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España

¿Ganará Besteiro o Largo Caballero? La gresca por la rendición a Podemos devuelve al PSOE a los años treinta

Felipe González, entre José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez.

En el comité federal celebrado este sábado por el PSOE, voces potentes como las de la andaluza Susana Díaz, el asturiano Javier Fernández, el vasco Eduardo Madina o el extremeño Guillermo Fernández Vara, han alertado de los peligros que encierra pactar con Podemos a cualquier precio y vetar sin más los acuerdos con el PP. Mientras le leían la cartilla, Pedro Sánchez se ausentaba de la reunión para recibir a un nonagenario llegado a la calle Ferraz desde la periferia madrileña para prevenir a los socialistas de que nunca deben pactar con la derecha. Interesante foto del momento que vive el principal partido de la oposición, que finalmente ha aprobado una resolución en la que solo cabe el diálogo “con las fuerzas progresistas” para dejar atrás “las políticas de la derecha”.

Pedro Sánchez encuentra en la dirección del PSOE una férrea oposición a vetar los pactos con el PP

“Por mucho que nos obsesionemos en ganar poder territorial a toda prisa pasteleando con Podemos, de forma inexorable tendremos que entendernos con el PP para pactar el futuro de Navarra, el del País Vasco, el de Cataluña y la reforma de la Constitución. Si no somos unos insensatos, habrá que ir a un acuerdo global de Estado con la derecha, formando o no una coalición de Gobierno con ella, porque así lo requiere la situación”, razona en privado un miembro de la ejecutiva socialista, tan desorientado como la mayoría de las 17 federaciones de su organización  sobre el final de la partida abierta por las elecciones del pasado 24 de mayo.

“He decidido pasarme al sector privado, no aguanto más en el partido. Soy joven, llevo más de una década militando y no pensaba que íbamos a caer tan bajo, con todos los cuadros intentando buscarse la vida en medio de permanentes confabulaciones que dan la espalda al ciudadano”, se confiesa un concejal electo del PSOE en la comunidad de Madrid, espantado por la trifulca interna que hay abierta en su federación por asegurarse su control y también “por la mediocridad y la falta de preparación de la mayoría de mis compañeros”.

Son dos testimonios que reflejan parte de la atmósfera en la que el Partido Socialista ha celebrado este sábado su comité federal convocado para decidir qué pactos se cierran en los cientos de ayuntamientos y seis comunidades autónomas que pueden arrebatársele al PP si se llega a alianzas con Podemos, otras fuerzas de la izquierda o Ciudadanos. El debate abierto en el partido después del 24-M sobre el coste que pueden tener en las elecciones generales acuerdos en una u otra dirección, ha adquirido una dimensión nacional al surgir voces, como la del exlendakari Patxi López, que ya no descartan, incluso, matrimoniar al PSOE con Podemos para desalojar a Mariano Rajoy de La Moncloa.

"Carecemos de proyecto claro de país"

Hay un sector del socialismo que considera esta opción un auténtico disparate y otro que la ve viable y exenta de riesgos si no se quiere permanecer otra legislatura en la oposición, lugar en el que suelen cocerse las crisis más destructivas. “El problema de fondo”, refiere un veterano diputado, “es que, a pesar de lo que decimos en público, carecemos de un proyecto claro de país. Y, como dice Alfredo [Pérez Rubalcaba], sin proyecto se muere y no se gana nunca”. Esta carencia procede del vacío generado en 2011 por la derrota de Zapatero y por el tiempo que dedicó el propio Rubalcaba, durante sus dos años largos de estancia en la secretaria general, a combatir las conspiraciones internas montadas para jubilarle. Pedro Sánchez le sucedió en julio pasado y llegó sin programa y sin agenda, desde su escaño de base, pero con tanta ambición o más que la de Susana Díaz, refugiada en el limbo de las desdichas desde que se ha visto en serias dificultades para ser investida en su tierra. Este sábado, mientras hablaba su secretario general, solo atendía a su móvil.

El presidente asturiano, Javier Fenández, recuerda la renuncia que su partido hizo al marxismo en 1979

Díaz, acostumbrada a sobreactuar con un lenguaje que recuerda al de los buenos tiempos de Alfonso Guerra, emerge ahora como la gran defensora de abrir las puertas a entendimientos con el PP en los ayuntamientos y comunidades donde los programas de Podemos sean más estrafalarios. Este sábado, exigió prudencia: “Si perdemos la centralidad, perderemos”. En la ejecutiva socialista se reconoce que hay cerca de 500 municipios en los que sería más que aconsejable dar la espalda a Pablo Iglesias y pactar con los populares, por mucho que el discurso artificial al uso descanse en la creación “de un tiempo nuevo” y en la necesidad de “articular mayorías progresistas” en toda España”.

¿Puede partirse el PSOE en dos, como sucedió en los años treinta, a cuenta de la política de alianzas? Parlamentarios que tienen en su memoria la azarosa historia del partido trazan importantes diferencias de fondo. “En vísperas de la República, teníamos dirigentes con mucha mayor carga ideológica que los de ahora, en la UGT había más de un millón de afiliados y la derecha era menos civilizada porque eran tiempos mucho más convulsos. Besteiro encabezaba el sector moderado con un discurso sólido, mientras que Largo Caballero abrazaba el Frente Popular desde posiciones mucho más radicales pero, al mismo tiempo, nítidas. Lo que nos falta en estos momentos es altura política y personal. Pongo un ejemplo: después de las elecciones del domingo, se han hartado a hablar Pablo Iglesias y Albert Rivera. ¿Alguien le ha oído decir algo contundente y preciso a Pedro Sánchez?”, se pregunta. “Nos falta liderazgo”, concluye. Madina recordó este sábado que el pasado 24 de mayo, los protagonistas del cambio fueron otros, no el PSOE, pues ha obtenido “el peor resultado de toda la democracia”.

El radicalismo propició las victorias de la UCD

Más trascendental que la actual coyuntura, en términos históricos, ven algunos jefes socialistas el debate que agitó a su partido en 1979, este sábado también lo ha recordado Javier Fernández, cuando en el XVII congreso, Felipe González enterró con éxito el marxismo después de enfrentarse a Tierno Galván, Pablo Castellanos y Luis Gómez Llorente. Aquel cónclave supuso un antes y un después en el giro ideológico del PSOE, una vez que Felipe González, Alfonso Guerra y el resto del clan de la tortilla concluyeron que con el programa radical solo podían aspirar a dar nuevas victorias a la UCD.

Han pasado 36 años desde entonces y ya ni siquiera González tiene las ideas claras. Hasta hace pocos meses, era el gran valedor de una gran coalición con el PP para evitar el desgobierno tras las próximas elecciones generales. Susana Díaz le compró la mercancía, igual que lo hizo antes Rubalcaba, a pesar de que el expresidente, su inicial paño de lágrimas, ha terminado cambiando de criterio. En un reciente foro público, se apeó de la gran coalición, pues considera que si  hubiera un pacto de gobierno entre el PP y el PSOE, los socialistas cederían toda la alternativa de oposición a Podemos. Y en el caso de que fuera el PP el menos votado y se entendiera con el PSOE, sería Mariano Rajoy quien estaría regalando la alternativa a Ciudadanos. Conclusión del expresidente: “Hoy la gran coalición es imposible”.

En medio de la confusión reinante, el secretario general sigue sin definirse y ha optado en el comité federal de este sábado, precedido de contactos con todos los barones, por lo más cómodo y lo menos comprometido: dar libertad a sus dirigentes regionales para que pacten a voluntad, rechazando, eso sí, los contratos con el PP.

Madina asegura en el comité federal que el PSOE ha obtenido los peores resultados de la democracia

¿Lo respetarán las diferentes federaciones? “Pensamos que entre alfombrar a Rajoy la campaña electoral con la imagen de un Frente Popular y la gran alianza con el PP, hay un término medio que será el que se imponga”, asegura un miembro de la ejecutiva, consciente del daño que le siguen haciendo a su partido las episódicas reapariciones de Zapatero, el primero que abordó personalmente con Pablo Iglesias - hablamos de las Navidades pasadas - los posibles pactos postelectorales y su interés en lavar su imagen presentándose como el gran icono de los derechos sociales. “Ni siquiera con Lakoff fue capaz de enriquecer su relato, tarea que ahora comparte con sus negocios privados, las clases de inglés y el puesto en el Consejo de Estado”, comenta alguien que siguió de cerca sus pinitos como líder del PSOE y le ha perdido todo el aprecio después de hacer balance desastroso de sus gobiernos.

¿Ganará Besteiro o Largo Caballero? Buena parte de los dirigentes del PSOE y de sus parlamentarios se decantan por la ambigüedad en el medio plazo, pues la geometría variable ha sido, tradicionalmente, la que ha acabado salvando a los gobiernos que han gestionado el país avalados por un grupo parlamentario inferior a los 176 diputados. Si algo se tiene claro en las filas socialistas, a pesar del ruido, es que la mayoría social sigue instalada en el centro, el mismo universo de cuatro millones de españoles que siempre termina decidiendo unas elecciones generales.

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