el diario más franquista de Barcelona. Luego se hicieron progres, que no mucho. Se hicieron convergentes y ahora, con el director actual, se vendieron. Al grupo Godó han ido a parar cantidades de dinero público. Godó no deja de ser un grande de España y todo el mundo se pregunta, ¿qué hace con el independentismo?

"Últimamente hay mucho independentista sobrevenido".

-¿Qué le ha hecho usted Pilar Rahola?

-Es la típica indocumentada que habla de todo y siempre a gritos, que se presenta como alternativa al sistema cuando vive del sistema. Es la biógrafa de Mas. Me parece un personaje que en una sociedad normal, lo máximo que tendría sería un blog.

-Y según usted, ahora los extranjeros son los ‘nuevos catalanes’.

-Sí, eso es  muy nuestro y muy gracioso: que gente de afuera venga a impulsar la independencia de Cataluña. Hombre, les resulta muy rentable. Vienes de otro país, te tragas todas las patrañas de los nacionalistas, entonces empieza a caer una tertulia por aquí, un articulito por allá…

"Al final se te acaba la paciencia; y por lo menos te das el gustazo de burlarte de la gente que te lleva dando la lata desde 1980".

-Se publicaron unas cifras del CIS, según las cuales, si se pidiera la independencia en este moemnto, más del 50% de los catalanes diría que sí. ¿Realmente eso es así?

-Creo que como mucho estamos en un 50 y 50. También es cierto que últimamente hay mucho independentista sobrevenido, pero es que si tienes un gobierno que te está machacando con que España te roba, o que la culpa es de los andaluces… Es decir, este tipo de discurso racista y miserable,  en época de crisis, termina encendiendo. También hay mucho independentista de boquilla. Tradicionalmente ha habido un 20% de independentismo en Barcelona, el 35% del que se habla ahora ha surgido en buena parte por la crisis económica.

-Entonces, ¿en ‘el manicomio catalán’ hay un rebrote o siempre estuvo así?

-Durante años fue un ruido de fondo. Pero pasó de la tabarra a la sobreactuación.

-¿Y por qué escribe esto ahora y no lo hizo antes?

-Porque desde hace más de un año no se habla de otra cosa. Estamos encerrados con un solo juguete y al final se te acaba la paciencia; y por lo menos te das el gustazo de burlarte de la gente que te lleva dando la lata desde 1980.

-Y se ha quedado a gusto, supongo.

-¡Hombre!

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