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España

Blázquez, Osoro y Del Río, tres candidatos renovadores para suceder a Rouco al frente de la Iglesia española

El arzobispo castrense, Juan del Río, junto al Papa Francisco.

Tres nombres encabezan las quinielas para sustituir a monseñor Rouco Varela al frente de la Conferencia Episcopal española que se reúne en asamblea a partir de este martes. Ninguno de los tres se encuentra en la línea del hasta ahora jefe de los obispos. Se trata de Ricardo Blázquez, titular de la diócesis de Valladolidad; Carlos Osoro, de Valencia y Juan del Río, arzobispo castrense. Tres prelados en la línea de la renovación que sugirió el Papa en su encuentro con los prelados españoles la semana pasada. Sea cual sea el elegido supondrá un cambio importante en la actual línea de la Iglesia española, tantos años bajo la firme jerarquía pastoral de Rouco.

Nada ha trascendido de las preferencias del Santo Padre sobre quién ha de ocupar la presidencia. En fuentes eclesiales se viene mencionando que, lógicamente, sus simpatías van en la línea opuesta a lo que ha representado la labor de quien ha ocupado la presidencia episcopal los últimos años. De hecho, el Santo Padre le comentó hace meses a una importante personalidad española a la que recibió en el Vaticano que "algo hay que hacer con la Iglesia española". Y en ello está.

El más mencionado sería seguramente la opción menos sorprendente, la menos rupturista. Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid, quien ya ejerció como presidente de los obispos en 2005, cuando resultó elegido pese a recibir menos votos que Rouco. En contra de la tradición, Blázquez no repitió su mandato y fue sustituido en 2008 por el propio Rouco en lo que se quiso ver como una especie de vendetta interna del obispo gallego. A Blázquez se le concedió el puesto de vicepresidente, cargo que todavía ostenta. Ha trabajado muchos años junto al actual presidente pero no aparece precisamente como uno de sus afines ideológicos, lo que es un hecho reseñable en estas circunstancias.

"Loro viejo"

Blázquez es, sin duda, el candidato preferido de gran parte de los miembros del cuerpo episcopal, ya que no despierta recelos, carece de enemigos y tiene un talante moderado muy necesario tras los largos años de mandato de Rouco. El cardenal Amigo, todo un referente entre los prelados, ha hecho indirectamente 'campaña' en su favor. Pero una cosa es lo que los obispos comentan de puertas a fuera y otra cuál será la dirección de su voto. Y en esta ocasión, nadie descarta una sorpresa.

Su notoriedad mediática se produjo cuando Xabier Arzalluz se refirió a él despectivametne como "un tal Blázquez" al ser designado obispo de Bilbao. Los nacionalistas querían un prelado vasco y recibieron de uñas al recién nombrado. Iñaki Anasagasti, que por entonces era miembro relevante del PNV, comentó despectivamente que "loro viejo no aprende a hablar" al enterarse de que el obispo había empezado a recibir clases de euskera.

Ya en su actual destino en Valladolid, Blázquez demostró que, pese a su imagen tranquila y temperada, tiene personalidad y carácter. Hace dos años mostró su malestar por no haber sido consultado cuando se eligió a Soraya Sáenz de Santamaría como pregonera de la Semana Santa de la ciudad castellana. Al ser informado de la 'situación matrimonial' de la vicepresidenta, casada en un consulado español en Brasil, el arzobispo se preguntó si esa 'había sido una buena elección'. Sáenz de Santamaría, por lo demás, ejerce de vallisoletana, y siempre ha mostrado un enorme apego a su tierra.

Ni campaña ni programa electoral

Los obispos no tienen siglas, ni hacen campaña, ni tienen programa electoral propio. El baile de candidatos, en estas vísperas de la elección, es amplio. En los últimos meses se ha escuchado con intensidad el nombre de Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, oriundo de Cantabria, licenciado en Matemáticas por la Complutense madrileña y en su día profesor de Educación Física. Hombre de consenso, prudente, buen comunicador, ha sido también titular de las diócesis de Orense y de Oviedo. Su enorme parecido físico con el Papa Franciso le ha hecho objeto permanente de bromas por parte de curas y feligreses. 'El otro Francisco', le dicen en broma en su entorno. La semana pasada, el Papa se refirió a él, cuando se encontraron en Roma, como 'el peregrino'. Pensó monseñor Osoro que el comentario iba referido a que ha sido obispo en tres diócesis. "Veo que usted no para en su labor pastoral, sigo sus itinerarios en la revista 'Paraula', y es usted un auténtico peregrino", le comentó el Santo Padre. 'Paraula' es la revista que edita la diócesis de Valencia.

En la terna de favoritos figura también la opción quizás más en línea con el Vaticano actual, el arzobispo castrense, Juan del Río, nacido en Ayamonte (Huelva), de trato afable, extrovertido, defensor de una Iglesia moderna y actualizada, goza de muchas simpatías entre sus compañeros del cuerpo episcopal. En su entorno le llaman cariñosamente 'el capellán', como se conoce normalmente al 'pater' de los cuarteles. Es el pastor de las 300.000 almas que componen las Fuerzas Armadas y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Un puesto de relevancia que también actúa en su contra puesto que nunca presidió la Conferencia el capellán de los militares. Su elección, que ha ganado muchos puntos en las últimas semanas, la respalda el sector más abierto del episcopado. Quizás ahí radican gran parte de sus posibilidades.

Futuros nombramientos

Hay quien incluye también a Braulio Rodríguez, actual arzobispo de Toledo, quien sustituyó a monseñor Cañizares como primado de España. Sin embargo su proximidad a Rouco le descarta para este puesto.

Tras ser recibidos hace unos días por el Pontífice en la visita 'ad limina', los 83 miembros del episcopado español se reúnen este martes en Asamblea para designar al sucesor de monseñor Rouco Varela, doce años al frente de la Conferencia espiscopal. Son tiempos de renovación en el Vaticano y toca también hacer cambios en la iglesia española. Rouco ha sido presidente de los obispos durante cuatro mandatos (en bloques de dos), en los que ha ejercido un liderazgo pastoral de perfil muy conservador y tradicional que ya toca a su fin.

Nunca mantuvo una relación particularmente estrecha el cardenal Rouco con Jorge Mario Bergoglio cuando era titular de la diócesis bonaerense, antes de ascender al sillón de Pedro. Situados ideológicamente en las antípodas, carecían de vínculos comunes o de particulares simpatías mutuas.

La renovación de la Conferencia afectará a todos los cargos de relevancia, con excepción del secretario general, que ya fue designado a finales del pasado año en la persona de un sacerdote extremeño, José María Gil Tamayo, buen conocedor del mundo de la comunicación vaticanista y con excelentes vínculos con la Oficina de Prensa del papa Francisco.

Además de presidente, el cuerpo episcopal designa tambien al vicepresidente, al Comité Ejecutivo y los presidentes de la comisiones de la Conferencia. Todo un cambio, un auténtico vuelco en el funcionamiento de los órganos rectores de los obispos. La semana pasada, el Santo Padre, al despedirlos, después de sus dos semanas de visita al Vaticano, mencionó la necesidad de la 'renovación' y les pidió una atención muy especial a Cáritas, la entidad de la Iglesia que vela por los menos favorecidos. También trascendieron sus comentarios muy preocupados ante una posible segregació de Cataluña y, muy especialmente, su estupefacción por el número de casos de aborto que se registran en nuestro país.

Pero aquí no terminan los cambios. Dentro de unos meses las archidiócesis de Madrid y Barcelona deberán relevar a sus actuales responsables, el propio Rouco y Luis Martínez Sistach. Ambos cargos tienen enorme peso específico dentro de la actual estructura episcopal.

Estamos en suma ante el vuelco más importante y sin duda significativo que se dispone a protagonizar la Iglesia española en los últimos veinte años. Una iglesia que ha retrocedido en la valoración de la sociedad y que atraviesa por momentos sumamente complicados, de abandono de feligreses y crisis de vocaciones. El Papa Francisco ha señalado el camino de la renovación. Ahora, a los obispos españoles les toca estar a la altura del reto para no defraudar las expectactivas.

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