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Sociedad

El público de 'Adán y Eva', la Campos en 'Gran Hermano' y la indignación de 'La pechotes'

El programa del despelote es visto por más de dos millones de personas.

Miércoles. Dos de la tarde. Madrid. Estación de metro de Tetuán. Una joven latinoamericana ocupa un asiento del vagón, junto a un servidor. De repente entra al tren una señora de unos 55 años. La chica se levanta con rapidez y ofrece su asiento educadamente a la nueva viajera. Y esta, para asombro de todos los demás, mira con gesto de desprecio a la joven. "No sé por qué quieres que me siente, no estoy inválida". Silencio cortante. Esta mujer tan pagada de sí misma, camufladas sus canas bajo riadas de tinte negro, dimisuladas sus mil y una arrugas bajo toneladas de maquillaje, recibió una llamada a renglón seguido. Y empezó a comentar con su interlocutor lo visto la noche anterior en Adán y Eva.

No se puede ni debe caer en la tentación de convertir la anécdota en categoría, pero uno asiste a estos hechos y no puede dejar de imaginar a esta señora sin rastro de invalidez sentada en su sofá, deleitándose con los desnudos de los concursantes del programa, paladeando su copita de vino mientras mira los torsos desnudos, relamiéndose al atisbar las partes pudendas de los machos del programa. Ella forma parte de los 2.400.000 personas que el pasado martes vieron Adán y Eva en Cuatro. Según datos de Mediaset, este espacio absurdo, por vacuo e irreal, arrasa entre los jóvenes de 16 y 24 años. Nada más que añadir tras ese dato demoledor. Bueno, sí, toca decir, por enésima vez, que la moda de los realitys nos ha llevado a una suerte de demencia en los contenidos que solo crece y crece.

Ya se sabe que los autores son capaces de llevar a cabo cualquier cosa, por estrambótica que sea, para intentar vender libros; por eso María Teresa Campos acudió a 'Gran Hermano'

A buen seguro, la señora perversa del metro y los otros seguidores del programa del despelote también vieron, un par de días después, el padre de todos los espacios de presunta telerrealidad. Gran Hermano volvió a cosechar grandes datos de audiencia, precisamente con 2.492.000 espectadores. Esta semana lo más llamativo en la casa de Guadalix fue la visita de María Teresa Campos. La antigua reina de la televisión anda promocionando su libro ¿Amar para qué?. Y ya se sabe que los autores son capaces de llevar a cabo cualquier cosa, por estrambótica que sea, para intentar vender libros, como puede atestiguar quien escribe estas líneas. El caso es que la Campos y Mercedes Milá charlaron, entre otras cosas, sobre el desbordante escote de la segunda. Otra vez huelgan más comentarios. 

"Se lo han inventado"

También porta un potente pechamen cierta joven que ha sido noticia en televisión esta semana. De hecho, su mote se refiere a lo voluminoso de sus senos. Nos referimos, como ya habrán adivinado, a Isabel Mateos, a quien se ha rebautizado burdamente como La pechotes. Tras saltar a la fama por mantener una buena amistad con el travieso Nicolás, en las televisiones se peleaban por lograr la primera entrevista con ella. Esta vez se ha llevado el gato al agua Espejo Público (Antena 3). Cuentan quienes asistieron a esta gloriosa exclusiva que la joven mostró su enfado con el sobrenombre al que responde. "Se lo han inventado. En la vida me han llamado así. Estoy indignada". Nosotros también, Isabel. 

Después de repasar tan edificante actualidad televisiva, es obligado que esta pieza irresponsable repare en una noticia publicada aquí mismo esta semana que ha generado un enorme revuelo en las redes sociales. Resulta que el Tribunal Supremo ha dado la razón a José María Calleja frente a Isabel San Sebastián en el litigio que ambos mantenían desde su brutal enfrentamiento en el programa 59 segundos años atrás. Considera el Alto Tribunal que decir que alguien "ha engordado a ETA con su silencio" o que "defiende a la extrema derecha, golpista y antidemocrática" no es un delito. Proferir estas expresiones, de evidente mal gusto, se enmarca en la legítima contienda periodística. Con esta justicia sobre la televisión, ya se entiende por qué ningún juez ha cerrado ya Sálvame, Mujeres y hombres y viceversa u otros engendros similares. 

  

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