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Sociedad

El desconsuelo de Belén Esteban, el defensor de Kim Jong-un y la vuelta de José Mota

Belén Esteban no encontraba consuelo tras la salida de su amigo.

Si ustedes no ven Gran Hermano Vip, ganan en salud mental e higiene intelectual, es cierto, pero se pierden momentos de un dramatismo que roza lo inaudito. Este jueves por la noche cuatro millones de compatriotas presenciaron en directo, algunos de ellos con la piel erizada y los ojos acuosos, el desconsuelo de Belén Esteban, la princesa de algún pueblo. Sus lágrimas, sus dolores y sus complejos se desataron, aliados, para provocar un llanto ciclópeo. Acaso miles de espectadores, compungidos y solidarios, cambiaron de canal para no tener que presenciar tamaño sufrimiento. Pasaban los minutos y Belén, la madre de Andrea y ex de Jesulín, no podía contener su llanto. Era una imagen angustiosa y terrible, real como la vida misma, que erosionaba hasta al televidente menos sensible.

Sus lágrimas, sus dolores y sus complejos se desataron, aliados, para provocar un desconsuelo ciclópeo. Acaso miles de espectadores, compungidos y solidarios, cambiaron de canal para no tener que presenciar tamaño sufrimiento

¿Por qué?, se preguntarán los pocos que no sepan de qué estoy hablando. Resulta que el público, soberano, decidió que saliera de ese manicomio de Guadalix el periodista Víctor Sandoval, que en los últimos días ha dado rienda suelta a su lengua viperina a base de ataques permanentes a otros concursantes. Este hombre era "su gran apoyo en la casa", por utilizar el vocabulario del reality, y ella se sintió de repente sola y desamparada, la pobre, sin consuelo posible al daño que acababan de infligirle esos espectadores que tanto la quieren. En román paladino, un drama exagerado –como todos los dramas-, de dimensiones bíblicas, propio de este programa que cautiva a más audiencia cada semana. Me aguijonea el alma pensar si podré recuperarme de semejante trance.

Un reportaje tremebundo

De los lloros incontrolables pasamos a lo más absurdo que se puede ver estos días en televisión. Esta semana uno de los programas más comentados ha sido En tierra hostil (Antena 3). El reportero Jalis y su equipo se adentraron en las profundas oscuridades de Corea del Norte, ese régimen dictatorial y salvaje que dirige con mano de hierro el dictador Kim Jong-un. En la emisión del programa, que por cierto batió su récord de audiencia, quedaron al descubierto algunas de las lindezas que perpetran el dictador y sus mariachis contra sus opositores y/o "traidores".  Aquí ya se ha dado cuenta de algunos ejemplos de sus purgas y brutalidades varias.

Alejandro Cao de Benós se ha paseado estos días por varios platós y la tensión se ha elevado más allá de lo soportable

El reportaje era un retrato tremebundo porque tremebunda es esa dictadura. Puede que en el espacio hubiera algún momento sensacionalista o exagerado, como casi siempre ocurre en televisión, pero más exagerado es privar de libertad a todo un país, ¿no creen? Pues bien, hay al menos un español que discrepa y considera una manipulación el contenido del espacio. Se trata de Alejandro Cao de Benós, representante en España del régimen de Kim Jong-un. Este hombre se ha paseado estos días por varios platós y la tensión se ha elevado más allá de lo soportable, como ocurrió en Espejo Público, donde varios periodistas simplemente no aguantaron más a Cao de Benós. Huelgan más comentarios.  

La noticia positiva

Ahora sí, tras dos episodios que provocan ardor de estómago, vamos ya con la noticia positiva de la semana. Televisión Española ha anunciado que el próximo viernes, 20 de febrero, vuelve José Mota a La 1. Después de su éxito en el programa de la pasada Nochevieja, el humorista reaparece en la cadena pública con el espacio José Mota presenta…. Y trae consigo nuevas secciones como Todos somos Mr. Bean o Versión Española, además de sus habituales imitaciones, musicales y sketches.

Además de despertar las sonrisas del público, el humorista logra colar y acomodar en el imaginario colectivo algunos de sus personajes o algunas de sus frases

Solo cabe celebrar esta decisión de TVE, cueste lo que cueste, porque volveremos a tener en pantalla a un humorista que casi siempre consigue despertar las sonrisas del público. Y, sobre todo, logra colar y acomodar en el imaginario colectivo algunos de sus personajes o algunas de sus frases. Un tipo que, a pesar de ser demasiado repetitivo y hasta cargante por momentos, crea cultura popular con sus bromas y consigue lo que más necesita TVE: audiencia. Muchos espectadores tendrán en mente el horario de emisión del programa (los viernes, a las 22.00) porque arderán en deseos de verlo cada semana e incluso dejarán de hacer otros planes solo para sentarse frente al televisor. Esa es la muestra de su éxito. Además, gracias al regreso del cómico a partir de ahora veremos a menudo en la cadena pública a Pablo Iglesias, aunque sea de pega.  

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