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Sociedad

Adiós a las mujeres modélicas: llegan las 'malas madres'

Adiós a las mujeres modélicas: llegan las 'malas madres'

Una madre exultante, feliz con su bebé en los brazos. Una madre que renuncia y que es infinitamente generosa. Una madre luchadora, que puede con todo por sus hijos. Todos tenemos en la mente la imagen idílica con la que, desde el principio de los tiempos, se ha representado a las madres. Pero ¿y si el ideal de la maternidad fuese sólo eso: un ideal? Bajo esta premisa se viene extendiendo un fenómeno que ya ha generado un importante debate social entre las nuevas generaciones de mujeres. Son lo que se ha bautizado como las 'malas madres': una corriente que clama por una maternidad real, alejada de los parámetros de la mamá superwoman y basada en una necesidad cada vez más acuciante para la mujer trabajadora: la conciliación

Las pioneras en España -y también responsables del término- se lanzaron a la reivindicación pública de este concepto allá por 2013 a través del Club de Malas Madres, fundado por la creativa publicitaria Laura Baena. Defendían ser ellas mismas y que no solo les definiesen sus logros como progenitoras; luchaban por romper ese molde de perfección en el que sentían que tenían que encajar; y, además, reivindicaban una crianza corresponsable en la que ambos miembros de la pareja se involucrasen al mismo nivel.

En poco más de tres años, han acumulado una masa de seguidoras en las redes sociales -37.800 en Twitter y más de 260.000 en Facebook-, impulsando, entre otras cosas, una asociación por la conciliación bautizada como #YoNoRenuncio, que decidieron crear tras constatar, a través de un estudio de elaboración propia, que el 80% de las madres profesionales en España tienen dificultades para compaginar su vida profesional y personal.

Las 'malas madres' claman por una maternidad real, alejada de los parámetros de la mamá 'superwoman' y basada en una necesidad cada vez más acuciante para la mujer trabajadora: la conciliación

El fenómeno no es nuevo. Ya a principios de esta década, estos postulados comenzaron a coger fuerza en la blogosfera anglosajona, donde destaca el éxito del blog de la escritora estadounidense Catherine Connors, Her Bad Mother. El debate sobre la nueva maternidad va de la mano de otras discusiones globales, como la relativa a la depresión post-parto, la decisión de no tener hijos o el arrepentimiento maternal, que hace unos meses reavivó en España la socióloga israelí Orna Dornath con la publicación de su libro 'Madres arrepentidas' (Reservoir Books), en el que 23 mujeres participantes en un estudio explican las razones por las que, si volvieran atrás en el tiempo, no volverían a tener a sus hijos. 

Los tabúes y la presión social que sufre la mujer a la hora de decidir sobre su maternidad también se pusieron de manifiesto, generando una tormenta mediática en España, cuando la periodista Samanta Villar documentó su embarazo para después publicar un libro, 'Madre hay más que una' (Planeta) donde denunciaba el "relato único de la maternidad" como "un estado idílico" y aseguraba que "tener hijos es perder calidad de vida", pese a los momentos "preciosos" que trae consigo.  

"La idealización de la maternidad no trae nada bueno, porque los modelos idealizados son imposibles de alcanzar y sólo traen frustración", opina Cira Crespo, doctora en Historia, madre de tres niñas, autora de 'Maternalias, de la historia de la maternidad' (ObStare) y coautora de 'Madres en Red, del lavadero a la blogosfera' (Clave Intelectual). Para Crespo, la emancipación de la mujer trabajadora "ha dejado al descubierto que no es posible que haya una sola persona encargada de todo".

La mayoría de problemas que acarrea la maternidad (la sensación de no ser perfecta, los arrepentimientos) se deben a los pocos apoyos que tenemos las mujeres encargadas de los cuidados"

La historiadora está convencida de que "la gran mayoría de problemas que acarrea la maternidad (la sensación de no ser perfecta, los arrepentimientos) se deben a la soledad, a los pocos apoyos y reconocimiento que tenemos las mujeres encargadas de los cuidados". Y apunta: "El miedo que tengo con todos estos discursos es que se vuelva a poner el foco sólo en la mujer como la única encargada de la crianza y cuidado de los hijos", porque este problema, insiste, es un asunto que "deberíamos afrontar como sociedad".

Sonia Jaén, responsable de Proyectos de la consultora Concilia2, coincide con Crespo. "A las mujeres siempre se nos ha atribuido el rol reproductivo y la idea de que ser mujer va ligado a ser madre. Esto está cambiando", asegura. En este sentido, la consultora defiende que el camino hacia la igualdad pasa por romper con "el rol de la 'buena madre' dedicada exclusivamente a sus hijos y reivindicar el papel de las mujeres que deciden no renunciar a su vida personal y profesional". 

Los padres, piezas fundamentales

Para llegar hasta este punto del debate, la mujer ha tenido que sufrir una serie de transformaciones que le han llevado a cuestionar su papel como madre. El primer cambio, explica Crespo, tuvo lugar con la llegada de la modernidad (entre finales del siglo XIX y principios del XX). De la familia extensa (formada por abuelos, tíos y otros familiares cercanos) se pasó a la "familia nuclear", formada esencialmente por el padre, la madre y los hijos. "En ese nuevo esquema de organización, las madres se quedaron muy solas cuidando", concreta la historiadora.

El segundo cambio se produjo con la incorporación de la mujer al mundo laboral. Fue entonces cuando "quedó en evidencia que una sola persona dedicada al cuidado de los hijos es insuficiente, ya que las mujeres soportaron doble carga laboral: en casa y fuera de ella. Y mientras ellas se incorporaron al trabajo remunerado, no hubo incorporación del hombre a las tareas domésticas", expone Crespo. 

Según un estudio de Concilia2, el 93% de las excedencias por cuidado de los hijos siguen correspondiendo a mujeres

La conclusión es más que evidente: los padres son una pieza clave en el puzzle de la crianza. Pero, a pesar de la mayor conciencia sobre la necesidad de conciliar y los pasos que se han dado desde el Gobierno en este sentido, el reparto de las tareas domésticas sigue siendo desigual. En su balance sobre conciliación con ocasión del décimo aniversario de la Ley de Igualdad, Concilia2 demostró que el 93% de las excedencias por cuidado de los hijos siguen correspondiendo a mujeres. El informe también revelaba que menos del 2% de los hombres aseguraban tener un contrato parcial para cuidar de sus vástagos o de otros familiares dependientes, frente al 18% de las féminas. Los cuidados siguen recayendo fundamentalmente en la mujer.

"Sí que es cierto que, cada vez más, los padres se implican en el cuidado de los hijos y de las tareas del hogar, pero no de manera proporcional a la incorporación de las mujeres al trabajo. Estamos enfrentándonos diariamente a una 'doble jornada' que, por otra parte, nos impide avanzar profesionalmente precisamente por eso, por la falta de corresponsabilidad", explica Jaén. 

Ante la constatación de esta necesidad, ¿qué podemos hacer? Crespo propone poner el foco en el problema de los cuidados -tanto de niños como de personas ancianas y dependientes- implicando a toda la sociedad; e inculcar en el ámbito doméstico la idea de que los hombres "no pueden seguir girándole la cara" a la corresponsabilidad en la crianza. "En las casas con niños pequeños debería haber como mínimo dos personas adultas dispuestas a abrazar o coger aúpas, dispuestas a acompañar al baño, a curar una herida... Cualquier otra fórmula son parches", asegura. Y añade: "Las instituciones también deberían poner de su parte para que las familias no soportaran tanta carga ellas solas con permisos más largos o ayudas económicas. Hay mucho por hacer". 

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