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Tensión, censura y represión en Egipto ante la pasividad del Gobierno

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Al final parece que la revolución social que llamó la atención del mundo y de la red a principio de año no ha traído el cambio que exigía la plaza Tahrir. Los últimos incidentes en El Cairo, calificados como los peores desde el 25 de enero, han puesto en evidencia al nuevo régimen, que sigue sin traer la igualdad entre ciudadanos que intenta vender desde su comienzo. La llamada 'revolución de Facebook' no ha logrado avances en el país. 

La inacción del Gobierno egipcio está agravando la tensión entre musulmanes y coptos a su máximo extremo. Según el diario digital Ahram Online, el Comité Nacional de Justicia advirtió antes de que se produjera la primera manifestación, el 4 de octubre, al primer ministro, Essan Sharaf, de la alta posibilidad de disturbios tras el asalto el pasado 30 de septiembre a una iglesia cristiana copta en Asuán, ciudad de mayoría musulmana. Finalmente, los disturbios se produjeron el pasado domingo, 9 de octubre, ante la sede de la televisión estatal, en el distrito cairota de Maspero. Los manifestantes protestaban por la “desinformación” y el “abandono y la persecución que están sufriendo los coptos”.

Según la versión oficial, 21 personas fallecieron y otras 329 personas resultaron heridas durante estos incidentes, principalmente por heridas de bala y atropellos con vehículos blindados ligeros, que la policía militar empleó para disolver la protesta. Los coptos denuncian que la cifra de fallecidos sería superior en al menos otros doce, a los que se sumarían al menos otras siete muertes producidas durante un tiroteo efectuado por islamistas radicales salafistas en el Hospital Copto, donde recibían tratamiento los heridos. Según estos datos, el número total de muertos desde el domingo sería de alrededor de 40, casi el doble de la cifra facilitada por las autoridades egipcias.

Los testigos denuncian que la policía militar fue a “dar caza” a los manifestantes, entre los que también había musulmanes, que protestaban por la situación que se está viviendo en Egipto. Vozpópuli ha podido contactar con Ismael, un ingeniero español desplazado al Cairo, que afirma que “la mayoría de los musulmanes condena los hechos pero los salafistas, los más radicales, apoyan la represión”. Esta misma fuente afirma que los controles de seguridad a la entrada de los hoteles para extranjeros se han endurecido considerablemente y que la policía turística tiene una mayor presencia ante la evolución que puedan seguir los hechos. “Ya han quemado tiendas y locales coptos. Los cristianos tienen miedo”, además de desconfianza hacia el ejército, al que ven como un aliado de los salafistas tras la represión del domingo.

Esta represión se ha manifestado también en forma de censura en los medios de comunicación, ya que la cadena de televisión privada 25 Channel fue asaltada por la policía militar, según dicen, en busca de vídeos de los disturbios del pasado domingo. El canal televisivo Al-Hurra también ha sido víctima de la censura y fue intervenido durante la cobertura de los sucesos del domingo, que debió ser interrupida inmediatamente. La prensa extranjera tampoco se libra, ya que varios corresponsales han sido devueltos a sus países de origen. Ante este ocultamiento de la información, cerca de un centenar de manifestantes coptos decidieron acampar ante la sede de la televisión pública. En estos momentos, según afirman las fuentes consultadas, custodian la zona grupos de militares y antidisturbios, ante la posibilidad de nuevos incidentes.

Los coptos también acusan a los medios de comunicación estatales de incitar a la persecución. Según recoge Ahram, estos medios han llegado a pedir al público egipcio que se desplace a Maspero en masa para defender a los soldados egipcios de lo que ellos han descrito como “manifestantes cristianos enfadados”. Según cuentan las fuentes consultadas, estas peticiones también se han podido escuchar en otros espacios públicos, donde, por propia iniciativa, los salafistas animan a otros musulmanes a “unirse al ejército a la lucha contra los infieles”.

Y todo esto está ocurriendo ante la pasividad del primer ministro que, pese a las advertencias y a haber recibido una serie de recomendaciones del Comité Nacional de Justicia para evitar la escalada de violencia, ha respaldado con su inacción estos hechos, recordando las decisiones políticas de un pasado reciente. “No han debatido seriamente ninguna de nuestras recomendaciones sino que prefirieron intentar encontrar justificaciones para postponer su respuesta a la crisis”, denuncian desde el Comité. “Es el mismo estilo utilizado por el régimen derrocado”.

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