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La traición de Antonio Hernando

Antonio Hernando durante la sesión de investidura.

Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros. La frase es del actor y humorista estadounidense Groucho Marx, e ilustra lo que ha sido el giro copernicano dado por Antonio Hernando, hasta hace unas semanas defensor a ultranza del ‘no es no’ a Mariano Rajoy como hombre de confianza de Pedro Sánchez, el defenestrado secretario general del PSOE, y ahora valedor de la abstención por el bien de España. 

Antonio Hernando, nacido en Madrid en 1967, licenciado en Derecho, trabajó como abogado de UGT entre 1992 y 1994 y colaboró con ONG´s como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España (ATIME). Su primera aproximación a la nomenclatura del PSOE tuvo lugar en 2001 como asesor de la secretaría federal de Políticas Sociales y Migratorias de la ejecutiva del partido y, posteriormente, de la secretaría de Organización.

Su salto a la política con mayúsculas la dio en las elecciones de 2004, las de la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero, en las que consiguió su acta de diputado, que revalidó en los comicios de 2008, 2011, la legislatura nonata de 2015 y en los celebrados el pasado mes de junio. Su carrera parlamentaria ha corrido pareja con sus responsabilidades en el partido como secretario de Política Municipal, primero, y secretario de Relaciones Institucionales y Política Autonómica, después.

Defensor de ultranza del 'no es no' a Rajoy, ha abrazado la abstención con la fe del converso

Considerado un hombre de Alfredo Pérez Rubalcaba, exministro del Interior y secretario general del partido hasta la llegada de Pedro Sánchez, el recién elegido líder del PSOE le aupó a la portavocía del grupo parlamentaria, desde la que durante el último año se ha empleado a fondo para convencer a propios y extraños de que el PSOE no apoyaría bajo ninguna circunstancia al líder del PP.

La hemeroteca está plagada de intervenciones de Hernando defendiendo el ‘no es no’, una posición en la que incidía con una sonrisa pícara cada vez que los periodistas le preguntaban con insistencia si había novedades en la posición del partido respecto a Rajoy. ‘No es no’, insistía el portavoz parlamentario del PSOE, que desmentía que el partido estuviese dispuesto a modificar su postura si el PP cambiaba de candidato, defendía con vehemencia que “la abstención del PSOE me parece absolutamente descartable por coherencia e ideología” y advertía a quienes abogaban a favor de ella que “si el PSOE cambia de opinión, vamos a perder absolutamente toda nuestra credibilidad”.

Golpe de mano

Lo hizo tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015 y tras las del 26 de junio pasado, y en esa posición se mantuvo hasta que los ‘barones’ del partido dieron un golpe de mano para derribar a Sánchez y nombraron una gestora que ha defendido la abstención como un ejercicio de responsabilidad para sacar al país del bloqueo. Durante unos días se especuló con la posibilidad de que fuera una de las víctimas de la purga llevada cabo por el partido en beneficio de Eduardo Madina, como en el Senado lo había sido Oscar López, sustituido por Vicente Álvarez Areces, y en el Parlamento Europeo Iratxe García en favor de Ramón Jáuregui. No fue el caso.

Y así, sin un atisbo de duda, Hernando ha pasado a defender con la fe del coverso las bondades de una decisión difícil de entender por una parte del partido, de sus bases y, a buen seguro, de parte de sus votantes. Un giro de consecuencias imprevisibles para el PSOE, que ha intentado desdibujarlo apelando a la responsabilidad como partido de Estado, acusando a Podemos de no haber permitido el Gobierno de Pedro Sánchez el pasado marzo, y anunciando una oposición implacable con el nuevo Gobierno.

Su fidelidad a la nueva causa le llevó en los momentos previos a la sesión de investidura a enviar una carta-recordatorio a los 84 diputados del partido advirtiéndoles, por si aún no les había quedado claro, de la obligación de acatar la resolución aprobada en el último Comité Federal del partido, ante el anuncio anticipado de algunos de ellos de romper la disciplina de voto y pulsar el botón del ‘no’ a Rajoy. Hasta que este jueves, por fin, le llegó la hora de subir a la tribuna de oradores de la Cámara Baja para defender la posición oficial del partido bajo la indiferente mirada del que hasta hace una semanas fue su jefe de filas.

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