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Méndez de Vigo quiere ir en la lista europea y compite con Arias Cañete por una comisaría económica

En breve, Mariano Rajoy dará paso a la fumata blanca que despejará quien encabezará la candidatura del PP a las europeas de mayo. El ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, tiene puestos sus ojos no tanto en esta lista como en la vacante que dejará Joaquín Almunia en la Comisión Europea, un puesto de comisario al que el Gobierno concede una gran importancia dentro de la tómbola en la que se ha convertido el reparto de cargos en las altas instituciones  comunitarias, algunas de cuyas claves podrán despejarse en el congreso que el Partido Popular Europeo inicia este jueves en Dublín. Como preferencia se sitúan las comisarías de Asuntos Económicos y Monetarios, la de Competencia, Energía y Mercado Interior.

El Gobierno español tiene puestos sus ojos en las comisarías comunitarias de Asuntos Económicos, Competencia y Mercado Interior

Hace tiempo que al titular de Agricultura le ha salido un competidor para el puesto de comisario. Se trata del actual secretario de Estado para la UE, Íñigo Méndez de Vigo, hasta hace poco en buena sintonía con el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo. “Era una especie de matrimonio bien avenido, pero el tiempo, las escaramuzas de la política y la pelea de protagonismos ha llevado a su ruptura”, dicen fuentes gubernamentales. De hecho, Margallo quiere perder de vista a Méndez de Vigo y viceversa. Se trata de un asunto delicado para Mariano Rajoy, ya que el presidente comparte desde hace tiempo una amistad muy cercana con ambos.

"Era una especie de matrimonio bien avenido, pero el tiempo y la pelea de protagonismos ha llevado a su ruptura", aseguran en el Gobierno sobre Margallo y Méndez de Vigo

En el supuesto de que Méndez de Vigo no consiguiera un puesto en la Comisión, podría encontrar una recompensa como presidente del Partido Popular Europeo, el grupo más potente en el Parlamento de Estrasburgo, un puesto vacante desde el fallecimiento a finales del año pasado del exprimer ministro belga Wilfried Martens. Tiene experiencia sobrada para asumir cualquiera de estas responsabilidades teniendo en cuenta que ha seguido en primera línea las vicisitudes de la construcción comunitaria desde hace dos décadas. No obstante, este último cargo sería incompatible con la continuidad de Antonio López-Istúriz como secretario general del PPE, se comenta en Bruselas.

Si Méndez de Vigo fuera a la presidencia del Partido Popular Europeo, el español Antonio López-Isturiz dejaría la secretaría general

En el Gobierno se considera a Méndez de Vigo uno de los principales artífices del cambio experimentado por la imagen de España en la capital comunitaria. Hasta hace solo un año, en Bruselas primaba la alerta por el alto déficit, el estallido de Bankia y la recesión económica. Con el tiempo, el Gobierno ha conseguido de la canciller alemana, Angela Merkel, un cambio de actitud, influido también por las posiciones de Italia, sobre todo en la etapa de Mario Monti, y de Francia. “Se ha convencido a Alemania de que el problema no estaba solo en los países periféricos del sur, sino en la propia crisis del euro”, aseguran estas fuentes.

En el Ejecutivo se valora a los altos cargos de Exteriores por haber contribuido a cambiar la imagen de España en Bruselas

En el Gobierno se opina que marcó un antes y un después la carta que Rajoy le dirigió a Merkel poco después de acceder a La Moncloa, en la que se comprometía a reducir el déficit y a desarrollar las reformas pendientes, pero hacía ver también la necesidad de estabilizar los mercados y definir una hoja de ruta en la UE para la salida de la crisis. Luego llegó la ayuda del BCE, algo que a Alfredo Pérez Rubalcaba le ha conducido a elevar a Mario Draghi a los altares, y se superó una coyuntura en la que hasta el propio Rajoy tenía miedo de hacerse fotos con Merkel en los consejos europeos por si los medios de comunicación interpretaban que se había visto con ella para pedir el rescate. A favor del equipo de Exteriores, con Margallo y Méndez de Vigo a la cabeza, consta haber convencido a Merkel de la necesidad de dosificar los ajustes al retrasar el objetivo de déficit por debajo del 3% hasta el año 2016.

Rajoy llegó a tener miedo de que le fotografiaran con Merkel en 2012 por si se interpretaba que quería pedirle el rescate

En el equipo de Rajoy se considera crucial la nueva etapa que se iniciará en Europa a partir de mayo. En contra de algunos análisis, se resta relevancia al frente populista que se está formando para competir en las elecciones europeas porque es probable que no consiga grupo propio. Para formarlo se necesita tener 25 diputados de al menos 7 países. Sin grupo, no hay financiación ni oficinas, ni protagonismo, aseguran fuentes de Bruselas.

Pero el principal interrogante es quien se enfrentará desde el grupo Popular al candidato socialdemócrata Martin Shulz. En la baraja están bien colocados el luxemburgués Jean Claude Juncker, respaldado por Alemania y, en mucha menor medida, el francés Michel Barnier, aspirantes a presidir la Comisión Europea si el PPE gana las elecciones de mayo. El propio Méndez de Vigo ha llegado a soñar con poderse colar también en esta alta responsabilidad, pero ello dejaría al ministro Luis de Guindos sin poder aspirar a la presidencia permanente del Eurogrupo. Serían demasiados cargos para un país cuyo sistema financiero ha necesitado ser rescatado. En todo caso, esta es una quiniela concreta que se resolverá hoy mismo, pues acaba el plazo para presentar candidaturas a la presidencia de la Comisión. Sería toda una sorpresa que España colocara en esta carrera a Méndez de Vigo, a pesar de la buena relación que éste mantiene con las autoridades alemanas.

Hoy finaliza el plazo en Bruselas para que los países miembros presenten candidatos a la presidencia de la Comisión Europea: Juncker sigue como favorito

El Gobierno tiene claro, de cualquier modo, que después de la sucesión de José Miguel Durao Barroso como presidente de la Comisión el próximo noviembre, comenzará un nuevo periodo para los 27 socios comunitarios. Pese a las apariencias, Durao Barroso ha sido alguien en quien nunca ha confiado Merkel ni tampoco, ciertamente, el gabinete de Mariano Rajoy.

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