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Sociedad

Los argentinos vitorean al papa como a un nuevo Maradona

Para qué negarlo. En Italia la elección del jesuita argentino ha sentado mal, como muestra la prensa. El Corriere della Sera titula “La sorpresa de Francisco”, y no sirven de consuelo el origen italiano de Jorge Mario Bergoglio y la elección como nombre del que tiene el santo italiano más universal, San Francisco de Asís. La Conferencia Episcopal Italiana envió un correo electrónico en los minutos entre la fumata blanca y la aparición del cardenal elegido que éste era el arzobispo de Milán Angelo Scola. El diario turinés La Stampa ha publicado que Scola, en quien los italianos confiaban para reconquistar el papado, había sido “traicionado” por algunos de sus compatriotas desde la primera votación del cónclave.

El The Times de Londres y el Sun, modelos el primero de la prensa seria y el segundo de la amarilla, coincidieron en reprochar al papa que, en 2011 como arzobispo de Buenos Aires, atribuyese a la Argentina la soberanía de las islas Malvinas.

La otra mano de Dios

Los argentinos se han apropiado del papa con su conocida pasión. Se ha visto a compatriotas suyos en la Plaza de San Pedro gritando “¡Argentina, ¡Argentina!”, como si el resultado del cónclave hubiese sido una final de la Copa del mundo de fútbol. El diario Muy de Buenos Aires sacaba en su portada del día 13 una foto de Messi con el siguiente titular: “Habemus Messi”. Al día, siguiente, la portada para Jorge Mario Bergoglio y exclamación de placer: “El papa es nuestro”. Otro periódico, dedicado a deportes, Olé, sacó una foto del papa saludando mano en alto con el titular “La otra mano de Dios”, en alusión al futbolista Diego Armando Maradona. Muchos argentinos hablan de la dupla que ya tienen: Messi en Barcelona y Francisco en Roma. Algunos unen a este dúo otra persona para formar un tridente argentino de resonancia mundial: Máxima Zorreguieta, reina consorte de Holanda.

Por el contrario, en la Casa Rosada la elección ha sentado a cuerno quemado. Según un columnista de La Nación, el pasmo y el enfado fueron los sentimientos con que los jóvenes K acomodados en la sede presidencia acogieron la elección del cónclave: «Sonrisas nerviosas, caras largas, decepción, llamadas por teléfono celular y expresiones de indignación. “Somos un gobierno revolucionario y el nuevo papa dijo que el matrimonio gay era parte del plan del diablo”, refunfuñó una funcionaria de corta edad. Según confiaron fuentes oficiales a La Nación, el ánimo de los altos funcionarios no era mejor. La frase más escuchada: “¡No podemos tener tanta mala suerte!”».

Contra el imperio del dinero

Y es que el papa Francisco, como arzobispo de Buenos Aires, se enfrentó a la política de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, desde el matrimonio homosexual al choque con el campo.

Entre las novedades que se van conociendo del nuevo pontífice están sus discursos y cartas en las que fustiga la pobreza, la explotación laboral y la prostitución, y también a quienes callan ante ellas o las causan. En septiembre de 2001 afirmó: “Mientras haya esclavos en Buenos Aires, voy a decir lo mismo, en esta ciudad la esclavitud está a la orden del día, hay chicos en situación de calle desde hace años, no sé si más o menos, pero hay muchos. Esta ciudad fracasó y sigue fracasando en librarnos de la esclavitud estructural. (…) Se cuida mejor a un perro que a nuestros hermanos.”

Y en el mensaje de esta Cuaresma que dirigió a su archidiócesis dijo: “El sufrimiento de inocentes y pacíficos no deja de abofetearnos; el desprecio a los derechos de las  personas y de los pueblos más frágiles no nos son tan lejanos; el imperio del dinero con sus demoníacos efectos como la droga, la corrupción, la trata de personas - incluso de niños - junto con la miseria material y moral son moneda corriente. La destrucción del trabajo digno, las emigraciones dolorosas y la falta de futuro se unen también a esta sinfonía.”

Quizás un papa que proviene de un país antes próspero y donde mucha gente pasa hambre a pocos kilómetros de inmensas vaquerías y trigales tenga otro lenguaje sobre los problemas de los hombres.

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