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España

Rajoy crea el partido de Rajoy: el presidente toma el control absoluto del Partido Popular

Rajoy conversa con Casado y Moragas.

"Esto no parece el PP, es el partido de Mariano", comentaba uno de los barones convocados este jueves al comité de dirección nacional del partido. La vieja guardia de los 'populares', los veteranos dirigentes, los luchadores de antiguas batallas, asistieron con cierta sorpresa y no poca estupefacción a los cambios anunciados por su presidente para lanzarse a la ofensiva de las próximas elecciones generales. "Tenemos que ganarlas y con toda claridad", exhortó a los altos cargos congregados en Génova para escuchar las novedades.

No hubo discusiones, ni debates, ni polémicas. Todo estaba escrito y perfectamente elaborado. Rajoy pronunció un discurso con un punto más de autocrítica pero sin más novedades que las que implica el fichaje de algunos rostros jóvenes reclutados de las estructuras territoriales, inexpertos y sin apenas trayectoria en la política nacional. Ni comités extraordinarios, ni primarias, ni remodelación de los mecanismos internos del partido. Desde ahora, todo pasa por Rajoy, vértice único y referente exclusivo de toda la formación. Tras mucho tiempo de apenas dedicarle unas horas a la semana a su formación, ha decidido cambiar su papel, transformarse en su piloto, capitán y guía absoluto. Anunció que va a implicarse más en la labor del partido, va a presidir el comité de dirección, que reúne a los altos cargos del PP. Moragas estará allí y será el encargado de restaurar la relación entre Génova y Moncloa, prácticamente inexistente, habida cuenta de las malas relaciones que mantenían Cospedal y Sáenz de Santamaría.

Ha decidido cambiar su papel y transformarse en el piloto, capitán y guía absoluto del partido

Los nombres que desaparecen

La propia Cospedal se mantiene en la Secretaría General, casi a título honorífico, y desaparecen González Pons, rumbo a Bruselas, y Carlos Floriano, a quien se le hace un hueco en el grupo parlamentario. Y, como cabeza visible de todo el montaje, aparece Jorge Moragas, el fiel escudero del presidente, su mano derecha, su jefe de Gabinete, discreto y leal, figura clave en Moncloa que pasa a serlo ahora también en Génova, al ponerse al frente de la campaña de las legislativas. Es decir, Rajoy y su valido al frente del nuevo PP, que más parece el partido de Rajoy. No se cuenta con algunos de los barones defenestrados en la reciente contienda electoral, como Luisa Fernanda Rudí o Pedro Sanz, tal y como se había deslizado desde Génova. Toda una generación intermedia queda prácricamente fuera de los puestos de responsabilidad, esa que precisamente hizo con el presidente la travesía del desierto desde los tiempos de Aznar. Sólo Rajoy, más su fiel secretario y cuatro jóvenes leones prácticamente ignotos, dispuestos a recorrerse la geografía y las redes. Y Arenas, a quien tanto debe. Al parecer.

Autocrítica escueta

Durante su intervención ante el comité, que pudo ser seguida en directo por las cámaras de televisión en un guiño de complicidad quizás algo tardío hacia los medios, Rajoy elaboró una autocrítica escueta pero algo más profunda a lo que acostumbra. Reconoció que el PP ha perdido voto por el centro y por la abstención. Y subrayó los dos motivos que han producido el severo varapalo del 24-M. De un lado la crisis, que pese a los evidentes síntomas de recuperación ha dejado un rastro de "insatisfechos y defraudados" que apenas perciben esta mejoría. En este análisis ha sido menos complaciente que en otras ocasiones, lo que no ha dejado de llamar la atención. "Hay mucha gente que está harta de pasarlo mal durante mucho tiempo", espetó, en una frase inaudita.

El otro problema severo es, claro está, la corrupción, sobre la que ha cargado algo más las tintas que en ocasiones precedentes al señalar que "hemos pagado un precio alto, muy alto" por algo que hicieron "quienes considerábamos nuestros compañeros". Se ha reaccionado con leyes, expulsiones, contundencia, actuación de los jueces, policía... Para que no vuelvan a sucederse casos escandalosos. Prioridades para el futuro: contundencia y rapidez en la respuesta. Y un toque a los medios que se ensañan con la figura: "La demagogia de los juicios sumarísimos por parte de los expertos en la ley del embudo". Poco más. Dos brochazos, algo más potentes que en ocasiones anteriores, pero ninguna novedad.

Cargó más las tintas sobre la corrupción que en otras ocasiones: "hemos pagado un precio alto"

Tampoco quiso obviar algunos datos para el optimismo o el consuelo. El PP sigue siendo el primer partido en número de votos. El PSOE ha sufrido el peor resultado de su historia. Los datos de las municipales no son extrapolables a las generales. Todas las encuestas siguen situando al PP como primera fuerza. El PP sigue siendo el único gran partido con un discurso nacional, con mayor número de militantes y de alcaldes. Y, finalmente, los datos de la economía, aunque aún pesen poco, siguen una evolución muy positiva. Y transmitió el presidente a sus fieles, casi todos ellos malheridos en las urnas, unas palabras para tonificar sus alicaídos espíritus: "Hemos hecho lo que se tenía que hacer. Una gestión valiente y eficaz. Podemos decir que en lo fundamental hemos acertado". No hubo aplausos. Tan solo al final.

Nombres jóvenes

La renovación del partido queda limitada a la incorporacón de nuevos nombres, gente joven, llegada de la periferia y con un perfil alejado de las lacras que han salpicado al partido estos años. Carlos Floriano desaparece y es sustituido por el zamorano Fernando Martínez Maíllo, en el área el coordinación, con algún problema judicial pendiente de cuando ejerció en una caja. La catalana Andrea Levy, apadrinada por Alicia Sánchez-Camacho y el propio Moragas, sucede a González Pons en Estudios y Programas y, además, se suman al equipo Javier Maroto, gran luchador en Vitoria que accede al área Sectorial, así como un nombre cantado, Pablo Casado, el hombre de la comunicación y la imagen durante la campaña de las autonómicas y ahora con responsabilidad plena en la encomienda de ser la imagen amable del partido.

Todos jóvenes, entre los 30 y los 45 años. Javier Arenas se mantiene en la cúpula, casi escondido, pero con responsabilidades de coordinador. Y Dolores Cospedal, que conserva el cargo y poco más. Una deferencia del presidente hacia quien ha sido el valladar inexpugnable de su figura durante la fiera tormenta del caso Bárcenas. Pero ninguna novedad en cuanto a congresos extraordinarios, que quedan relegados a cuando toca, es decir, después de las generales, ni amago de primarias... Menos aún, una modificación en el discurso, con referencias a cuestiones más ideológicas, más beligerantes, más estimulantes para ese elector que, como él mismo ha reconocido, se ha quedado en casa o ha acudido a votar a las siglas de lo más parecido al PP. Ni un gesto para con los desencantados, salvo el de mencionarlos, es decir, reconocer que existen.

Rajoy ha querido dejar claro también que el PSOE ya no es el que era, que está dispuesto a todo, a cualquier cosa, con tal de desplazar al PP. La radicalidad, la demagogia, la ingobernabilidad... La guerra declarada a Pedro Sánchez cobra aún mayor protagonismo.

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