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El fútbol regresa a los barrios liberados de Mosul tras años de prohibición

Niños asombrados con la presencia de un militar, que posan mientras este les saca una fotografía

Hace dos años, el joven iraquí Yunes Jalil Ibrahim fue arrestado por el grupo terrorista Dáesh por jugar al fútbol en una plaza de la ciudad septentrional de Mosul. Esta semana, ha podido participar y ganar un campeonato junto a varios clubes en los barrios liberados del este de la urbe.

Decenas de equipos compitieron en la primera liguilla que se celebra en Mosul, tras tres años de prohibición impuesta por los combatientes del grupo terrorista, y que finalizó este jueves después de cuatro días de partidos, en los que se impuso el club Miled.

Ibrahim, de 17 años, alzó junto a sus compañeros el preciado trofeo, una pequeña réplica de la copa del mundo, y el balón del partido para mostrar a todos que la vida en esta ciudad intenta volver a la normalidad tras años de pesadilla y meses de guerra.

Cuando los extremistas vetaron este deporte en las calles de Mosul, Ibrahim continuó jugando al fútbol a escondidas con sus amigos en el barrio de Al Bakr. Un día, cuando llevaban media hora de partido, una camioneta conducida por tres yihadistas entró de improviso en la plaza y no dudaron en arrestarles, relató el joven a Efe. Les vendaron los ojos y les llevaron a la sede de la "hisba", cuerpo parapolicial del Dáesh. Sólo tenía 15 años, asegura.

Ibrahim vestía una camiseta del FC Barcelona, y uno de los extremistas la rasgó en varias piezas por la cruz del escudo. Según los yihadistas, si él vestía esa equipación significaba que estaba imitando a "los cruzados", en alusión a los cristianos.

Durante tres días, cuenta, fueron torturados con bastones hasta que uno de ellos se desmayó. Después, los "policías" yihadistas les hicieron firmar un documento en el que prometían que no iban a volver a jugar más al fútbol ni a ver la Liga española de este deporte. "Ahora ya hemos vuelto a practicar este deporte del que somos aficionados, a pesar de los tres años de veto", señala Ibrahim.

Veinte latigazos por jugar al fútbol

Otro de los participantes del primer campeonato en los barrios liberados de Mosul es Momen Maher, de 15 años, que dijo a Efe que le encanta este deporte, pero que el Dáesh le atizó en una ocasión 20 latigazos por practicarlo. Desde entonces, su padre le prohibió volver a jugar.

"Nunca imaginé que iba a dejar este deporte porque siempre soñé con formar parte de la selección iraquí, pero mis sueños se han terminado", lamenta afligido. Sin embargo, Maher asegura sentirse muy contento por poder volver a jugar de nuevo a su deporte favorito. "Vamos a seguir retando a los yihadistas", afirma.

La presidenta de la asociación juvenil de Nínive, que reúne a todas las categorías de clubes de fútbol en la provincia, Dina Amar Mohamed declaró que la desaparición de todos los deportes en "la era" del Dáesh supuso una tragedia para todos los jóvenes.

La organizadora de este torneo, con un carácter más lúdico y solidario que competitivo, adujo que durante tres años, los menores han siendo encarcelados y "humillados" por haber jugado a diferentes deportes. Ahora, apostilla Dina, quieren promover más actividades juveniles para "devolver la esperanza y la alegría" tras una "época negra".

Recuperar su vida, aunque los hoyos por proyectiles abunden

El campo de fútbol en el que se celebró el campeonato, patrocinado por una ONG local, tiene un gran hoyo en cada uno de los córners por la caída de varios proyectiles de mortero durante las operaciones militares para expulsar a los yihadistas, que finalizaron en la parte oriental de la urbe a finales de enero.

Militares jugando al fútbol con niños en Mosul

"Como veis, en el campo cayeron varios proyectiles, pero nosotros insistimos en celebrar el campeonato en este campo. Lo hacemos para mostrar que los habitantes de Mosul quieren recuperar su vida a pesar de las dificultades", dijo Ahmad Ibrahim, el presidente del comité que reúne a los equipos del barrio.

En este sentido, el organizador del campeonato, Mohanad al Umari apuntó que muchos espectadores se agolparon en las vallas para seguir con expectación los diferentes partidos. Al Umari arguye que los del Dáesh "vigilaban a los chicos por si jugaban o no al fútbol". Pero ahora, "ya podrán vestirse con su equipación favorita y sin miedo".

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