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España

La financiación a las familias muestra síntomas de mejoría

El grifo de la financiación a las familias se empieza abrir lentamente, pero continúa cerrado el crédito bancario a las empresas. En los próximos meses se confirmará si las informaciones vertidas por el Banco de España son un brote verde o si acaban siendo una mera ilusión estadística, en un escenario económico nacional e internacional cada vez más complicado.

La financiación a los distintos sectores privados de la economía española registra un deterioro constante a lo largo de 2011. En los últimos dos meses, sin embargo, se observa un cambio sutil: mientras empeora aún más la concesión de créditos bancarios a las empresas, la financiación a familias y hogares frena su caída.

La financiación a familias, básicamente crediticia, presenta tasas de variación negativas desde principios de año, pero empieza a recuperarse desde los mínimos históricos de junio. En septiembre se aminora la caída interanual (-1,4%) respecto al mínimo histórico de junio, (-2,0%). Tanto los préstamos a la vivienda como los préstamos al consumo se recuperan en septiembre, con variaciones interanuales de -0,8% y -3,5%, respectivamente, frente a sus mínimos de -1,1% y -5,0%.

Según Banco de España, la financiación a empresas no financieras registra desde mayo de 2011 tasas de variación interanual negativas, cayendo en septiembre un 1,9%, cifra cercana al mínimo histórico de marzo de 2010. Mientras la financiación crediticia desciende un 4,2%, la colocación en los mercados de capitales y los préstamos del exterior continúan con incrementos interanuales positivos, concretamente del 7,9% y 2,4%, respectivamente.

Las empresas que se financian en los mercados de capitales, normalmente las grandes siguen disponiendo de canales de financiación, mientras que aquellas que acuden exclusivamente al sistema bancario, presentan problemas de financiación.

Sistema financiero español

Detrás de la restricción crediticia de la economía española se encuentra la situación del sistema financiero, y la necesidad de una vez por todas de reestructurarlo y garantizar su solvencia.
Desde el pasado verano asistimos por un lado, a una fuerte revisión a la baja en las perspectivas de crecimiento económico global, y, por otro, a una intensificación de la crisis de la deuda soberana periférica de la zona euro. Las entidades bancarias presentan problemas de liquidez, acuden más al Banco Central Europeo, que se convierte en el prestamista de última instancia, y, además, sufren una fuerte caída en el precio de sus acciones. Necesitan recapitalizarse, buscar líneas de financiación alternativas al interbancario, y, por lo tanto, aún cierran más el crédito.
 

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