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Sociedad

Colau, Carmena y este otoño caliente dan un respiro a los pobres energéticos

Sebastián, Colau y Évole debaten sobre pobreza energética en una casa de una ciudadana que no puede pagar el recibo de la luz.

La pobreza energética no es un problema nuevo. Desde que empezó la crisis económica, las personas que están en situación real de exclusión porque no pueden poner la calefacción en invierno se han triplicado, hasta alcanzar los 4 millones.

Ahora mismo, hay 1,8 millones de hogares en situación de pobreza energética, según el informe Pobreza energética en España. Análisis económico y propuestas de actuación, realizado por el centro de investigación Economics for Energy. Hasta que los movimientos ciudadanos y los partidos emergentes no abrieron el debate ante la opinión pública hace un par de años, nadie hablaba de este problema, en un país hundido en la miseria con casi 6 millones de parados en los peores momentos de la crisis.

Las mismas compañías eléctricas que se negaban a reconocer a Podemos como partido político y a reunirse con sus dirigentes, las mismas que han ninguneado a Compromís, a las mareas y hasta a Ciudadanos, partido al que ahora veneran como tabla de salvación en Cataluña y en la nueva era post-20D, han tenido que adaptarse a los nuevos tiempos tras los resultados electorales de las autonómicas y municipales de mayo.

Si finalmente llega el frío, hay 1,8 millones de hogares que no podrán poner la calefacción porque no se pueden permitir que se les dispare el recibo de la luz

Los líderes emergentes, con Ada Colau (alcaldesa de Barcelona) y Manuela Carmena (Madrid) a la cabeza, han hecho bandera de la lucha contra la pobreza energética, y las grandes compañías eléctricas, tradicionalmente protegidas por PP y PSOE, han tenido a bien bajar a la calle y asumir unos compromisos que jamás hubieran imaginado en un país como éste, controlado por los oligopolios empresariales y financieros.

Eso ha hecho que las compañías hayan echado el freno a los cortes de suministro de gas y electricidad a aquellos hogares que no pueden afrontar el pago de los recibos energéticos, por exigencia de ayuntamientos como los de Barcelona y Madrid, pero también de otros gobiernos municipales y autonómicos de izquierdas, y a instituciones de todo tipo.

Gracias a esto y también a este otoño tan caliente que da miedo hasta a los negacionistas del cambio climático, la pobreza energética ha pasado estos últimos meses a un segundo plano.

La ‘ola de calor’ o la ‘ola de falta de frío’ que ha asolado España después del verano, esa misma que ha convertido el otoño en primavera, está haciendo que los pobres energéticos puedan sobrellevar estos meses sin sobresaltos.

Si en enero y febrero llega por fin el invierno, algo que dudan ya hasta los más recalcitrantes seguidores de las científicas tesis de José María Aznar y su Fundación FAES sobre el cambio climático, el problema volverá a estar sobre la mesa.

Las eléctricas se han comprometido a revisar uno a uno los recibos de la luz impagados para tratar de evitar los cortes de suministro. Los grandes ayuntamientos, por su parte, han habilitado partidas o fondos para sufragar estos pagos. Pero el problema de fondo sigue, porque la mayoría de los hogares que no pueden pagar la luz sufren el problema del paro y de los altos precios de la luz, que durante la última legislatura se han disparado entre un 70% y 80%.

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