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España

La caída de Tomás Gómez agudiza la crisis del PSOE y aumenta las dudas sobre el liderazgo de Pedro Sánchez

Tomás Gómez abraza al candidato socialista a la Alcaldía, Antonio Miguel Carmona, tras conocer su destitución.

Entre el golpe de mano contra Tomás Gómez y la primera explicación ofrecida desde la cúpula del PSOE sobre esta decisión, mediaron ayer más de tres horas. La liquidación del candidato a la comunidad de Madrid se produjo en una reunión extraordinaria de la ejecutiva federal sin que ninguno de sus miembros, por lo que se ve, esperara la dura reacción con la que el propio Gómez y su equipo respondieron a su liquidación política. “Hemos recurrido a una cirugía in extremis para evitar el descalabro electoral”, comentaban ayer en la cúpula socialista de la calle Ferraz para justificar el barrido del partido en Madrid. Desde el PSM, no se disimuló el motín: “Esto está muy lejos de haberse acabado, probablemente no ha hecho más que empezar”.

Pedro Sánchez se ha apoyado en Rubalcaba para enterrar la carrera de Tomás Gómez

La lucha de poder dentro del PSOE ha derivado en una guerra interna que se librará en varios frentes: el control del partido en Madrid, la elección de los candidatos a las elecciones de mayo y la pugna por quien se aupará al cartel de las legislativas previstas para noviembre. Todo ello en el mismo paquete a poco más de un mes de los comicios andaluces y a cien días del doble examen electoral en el que Pedro Sánchez y la ejecutiva nacida del congreso extraordinario de julio se juegan su supervivencia.

Ninguneado por la andaluza Susana Díaz, enfrentado a buena parte de los barones regionales y con la mitad de su ejecutiva ocupada por “traidores”, Pedro Sánchez no estaba en condiciones de encarar un reto de tanta envergadura como el de Podemos, que emerge en las encuestas más fiables como la segunda fuerza política en el futuro Parlamento. Según fuentes cercanas al secretario general, estaba obligado a dar un golpe de mano en Madrid, la plaza donde él y el propio partido pueden jugarse la supervivencia, siempre dependiendo también de lo que pase en Andalucía el próximo 22 de marzo.

El tranvía de Parla, un pretexto

La polémica sobre el tranvía de Parla solo ha sido el pretexto que necesitaba Pedro [Sánchez] para dar este golpe de mano en la organización de Madrid e intentar reforzar su autoridad”, mantiene un miembro de la ejecutiva federal. Las razones son sencillas: las encuestas que maneja el PSOE anticipan un serio batacazo en la comunidad madrileña con Tomás Gómez de cartel electoral. No es un dato novedoso. En las últimas elecciones autonómicas, sin Podemos en el campo de juego, Esperanza Aguirre le sacó casi 25 puntos de distancia mientras el suelo electoral del PSM cayó hasta un porcentaje de apoyos del 26%. “Ahora todavía podría haber sido peor, con Podemos camino de convertirse en primera fuerza de la izquierda en Madrid”.

Todos en el PSOE veían en Tomás Gómez un candidato seguro para la derrota en Madrid

Pero no todo es demoscopia en la decisión tomada ayer. Pedro Sánchez y Tomás Gómez siempre se han aborrecido en el plano personal. Nunca hubo química entre ellos y la mayoría de las opiniones recabadas por el secretario general para ejecutarle políticamente le han hablado en las últimas semanas de las ventajas de dar el paso. Una de estas voces, a las que Pedro Sánchez concede desde su soledad política mayor predicamento, es la de Alfredo Pérez Rubalcaba. Ambos estuvieron reunidos en la sede nacional del partido el pasado jueves y abordaron, además del próximo debate del estado de la nación, la fuerte división reinante en sus filas. Tomás Gómez nunca fue santo de la devoción de Rubalcaba, de hecho éste último emprendió una ofensiva a principios del año pasado para defenestrarle de la cúpula del PSM y colocar al exministro de Educación Ángel Gabilondo en la competición electoral. Lo que no logró Rubalcaba en su etapa como secretario general, lo ha conseguido Sánchez, aunque vaya a ser a costa de colocar como candidato a ocupar el madrileño Palacio de Correos a un hombre de su cuerda.

Una señal de debilidad, no de autoridad

Sin embargo, lo que se ha pretendido presentar desde el PSOE como una señal de autoridad, la primera del secretario general en sus seis meses de mandato, otras fuentes lo traducen en un claro síntoma de debilidad. Y es que la liquidación de Tomás Gómez como líder del PSOE madrileño a cien días de las elecciones autonómicas y municipales de mayo ha provocado una sacudida de consecuencias imprevisibles en las filas socialistas que, lejos de acentuar la autoridad de Pedro Sánchez, lo que ha hecho es disparar las incertidumbres sobre su liderazgo. “La vendetta no ha hecho más que empezar y lo que arranca siendo un problema local puede convertirse en un terremoto para el partido a nivel nacional que puede abocarnos a una refundación”, apunta un veterano parlamentario socialista. Todos en el PSOE dan a Pedro Sánchez por muerto si en mayo el PP tiene razones para presumir de que ha ganado las elecciones locales y autonómicas. Y Madrid será el gran escaparate, quizás el único que elegirán los dos grandes partidos para medir su éxito o su fracaso.

El líder del PSOE ha dejado en mal lugar al candidato a la Alcaldía, Antonio Miguel Carmona

La crisis es grave porque en la eliminación de Tomás Gómez ha quedado malherido también el candidato socialista a la Alcaldía, Antonio Miguel Carmona, que el pasado miércoles ponía la mano en el fuego por su compañero de desgracias. Tampoco ha quedado en buen lugar el portavoz del Grupo Socialista, Antonio Hernando, que 24 horas antes del terremoto daba también su apoyo expreso al finado. Es la primera vez que desde la sede federal se elimina a un candidato elegido en primarias y aunque hay algunos dirigentes madrileños que celebran este rescate a la griega, hay otros que se sienten humillados y amenazan con convertir el episodio en una sacudida que no respetará fronteras.

Pedro Sánchez ha decidido jugar con fuego, se admite en su equipo, y corre el riesgo de quemarse si continúa en manos de ese “gran organizador de derrotas” que ha acabado siendo Rubalcaba. El tiempo dirá.

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