Quantcast

España

La increíble metamorfosis de doña Letizia: de cómo la reina sepultó a la princesa en treinta días

La reina Letizia, durante el almuerzo con el que el presidente francés, François Hollande.

"Es muy complicado el papel de una Reina", confiesa un veterano monárquico muy próximo a don Juan Carlos, el Rey emérito ahora abducido por el silencio hasta casi la evaporación. La Reina ha de prestar un apoyo sin fisuras a su esposo pero sin arañar ni un ápice de protagonismo. "No es más que Reina consorte, no se olvide. Y a veces, se temía que doña Letizia podría olvidarlo", apunta este testigo privilegiado que hace unos meses integraba la legión de escépticos o de críticos para con la hasta hace un mes Princesa de Asturias.

Hay notable satisfacción en Zarzuela sobre cómo están saliendo las cosas. Ni un paso en falso, ni un resbalón. Todo milimétricamente estudiado y minuciosamente ejecutado, al estilo que impone don Felipe, un obseso de los detalles. Y al estilo, también, de Jaime Alfonsín, el jefe de la Casa Real desde hace un mes, escrupuloso hasta el agotamiento. También la Reina puede sumarse sin problemas a este club de la 'obra bien hecha'. Controla, vigila, ensaya, y no deja un punto al azar. Por ejemplo, su primer acto en solitario como Reina fue la inauguración de la exposición de El Greco en el Museo del Prado. Cultura 'high level'. Su primer discurso en público fue en un cónclave internacional de la Cruz Roja, la ONG con mejor imagen y de mayor repercusión en el mundo. Allí fue donde doña Letizia respondió en inglés al involuntario piropo del representante de Filipinas, que le cambió el nombre: "Queen Felicity", dijo el despitado. Y ella respondió: "Me gusta eso de Reina Felicidad".

Objetivo número uno

"Conectar con la sociedad" es el mantra impuesto desde Zarzuela e impulsado por Felipe VI. Ese es el objetivo de la nueva etapa de la Institución después de años de errores y sinsabores. Un objetivo que casi es una obsesión. Este mes ha sido frenético para la pareja real. Audiencias y recepciones a todos los estamentos de la sociedad, económicos, políticos, institucionales, sociales. La Reina, siempre sonriente, siempre activa, locuaz y simpática. Tanto con los representantes de las víctimas del terrorismo como con las asociaciones de gays y lesbianas. "Siempre en su sitio, con el tono y el gesto adecuado", apuntaba un miembro del Gobierno, escasamente partidario hace unos meses. "Ha sido una transformación espectacular". Ha madurado, en gestos y forma. Y hasta ha embellecido. "Es obvio que está mucho más agusto con su papel y con ella misma", apunta la mencionada fuente.

Se le reprochaba que apenas sonreía, que siempre parecía incómoda, huraña, distante y nada comunicativa. Cerca de ella había incluso quien le mencionaba los ejemplos de Kate Middleton o Máxima Zorreguieta, ejemplares en su afabilidad y su saber estar. No era feliz la princesa, y se notaba. Rumores continuos, baches matrimoniales, relaciones imposibles con su suegro. Estaba incómoda en Palacio y también fuera de él. Surgió entonces lo de su "espacio privado" para respirar. Y lo de "princesa de nueve a cinco". Desde el entorno del Rey Juan Carlos le disparaban con arcabuces. Una situación muy complicada para alguien que no había nacido para disfrutar de más reino que el de un plató de televisión.

De blanco impoluto y sin mantilla se presentó acompañando al Rey en el Vaticano, en el encuentro con el Papa Francisco que resultó un enorme acierto. Igual que otros desplazamientos al exterior, en especial a Rabat, plaza muy complicada, donde alternó con astucia una prudencia exquisita con delicados 'look' de cuento oriental. "Toda una Reina", comentó discretamente un experimentado funcionario de Exteriores presente en el viaje.

Profusión de 'selfies guays'

Matener el equilibrio en la campaña de "conectar con la sociedad" no resulta demasiado sencillo. Siempre se corre el riesgo de pasarse, de 'pisar el palito' de lo correcto y rozar lo excesivamente popular. Desde pasar por 'Olivia te cuida', el modesto figón próximo a Alonso Martínez, de a 8 euros menú, a la profusión de 'selfies' de la pareja real que se han colgado durante estas semanas en las redes. El último, en la multisala Kinépolis y a propuesta, curiosamente, de la propia Reina, ante el asombro de dos jovencitas con las que luego conversó un largo rato mientras el Rey aguardaba el fin de la charleta. Encontrar el justo medio seguramente va a ser labor de Don Felipe, más austero y menos expansivo.

En Zarzuela, ahora, se comenta por doquier que "todo va bien". Jordi Gutiérrez, el nuevo director de Comunicación, durante años fiel colaborador del Príncipe de Asturias, controla con exquisita mano izquierda las siempre enrevesadas relaciones con los medios. Dos días duró la polémica sobre el lugar de vacaciones. Saltó la especie de un brusco cambio en la tradición. Nada de Mallorca. Nuevo destino: Almería. Raudamente, la Casa emitió un comunicado para poner las cosas en su sitio. Será en Marivent como todos los años. Con posado estival incluido. No cabe incurrir en errores del pasado y los veranos los carga el diablo. Las últimas vacaciones reales fueron un auténtico disparate, con rumores de crisis matrimonial, ruidosas espantadas y sesiones tormentosas con profusión de aparato eléctrico. Nada de eso volverá a ocurrir. Al menos este año. "La Reina está encantada, en su salsa, muy satisfecha", dicen en su entorno. La 'operación Reina Felicidad' no ha podido arrancar mejor.

Tras el bienio negro de la última etapa del reinado de don Juan Carlos, la Institución precisaba un revulsivo potente. La abdicación estaba preñada de riesgos. La Corona atravesaba por el peor momento desde la restauración democrática. La figura del Rey se arrastraba bajo mínimos por los estudios demoscópicos. El cetro necesitaba, urgentemente, pasar a otras manos. Y así se hizo. Rauda y atropelladamente. Veinte días de "chapuzas", como lo definió el ingenuo del presidente del Congreso. Algún día se sabrá qué precipitó el plan, que ocurrió relamente en esas horas que cambiaron el destino de nuestra Monarquía.

Pero consumada la proclamación, 'la nave va', en palabras de la mencionada fuente muy próxima al viejo Monarca. El factor Letizia, indudablemente, está resultando por ahora un acierto. No es fácil, pero si se mantiene entre la humildad y la prudencia y persiste en airear su rostro más amable, habrá cumplido su papel a la perfección. Consolidar la Institución es el nombre del juego. Y no es tarea fácil.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.