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España

Chacón siembra el caos en el arranque de su campaña por el liderazgo socialista

 
La convocatoria a la prensa se celebró en un céntrico hotel madrileño con el pretexto de presentar el documento de apertura del debate con vistas al congreso federal de febrero. Pero Chacón eligió el peor día (anuncio del nuevo Gobierno) y los peores compañeros de viaje: nadie reconoció que apoya su candidatura y, para sembrar todavía más confusión, incluso invitaron a Rubalcaba a sumarse al manifiesto.

En síntesis, los siete folios de este documento precongresual denuncia la desorientación ideológica que abate al PSOE, subraya el liderazgo tan endeble que tuvo Zapatero, critica su política económica, avisa de que habrá un mandato del PP muy duradero y, como aviso emboscado a José Blanco, reivindica comportamientos éticos y responsables para todos los socialistas.

El manifiesto lo avalan, además de la propia Chacón, los ex ministros José Borrell, Francisco Caamaño, Juan Fernando López Aguilar y Cristina Narbona. Para mayor escarmiento todavía, ésta última formó parte del equipo electoral con el que Rubalcaba concurrió a las elecciones. ¿Un submarino infiltrado en las filas del enemigo?, se preguntaron ayer algunos socialistas.

Ninguno de los asistentes, entre ellos el emergente alcalde de Soria, Carlos Martínez (mayoría absoluta el 22-M), se atrevió a explicar públicamente el objetivo real del manifiesto. En privado, algunos sí reconocieron que supone el arranque de la carrera de Chacón hacia el timón del PSOE mediante una estrategia que busca echar una tupida red con la que recoger apoyos con vistas al congreso sevillano. Dicha táctica pasa por presentar a Rubalcaba como un dirigente viejo y enrocado en el mismo discurso que llevó a los socialistas a la peor derrota electoral de la democracia.

El acto estuvo tan mal organizado que la rueda de prensa prevista a media tarde derivó al final en el canutazo más caótico vivido por un periodista civilizado. Decenas de informadores, cámaras de televisión y fotógrafos rodearon a Cristina Narbona y a punto estuvieron de poner en peligro su integridad física, como si fueran protagonistas privilegiados de un acontecimiento histórico, casi a la misma hora en la que Rajoy anunciaba su nuevo Gobierno en La Moncloa. Además, la escena se registró en el mismo hotel donde Almunia y Borrell conspiraron lo suyo en sus buenos tiempos, cuando Felipe González dejó al PSOE sumido en un vacío de poder mucho menos grave del que ha legado ahora Zapatero.

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