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España

Chacón, genera más incertidumbre; Rubalcaba, "es más peligroso", analizan en el PP

El dilema en que se debaten los 956 compromisarios que acudirán el próximo fin de semana a Sevilla al congreso socialista no es muy distinto del que tienen en los aledaños del Gobierno y de Génova. Es cierto que los populares no votan en ese cónclave, pero, a fin de cuentas, el sábado también se dirime quién será el líder socialista que se enfrente a Mariano Rajoy durante la legislatura, por lo que se sienten concernidos respecto a los que suceda en la familia socialista.

Los populares  han evaluado los pos y los contras de uno y otro candidato: Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, y admiten que sus "preferencias" están "mitad y mitad". Del primero destacan su "entidad y peligro", considerado un adversario listo y correoso. De Chacón, que es "lo novedoso", con todos los interrogantes de presente y de futuro que ello plantea.

Y es que a Rajoy le genera muchas más incertidumbres e incomodidad tener enfrente a la catalana. Fuentes de su entorno destacan que el presidente del Gobierno conoce más a Rubalcaba, le tiene mejor cogida la medida, se atreve más con él, pisa terreno más seguro sin minimizar al contrario, quien, no obstante, a ojos del PP, siempre ha estado sobrevalorado, detalle puesto de manifiesto con toda su crudeza en el descalabro electoral del 20-N y, unos días antes, en el "duelo" televisivo que protagonizaron los dos candidatos y en el que el socialista elevó ya a Rajoy a la categoría de presidente del Gobierno.

Además, Rajoy y Rubalcaba se conocen de hace muchos años y han tenido vidas políticas casi miméticas. En cambio, Chacón, a pesar de su paso por los ministerios de Vivienda y Defensa, presenta más incógnitas. No se le atribuye ni la misma entidad ni bagaje que a su adversario en la carrera por la secretaría general del PSOE, pero las arenas son, desde la óptica del PP, más movedizas. Además, el hecho de que sea mujer le genera mayor incomodidad a Rajoy, y no porque no esté acostumbrado a trabajar con ellas --Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, Ana Mato, Ana Pastor y Carmen Martínez Castro han sido sus grandes colaboradoras en los últimos años-- sino porque sabe que muchas de sus actuaciones o gestos pueden ser interpretados por la bancada socialista en clave sexista.

Ya ocurrió en muchas ocasiones con los agarrones verbales entre la ex vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y el primer portavoz parlamentario que tuvo Mariano Rajoy, Eduardo Zaplana, en las sesiones de control al Gobierno. El más sonoro ocurrió en marzo de 2006 cuando éste aludió a los "disfraces" de la entonces "número dos" de José Luis Rodríguez Zapatero coincidiendo con un viaje que había hecho a Kenia y Mozambique y en el que acabó vestida con el traje típico mozambiqueño. El comentario provocó un plante de las diputadas socialistas y de Izquierda Unida. De la Vega le contestó que "no sé si es un problema de ignorancia, que sería inexcusable, de maledicencia, que sería intolerable, o de machismo detestable". Todo terminó en la segunda legislatura. Rajoy escogió a Sáenz de Santamaría como portavoz parlamentaria, desinflando dicha estrategia.

A la espera de un interlocutor

 En todo caso, sea quién sea el nuevo líder socialista, el  Gobierno espera tener ya un interlocutor con el que desbloquear todas las cuestiones pendientes. Ahora es el portavoz parlamentario del PSOE, también en funciones, José Antonio Alonso, el único interlocutor del Ejecutivo y del PP, "pero él no puede hacer mucho más que tomar nota", dicen en el Grupo Popular. Fue a él a quién se dirigió el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, para adelantarle el contenido de la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Pero son muchos los temas que hay sobre la mesa: los cambios del sistema financiero, la renovación del presidente de RTVE, las reformas de la Justicia anunciadas por el ministro del ramo, Alberto Ruiz-Gallardón, o el pacto educativo.

Moncloa no puede adelantar ninguna prospección hasta conocer quién se sentará en el despacho de la cuarta planta de Ferraz. También ignoran cuál de los dos, si Rubalcaba y Chacón, puede ser más proclive al acuerdo. Quizá la catalana necesite más que Rubalcaba marcar un perfil propio, más de izquierdas, aunque también recuerdan en Moncloa que Zapatero se distinguió por su política de pactos siendo líder de la oposición, no sin cosechar muchas críticas entre sus propias filas.

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