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España

El desorbitado optimismo del gurú Arriola en la reunión de Toledo desconcierta a la cúpula del PP

María Dolores de Cospedal, conversa con los vicesecretarios, Javier Arenas, y Esteban González Pons, al término de la reunión del comité de dirección del PP.

El encierro de la cúpula del PP en Toledo se convirtió en una inyección de optimismo moderado por parte de Pedro Arriola, el mago de las encuestas, el gurú demoscópico de la formación. Según él, casi el treinta por ciento de los votos se irían ahora mismo hacia el Partido Popular, que mantendría su dominio incontestable en el arco parlamentario aunque muy lejos de la mayoría absoluta. Podemos se atasca, aunque queda segundo y el PSOE de Sánchez sigue en su declinar irrefrenable.

Tendencia positiva

Los datos que transmite Arriola suelen ser muy positivos. Pero no siempre acierta. El partido de los 'frikis', esto es, Podemos, se ha convertido en la segunda fuerza electoral de acuerdo con sus propios estudios. Sin embargo, Arriola se mantiene en su línea: no ha cambiado apenas nada con relación a lo que expuso en el encuentro de septiembre. Pero en la cúpula del PP no se muestran tan excesivamente optimistas. De ahí sus reticencias a trasladar a la base de la organización estos sondeos. Primero, porque no acaban de creérselos y, en segundo lugar, porque desmovilizarían a esa gran parte de su electorado que ahora mismo se muestra tremendamente distante con sus siglas. Son más de tres millones de votantes, puro centro, que no comulgan con buena parte de la gestión del Gobierno.

Rajoy, sin embargo, le tiene fe a su asesor. O, al menos, coincide plenamente en el análisis. El Partido Popular, según su presidente, se puede presentar con posibilidades de victoria a las próximas generales porque es el único partido que transmite estabilidad y credibilidad en un panorama sumamente convulso. Esa es su gran baza y eso es lo que se pretende que sus centuriones trasladen a la militancia y a los votantes. De Toledo salió una vez más la idea de que se ha de insistir en la línea de la recuperación y hacer llegar a la sociedad que el Gobierno baja impuestos y crea empleo. Son los dos datos claves para el año electoral que ahora arranca. Todo ello aderezado con medidas sociales, que impulsará el ministerio de Alfonso Alonso, y una mayor presencia de miembros del Ejecutivo y de dirigentes regionales en los medios de comunicación.

El escepticismo de los altos responsables del partido, en especial los que no frecuentan los despachos de Génova o de Moncloa, se basa en lo que advierten día a día en sus zonas respectivas. Palpan cotidianamente sobre el terreno las críticas que llueven sobre el Gobierno, que no ha atinado a explicar con tranquilidad y eficacia sus grandes logros. De ahí que este optimismo que trasladan las encuestas del gran asesor se ponga en cuarentena. Es cierto que el PSOE no despega y también que el aura casi mágica con la que Podemos saltó a la escena pública empieza a apagarse. O, al menos, luce ahora con un brillo menos intenso. Pero tampoco se advierten signos de que la confianza en su partido haya empezado a recuperarse. Cierto que el CIS apunta a una mejoría en la sensación de optimismo respecto a la situación económica. Pero aún es muy débil. De ahí que estos dirigentes populares piensan que Rajoy no debería tomarse tan al pie de la letra los criterios de su analista principal y poner algo de distancia con el optimismo a prueba de urnas.

Novedades en la dirección

Rajoy insistirá este lunes en el Comité Ejecutivo de su formación en la necesidad de mantener el partido unido y movilizado. La noticia de que José María Aznar participará en la Convención Nacional de finales de mes se ha recibido como una muestra muy positiva de este espíritu. La necesidad de unir y de sumar. Se espera que este lunes el presidente del PP desvele finalmente quién ocupará la jefatura de la campaña de las municipales y autonómicas, ya que el pulso entre Floriano y Arenas ha subido de tono. No se confía, sin embargo, en que se hable este lunes de listas electorales o de candidatos. Los tiempos de Rajoy, ya se sabe, no se comparecen casi nunca con lo que muchos de sus dirigentes esperan.

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