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España

Fin de la tregua: El flirteo del PSC con el soberanismo erosiona la autoridad de Pedro Sánchez en el PSOE

En el Partido Socialista se recuerda que Alfredo Pérez Rubalcaba las pasó moradas durante el tiempo en que Pere Navarro estuvo al frente del PSC, pues su ejecutiva nunca aceptó de buen grado los flirteos con el frente soberanista que opera en Cataluña. Los permanentes enfrentamientos pusieron a las dos organizaciones al borde del divorcio, hasta que Rubalcaba y Navarro sellaron un pacto de no agresión que colocó las tensiones en punto muerto.

El pacto de no agresión entre el PSOE y el PSC vuelve a estar en la cuerda floja

La llegada de Pedro Sánchez al timón del PSOE no ha resuelto los problemas y la tregua se ha roto. Con Miquel Iceta al frente del PSC, solo se ha disfrazado el navajeo, reconocen fuentes del partido. Los socialistas catalanes han querido garantizarse la autonomía de la que casi siempre han disfrutado y ahora exigen, incluso, tener portavoz propio en el Grupo Parlamentario. Pero lo que más rechazo provoca en el conjunto del PSOE es la alineación del PSC con el frente soberanista. Este viernes, ha apoyado la ley de Consultas promovida por CiU, Esquerra Republicana, Iniciativa y la Candidatura de Unidad Popular (CUP) mientras, al mismo tiempo, rechaza el referéndum que Artur Mas quiere celebrar el 9 de noviembre. "Lo que no le permitimos a Rubalcaba, ¿por qué se lo debemos aceptar a Pedro Sánchez?, se preguntan miembros de la anterior ejecutiva.

Las preguntas del referéndum chocan con la ley de Consultas

Para el conjunto de las federaciones socialistas, esta ambigüedad del socialismo catalán sigue siendo mal entendida por una amplia capa del electorado. Mientras el Gobierno autónomo se ha comprometido a convocar la consulta con dos preguntas acordadas con los republicanos, dentro del PSC hay voces que dudan, incluso, si estas preguntas caben en la ley recién aprobada por el Parlamento autonómico. El propio Iceta ha reconocido en público que se quiere formular una pregunta propia de un referéndum en el marco de una ley de consultas populares no referendarias. Sin embargo, ha avalado esta norma.

En la federación andaluza del PSOE que pilota Susana Díaz se hubiera preferido una votación del PSC en contra de la ley de consultas, teniendo en cuenta que, en una situación de normalidad, tras la suspensión cautelar que dictará el Tribunal Constitucional, todo el mundo aceptaría el papel arbitral de dicho Tribunal y esperaría a su resolución definitiva antes de convocar el referéndum. Este juicio también lo ha defendido Iceta en público, preso de los mismos choques internos que vivió en su partido Pere Navarro.

Regresa la indisciplina al socialismo catalán

Las tensiones dentro del socialismo catalán volvieron a evidenciarse hace unos días en el reciente debate de política general celebrado en Cataluña. Mientras Artur Mas y Oriol Junqueras se plegaron a la hoja de ruta marcada por la Asamblea Nacional Catalana, principal satélite de ERC, el PSC volvió a dividirse cuando dos de sus 19 diputados, Marina Geli y Nuria Ventura, se sumaron al frente soberanista y su portavoz, Maurici Lucena, tuvo que justificar también algunas ausencias en el pleno. Se ventilaba, ni más ni menos, que una propuesta del PP a favor de acatar la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el referéndum. Este episodio no ha pasado desapercibido en las organizaciones del PSOE más potentes, donde se considera rota la tregua iniciada con el PSC tras la salida de escena de Navarro y de Rubalcaba.

Varios diputados del PSC han votado en contra del acatamiento de la sentencia del Constitucional sobre el referéndum

Fuentes del PSOE recuerdan que el doble juego de los socialistas catalanes ante el desafío soberanista viene de largo y que las relaciones con ellos hace tiempo que están sobre el alambre. La sensación que impera en la dirección federal del partido es que los socialistas catalanes siguen mirándose al ombligo sin ponderar el daño que pueden ocasionarle al conjunto de la organización en el resto del Estado cuando acaba de arrancar, precisamente, un ciclo electoral tan largo y complejo. Mala herencia, pésima, para un Pedro Sánchez necesitado de sosiego interno para consolidar su liderazgo.

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