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Larga vida al corto

Treinta y uno de agosto. Las calles de Teruel, ciudad que celebra los 800 años de la trágica historia de sus amantes,  se convertirán en las autopistas de un rally de cortometrajes en torno al amor, una iniciativa cultural enmarcada Desafío Buñuel. El autor de Un perro andaluz, uno de los cortos más famosos del catálogo español, recibirá a sí un homenaje por parte de Aragón, su comunidad natal. 

La idea invita a la creación de cortos en un tiempo máximo de 48 horas. Dos días para realizar  de manera 'low cost' una producción audiovisual que suele ser poco rentable, según los 'cortometrajistas', un oficio que no aparece en el diccionario, pero al que dedican muchas de sus horas libres y vacaciones directores, realizadores, técnicos de sonido, iluminadores, intérpretes y otros muchos profesionales de lo audiovisual.

Los cortametrajistas solemos ser los últimos monos de los largometrajes y otras producciones. En ellas tenemos menos peso, acatamos órdenes, pero a la hora de hacer cortos somos quienes tomamos las decisiones"

"Los cortametrajistas solemos ser los últimos monos de los largometrajes y otras producciones. En ellas tenemos menos peso, acatamos órdenes, pero a la hora de hacer cortos somos quienes tomamos las decisiones y aportamos nuestra creatividad", cuenta a altavoz Guillermo Chapa, realizador que trabaja en una productora de televisión y que ha logrado colarse entre los cinco equipos seleccionados para producir, filmar y montar un cortometraje en esta maratoniana competición cuyo tema principal girará en torno al amor.

Formado en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM), Chapa lleva a sus espaldas menos cortos de los que le gustaría porque, según explica, ni siquiera puede considerarse una "industria": "Es pretencioso, pues casi ningún cortometrajista vive de esto. Se suele hacer por altruismo, engañando a amigos para que formen parte del equipo".

En 2015, España produjo 233 cortometrajes según el ICAA

Cortos vs películas

Entre sus creaciones figuran La familia de mi novia, Biodiversidad y Le Montier y con la historia del primero, le gustaría hacer un largometraje. "Muchos hacemos cortos porque no tenemos la posibilidad de hacer películas para poder obtener ingresos. Si esto fuera rentable, muchos viviríamos de ello, pues los cortos también sirven para contar historias, hacer reír, llorar o reflexionar y no te retienen tanto tiempo como un largometraje", comenta. Y añade que "en el tiempo que ves una peli "puedes ver "15 cortos".

De acuerdo al joven, aunque no exista una "industria" como tal, sí hay un movimiento cada vez mayor. "Cada vez hay mas festivales y concursos, además con el boom de las redes sociales es más fácil distribuirlos por Internet, es una buena forma de difusión", explica. Y apunta que los festivales de cortos están llenos, "gustan", en cambio, no se difunden en la televisión ni en el cine.

El cortometraje va a existir siempre, siempre va a haber gente que quiera contar sus historias y, con los medios que disponemos ahora, cada vez es más fácil realizar trabajos de calidad"

Chapa dirige sus películas en sus ratos libres y solo una vez ha cobrado por ello. "Me encargaron un corto, tardé tres meses en escribirlo, prepararlo y rodarlo y por todo ello cobre mil euros, pero no solemos cobrar", recuerda. en cambio, explica,  hay empresas que sí viven de distribuir cortos en festivales, pues se les paga una cuota para que los "muevan y vendan" en este tipo de eventos.

Al otro lado de la cinta de rodaje, Xabi Vitoria, que realiza el festival de cortometrajes Korterraza y que trabaja en edición y postproducción, diseño gráfico y web, coincide con Chapa en que considerarlo una "industria real es un paso demasiado grande". "El cortometraje va a existir siempre, siempre va a haber gente que quiera contar sus historias y, con los medios que disponemos ahora, cada vez es más fácil realizar trabajos de calidad. Ahora bien, la realidad es que en cuanto a volumen de realizaciones deberíamos de ser una industria potente, pero en cuanto a trabajadores con nómina, seguridades sociales, seguridad laboral y un larga lista de cosas normales que hay en otros empleos, estamos a años luz", determina.

Publicidades, vídeos promocionales o incluso de bodas son algunos de los trabajos con los que se complementa el oficio de 'cortometrajista'

233 cortos en 2015

En total, en España se produjeron 233 cortos durante 2015, según los últimos datos aportados por el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA). "Normalmente solo generan ingresos en los festivales, con los premios conseguidos, con lo que tiene una duración determinada, entre un año y año y medio desde su lanzamiento. Para poder vivir de un corto al año se necesita que sea un corto muy muy premiado, la realidad es que muy pocos son rentables a esta escala", cuenta Vitoria.

El cortometraje Timecode, del director Juanjo Giménez (Barcelona, 1963), es un ejemplo de ello. Fue la única representación española en los pasados premiso Oscar. "Normalmente los trabajos suelen ser de los propios directores y directoras que invierten su tiempo y dinero en sacar adelante la producción, a partir de ahí, el dinero que ganan es el que el corto recibe en premios y selecciones. En cuanto a los actores y actrices, por desgracia normalmente no cobran en los rodajes. Esto es algo que poco a poco va cambiando y mejorando", agrega.

"Genera empatía con rapidez. En una sesión de cortos de una duración similar a lo que dura una película, te metes en la piel de hasta 10 historias diferentes, con diferentes géneros y situaciones"

Preguntado por la cantidad de cortos que se necesita hacer al año para poder subsistir, el productor vasco explica que "depende de muchos factores, la cuantía de cada producción y el número de premios y selecciones que suelas tener de media". "Si tus cortos no llegan de media a 60 selecciones en festivales, francamente es complicado que puedas vivir solo del cortometraje", reconoce. Y añade que, normalmente, hay que complementarlo con hacer otros trabajos como publicidad, vídeos promocionales o de bodas "hasta poder encontrar tu hueco digno dentro de toda la industria audiovisual".

Para Vitoria, un corto aporta velocidad en comparación con una película y la facilidad de contar muchas cosas en un breve espacio de tiempo: "Genera empatía con rapidez". "En una sesión de cortos de una duración similar a lo que dura una película, te metes en la piel de hasta 10 historias diferentes, con diferentes géneros y situaciones. Si además, contamos que la gente cada vez tiene menos tiempo para estar sentado viendo una peli y el aumento del visionado de vídeos en redes sociales, llegamos a la conclusión de que el corto es el formato que mejor se ha adaptado a los tiempos que corren", puntualiza.

"Con una sesión de cortos de una duración similar a la de una película, te metes en la piel 10 historias diferentes"

Posibles soluciones

Vitoria, que hizo sus primeros pinitos en el mundo del cortometraje en una escuela de su ciudad, estudió un Master de Edición de Cine y Postproducción en Madrid, que se convirtió en el germen del que salió un pequeño festival de cortos de terraza que a día de hoy ocupa todo su tiempo y le ha llevado a recibir un gran reconocimiento como el Premio Cultura Álava 2015 por Korterraza.

"Si eres buena persona y tienes ganas, saldrás adelante dentro de esta ámbito, ya sea de una u otra manera. Sin embargo, creo que el gran problema está en la profesionalización del sector, ya que como es lógico, queremos que todo profesional cobre por su trabajo y tenga cierta seguridad económica, pero es muy difícil conseguirlo, ya que no se genera lo suficiente", dice.

¿Por qué no se llenan las salas? Creo que básicamente es por desconocimiento y la palabra cortometraje da pereza, en nuestra mano está cambiar el concepto"

Pero cree en las soluciones. "Por parte de los realizadores tendríamos que vendernos mejor. Creo que debemos potenciar en redes lo que es a día de hoy el cortometraje. Estamos viendo constantemente vídeos (historias cortas) que compartimos, con las que nos emocionamos, reímos... y resulta que luego se anuncian festivales de cortos gratuitos y rara vez se llenan las salas". ¿Por qué? "Creo que básicamente es por desconocimiento y la palabra cortometraje da pereza, en nuestra mano está cambiar el concepto", afirma.

"Por parte de los festivales deberían comprometerse a realizar un pago por selección y/o número de espectadores que vean el corto, además de premios, de esta manera un total de 70 selecciones te garantizará prácticamente un corto rentable, aunque no consigas muchos premios", considera. Y añade que abrir nuevas vías de comercialización de los cortometrajes es otra posible solución pues "a día de hoy, fuera de los festivales, es francamente complicado obtener ingresos por los trabajos".

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