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España

FG, Fainé y Botín se movilizan para suavizar las imposiciones bancarias de Bruselas

La gran banca española, o lo que es lo mismo, Emilio Botín (Santander), Francisco González (BBVA) Isidro Fainé (La Caixa) e incluso Rodrigo Rato (Bankia), está que trina con el Gobierno y le exige que frene a la autoridad bancaria europea (EBA), a Bruselas y al G-20, cuyas pretendidas buenas intenciones pueden llevarse por delante el sistema financiero español Unas exigencias de capital superiores al 9% dejan fuera de la solvencia a la práctica totalidad de entidades nacionales, lo que de inmediato ha puesto a las ahora llamadas “entidades sistémicas” en pie de guerra.

Este nuevo marco supondría un paralelo recorte del crédito pero, además, provocaría también una minusvalía en las carteras de deuda que los expertos sitúan en el entorno del 20% (sobrevuela incluso el fantasma de la quita), algo dramático para los grandes bancos domésticos (también para los pequeños), ya que son los grandes financiadores del Tesoro. Sus posiciones en cartera de Deuda Pública española son ingentes, no en vano es considerado el activo más seguro de España.

Unas exigencias de recapitalización de este calado provocarían una fuga de inversores en busca de lugares más seguros y nuevos recortes de rating. Eso elevaría el tipo de interés de los bonos, que ya está ahora mismo por encima del 5%, una cota nada lejana del llamado ‘punto de no retorno’. Y no hay que olvidar que la rentabilidad del bono heleno está muy por encima del 20%. Concretamente, el 24%.

Los grandes bancos españoles se han movilizado pidiendo a Zapatero que pare esto, para evitar que vuelva a repetirse el ejemplo griego. Así lo aseguran desde la oposición, donde dicen haber recibido también llamadas de sus presidentes en este sentido, preocupados por la falta de presión de un Zapatero que ya se marcha y que, además, es consciente de que salvo un milagro, su formación no repetirá al frente del país.

La presión de las “entidades sistémicas” es más que lógica. Hay mucho en juego. Para ellas, para la economía y para la ciudadanía. Arrojar a España al foso de la insolvencia o la desconfianza es seguir el camino heleno. “Y hasta aquí hemos llegado”, le han dicho al PP, por distintos cauces, Santander, BBVA, o La Caixa. No en vano, estas firmas no han precisado rescates, e incluso Bankia ha logrado salir al mercado con una respuesta más que aceptable.

No sólo cabe hablar de los sistémicos. Popular, Sabadell, Bankinter… todos contemplan con mucha preocupación que se les ponga un listón tan alto que sea del todo imposible de saltar. Sobre todo en momentos como los actuales, en los que continúan dando pasos para dar respuestas a la crisis.

Esta semana se ha conocido la posible fusión entre Popular y Pastor, mientras Sabadell y Bankinter tampoco están quietos y buscan operaciones para reforzarse. También necesitan que les defienda un Gobierno de unos requerimientos que les pueden llevar a la fosa.

Y de nuevo aparece sobre el papel la lucha entre Francia y Alemania, defendiendo a su sistema para que se vea lo menos afectado posible por la crisis griega y la cierta sospecha entre la comunidad financiera nacional sobre la escasa simpatía con que miran a España, país que, sorprendentemente tiene los bancos más grandes de Europa. Hay que exceptuar a Reino Unido, economía que ha visto cómo sus grandes colosos bancarios caían de manera bochornosa, pero, pese a la indigestión de ladrillo, el sistema bancario español está capeando la crisis con cierto decoro. La puntilla no puede llegar desde Bruselas y por ello se están movilizando con armas y bagajes nuestros grandes colosos financieros.

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