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España

Felipe VI devuelve en Gerona las bofetadas al 'rey Arturo'

Dos sonoras bofetadas le aguardaban en Cataluña a Felipe VI en su primer desplazamiento oficial tras su proclamación. La primera, la reclamación de un referéndum sobre monarquía o república en el Parlamento catalán, en una sesión celebrada escasas horas del aterrizaje del rey en Gerona. La iniciativa era de IC y contó con la abstención de CiU, PSC y hasta Ciudadanos. Sólo el PP consideró absurda la propuesta, inviable desde esa instancia parlamentaria. La segunda ocurrió ya en Gerona, el lugar de los actos.

Una cita en privado

Acudía Su Majestad a la entrega de premios de la Fundación Príncipe de Gerona, una cita cerrada desde hace meses y que el monarca no quiso cancelar. La Generalitat buscaba un gesto, un 'aparte' entre el rey y el presidente de la Generalitat, que no pudo concretarse durante los actos de proclamación hace ahora una semana. Sin embargo, cuando los servicios de la Generalitat fueron informados de que tal posibilidad no estaba contemplada, Artur Mas, famoso por sus desplantes y sus infantiles pataletas, optó por no acudir al acto de entrega de los premios de la Fundación de la que es vicepresidente. Su excusa no pudo resultar más ofensiva: un acto de fin de curso en un centro de formación profesional. Sí acudió luego a la cena posterior, ya sin cámaras ni periodistas.

Felipe VI se mostró conciliador y complaciente en su jaleado mensaje de la noche del jueves, que pronunció en catalán y castellano. Mitad y mitad. Un gesto que había reclamado Mas tras la proclamación, pero que iba destinado a la sociedad catalana, con la que la Corona quiere mantener una activa línea de entendimiento. Don Felipe ha visitado ya siete veces Cataluña en lo que va de año. Y no precisamente para encontrarse con Artur Mas o por bailarle el agua a CiU, sino para subrayar que la monarquía española es la monarquía de todos, incluida de los catalanes, piensen como piensen y voten a quien voten. Dijo el rey, en su aplaudida intervención, que la Corona quiere estar muy presente en Cataluña.

Preocupación y obsesión

La cena tampoco se desarrolló conforme a los inauditos planes del president. Sin focos ni testigos incómodos, estaban presentes, como es habitual, todos los grandes empresarios del Ibex que ejercen de patronos de la entidad, amén de destacados representantes de la sociedad civil catalana. Felipe VI los conoce bien. Ha conversado con casi todos ellos tanto en público como en privado, los ha visto en Barcelona y en Palacio, mantienen conversaciones telefónicas y existe una línea caliente de información a través de distintos mensajeros. Cataluña es asunto que preocupaba enormemente a don Juan Carlos y no menos aún le obsesiona a su hijo.

La Generalitat buscaba el compromiso de la Zarzuela para concretar ese encuentro de Mas con el monarca para abordar la 'patata caliente' de la deriva soberanista. La estrategia del gobierno catalán es mostrar a un rey abierto a un diálogo que el gobierno de Mariano Rajoy rechaza. Los equipos de la Generalitat empezaron a solicitar ese encuentro el día después de la proclamación de Felipe VI, acto en el que Mas buscó un absurdo protagonismo al negarle el aplauso. "Antes o después del verano habrá una cita", llegó a sugerir Francesc Homs, el portavoz del Govern y mano derecha del presidente catalán.

Informes a Rajoy

En la tibia noche ampurdanesa del jueves, Artur Mas sufrió una nueva decepción. Don Felipe, que asistió acompañado por la reina doña Letizia, se mostró amable, cordial y simpático durante toda la velada, pero institucional e inflexible en cuanto algún comensal depositaba algún 'plato' político sobre la mesa. La Zaruzela y Moncloa van de la mano en estos primeros pasos del nuevo reinado. Y esta visita a Cataluña era un campo de minas, 'una visita trampa'. En Madrid, los oteadores de Rajoy seguían con atención el desarrollo de los acontecimientos. Jorge Fernández, titular de Interior, oficiaba de ministro de jornada y no perdía ripio de cuanto ocurrió en la velada. Fue luego el encargado de 'pasar el parte' al presidente del Gobierno. Sin sorpresas, todo correcto, fue el resumen del informe.

Artur Mas salió tan trasquilado que, esa misma noche, tras concluir el ágape, su equipo de comunicación en encargó de hacer llegar a los medios que el president no había solicitado audiencia alguna con el rey, pese a lo que había manifestado públicamente su mano derecha Homs. En la mañana del sábado, fue el propio Mas quien se encargó de desmentir una información periodística en esta línea, publicada por el diario La Razón y aseguró que "no he pedido hora con el rey, no quiero ponerle en un compromiso". Al rey no se le pide hora, como si fuera un dentista, se solicita una audiencia y se concede o no se concede, dijeron a este diario fuentes de la Casa Real.

El discurso del 'rey bilingüe' fue muy bien recibido en la sociedad catalana, y de eso se trataba. El equipo de Zarzuela valora con satisfacción el resultado del viaje a Gerona, al margen de las consideraciones que se efectúan en estas horas en el entorno soberanista. Artur Mas, el viernes, hablaba del “carácter dialogante de Cataluña y de su voluntad de negociar”, en una invectiva hacia Moncloa con derivada indirecta a la Zarzuela.

Artur Mas se va

Mientras tanto, en los cenáculos independentistas cobra cuerpo la teoría de que el actual presidente de la Generalitat tiene ya decidido renunciar al carro, una vez superada la fecha del referéndum separatista del 9 de noviembre. Es un hecho que la consulta no se llevará a cabo y entonces se abrirá el denominado proceso de 'construcción nacional', que pasa por la convocatoria de unas elecciones plebiscitarias en las que CiU y ERC concurrirían en coalición con Oriol Junqueras como cabeza de lista. El tiempo de Mas parece llegar a su fin. El problema para Moncloa, y para España, es el Parlamento que emergería de esos comicios plebiscitarios catalanes. La fecha podría ser antes de las municipales de mayo o después de las generales.

 

 

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