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La Unión Europea acudirá a la cumbre del G-20 con los deberes hechos

Jose Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, afirmó que eran "medidas excepcionales, para tiempos excepcionales" y mostró su satisfacción por que la UE pueda presentar en la cumbre de Cannes (3 y 4 de noviembre) su "hoja de ruta" para salir de la crisis. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, que también lo es del G20 este año, afirmó que la respuesta europea a la crisis del euro era "creíble y ambiciosa" y debe "aliviar a todos los que esperaban una decisión contundente de la eurozona".

Barroso y Sarkozy contestaron así las declaraciones de inquietud realizadas en los últimos tiempos por los socios de la UE en el G20: EEUU llegó a considerar la crisis de la eurozona como "el mayor riesgo para la recuperación global".

Pero ya con un acuerdo bajo el brazo, los líderes europeos que acuden a Cannes (la UE, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, más España como país invitado permanente) podrán centrarse en otros aspectos de la agenda que la crisis de la eurozona había eclipsado.

Según la UE, en Cannes el G20 debe "lograr avances" en puntos fundamentales: la recuperación económica global, la reforma del sistema monetario internacional, la regulación y supervisión del sector financiero, la volatilidad excesiva de los precios de las materias primas, la liberalización del comercio internacional y la lucha contra el cambio climático.

"Es necesario actuar con determinación para mantener la estabilidad financiera, restablecer la confianza y apoyar el crecimiento y la creación de empleo", dice la UE, quien ha reclamado "compromisos específicos de todos los países del G20".

En la carta que han enviado Barroso y el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, a sus socios del G20, se comprometen a aplicar "de forma rigurosa y oportuna" las medidas para reforzar el euro, pero advierten que estas "por sí solas" no pueden asegurar la recuperación económica mundial.

Dentro de la reforma del sistema financiero internacional, la UE quiere que el G20 garantice que el FMI cuenta con los recursos adecuados para cumplir con sus responsabilidades, por lo que habría que explorar, a su juicio, la posibilidad de mayores contribuciones al Fondo de países con grandes superávits exteriores.

La UE también ha mostrado su interés en enfrentar el desafío de la seguridad alimentaria "dotando de mayor transparencia a los mercados de materias primas" y fomentar la recuperación mundial "apoyando un programa activo de negociación" en la OMC.

Cuando se trata de la regulación del sector financiero, la UE se refiere a la lucha contra los paraísos fiscales, en la "reducción del exceso de dependencia de las calificaciones crediticias" y, sobre todo, a la introducción de un impuesto mundial sobre las transacciones financieras.

La canciller alemana, Angela Merkel, ha anunciado que lo propondrá y lo mismo ha dicho el presidente francés, Nicolas Sarkozy. España, como dijo en París la ministra de Economía, Elena Salgado, también cree que "es una buena idea y tiene todo el sentido".

Sarkozy ha reconocido que el consenso internacional es difícil y por eso ha apostado por constituir "un grupo de países líderes" que arrastre a la opinión pública internacional, idea a la que se sumó Merkel en un discurso ante el Bundestag el pasado miércoles.

En cambio, el Reino Unido ya ha mostrado su desacuerdo por una medida que, si se aplica sólo en la UE y no en el nivel global, perjudicaría los intereses económicos de la City londinense.
Según cálculos de la Comisión Europea, en los últimos tres años los contribuyentes europeos han concedido ayudas y garantías al sector financiero por valor de 4,6 billones de dólares y por eso cree que "ha llegado el momento de que el sector financiero contribuya".

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