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España

Rajoy, dispuesto ahora a cargar contra Susana Díaz para aliviar el desastre andaluz del PP

Mariano Rajoy y el candidato del PP en Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla.

La estrategia de Moncloa ante el embrollo del PSOE es lineal y diáfana. Rajoy se fía de Pedro Sánchez, no así de su entorno ni de muchos de sus consejeros. Menos aún, de Rubalcaba, gran muñidos, junto al grupo Prisa, del terremoto vivido esta semana en Madrid. Rajoy, por contra, recela de Susana Díaz, quien a la larga puede convertirse en un rival incómodo e imprevisible. De ahí la importancia de los comicios andaluces, que pintan muy mal para el Partido Popular, según los sondeos.

El PP está ya a seis puntos del PSOE en Andalucía, lo que significa un retroceso de cinco puntos con relación al muestro del pasado verano efectuado por el Estudio General de Opinión Pública de la comunidad. Una caída considerable que evidencia la levedad del candidato de Rajoy, Juan Manuel Moreno, designado hace menos de un año como presidente regional, en una decisión que provocó enormes controversias en el seno del partido.

El presidente del PP regresa este sábado a Andalucía. Ya estuvo la semana pasada en Torremolinos, amparando a su candidato. Ahora acude a Córdoba, a la proclamación de los cabeza de lista de la comunidad. El presidente del PP inclinó la balanza en favor de Moreno Bonilla y en contra del criterio de la propia secretaria general de la formación, Dolores Cospedal. Ganaron Arenas y Moragas. Lo que está por ver es si al final gana el partido.

Cambio de tendencia

Los sondeos vaticinan un retroceso del PP en forma considerable. Se queda por ahora a seis puntos del PSOE, una distancia sideral si se piensa que en las últimas municipales, autonómicas y generales, el PP se impuso a los socialistas. Con las europeas se rompió la tendencia y empezó el declive. Ya estaba el nuevo líder del PP al frente. Y también estaba Susana Díaz, factor fundamental en el nuevo mapa de la situación. Y ahora, el reto de las autonómicas se antoja sumamente complicado.

La jugada de Susana Díaz de adelantar los comicios autonómicos parece que, pese a lo arriesgado, le puede favorecer. El mencionado sondeo no le otorga la mayoría absoluta que le permita gobernar con comodidad, pero se distancia del PP y frena a Podemos, la fuerza estrella del momento, que apenas consigue un 15 por ciento. El partido de Pablo Iglesias apenas ha conseguido organizar una estructura sólida en esta región, pero el tirón de su marca funciona por encima de las demarcaciones y territorios. No es un voto ideológico. Es la papeleta del cabreo y del castigo.

Rajoy se va a volcar en estos comicios. Su imagen en Andalucía moviliza mucho más a su electorado que la de su candidato, necesitado de todo tipo de ayudas ya que su perfil todavía resulta desconocido en su tierra. Es un estreno enrevesado, que puede saldarse con una derrota en toda regla. El presidente del PP acude en su ayuda en compañía de la secretaria general del partido, que nunca confió en la opción de Moreno. También en las próximas semanas se acercarán por la región diversos ministros y dirigentes del partido.

El objetivo es arremeter contra Susana Díaz, una política carismática, que está sorteando sin demasiadas dificultades el maremoto de escándalos de corrupción que sacuden a su partido, a la Junta y al PSOE andaluz. Sólo la juez Alaya goza de tanta popularidad en la comunidad como la presidenta de la Junta. Mujer contra mujer. Un pulso en el que por ahora, la 'lideresa' andaluza o lleva las de perder.

A favor de Pedro Sánchez

La estrategia del PP es airear las intenciones de Susana Díaz de cara a sus ambiciones políticas. Por eso inciden en que la presidenta andaluza dejará plantada a su gente y a su cargo para dar el salto a Madrid. La enrevesada situación por la que atraviesa el PSOE en Madrid favorece este discurso. Díaz no es ajena, en absoluto, a los intentos de moverle la silla a Pedro Sánchez, quien esta semana se revolvió contra quienes pretenden defenestrarle protagonizando el golpe de efecto de la intervención de la agrupación madrileña, su ejecutiva y su candidato, Tomás Gómez.

En la batalla entre Díaz y Sánchez, Rajoy ha optado desde el minuto uno por éste último, con quien ha suscrito un pacto anti-yihadista que evidencia el sentido de Estado del por ahora líder del socialismo español. Moncloa no se fía ni de las intenciones ni de la evolución política de Díaz, capaz incluso de amarrar un pacto con Podemos si lo necesitara para seguir en su despacho del palacio de San Telmo.

Sánchez, sin embargo, mantiene excelentes relaciones con dirigentes del PP, del Gobierno y no se lleva mal con Rajoy. Hay una relación de respeto y una comunicación fluida. Lo cual no obsta para que en el debate del Estado de la Nación de fin de mes se tiren los trastos a la cabeza. Es tiempo electoral. Y no le viene mal a Sánchez recibir algunos venablos contundentes por parte del presidente del Gobierno.

Nadie en Génova da por perdida la batalla andaluza, pero cada vez se contempla a Moreno Bonilla con mayor escepticismo. No es un hombre de trinchera, ni de carisma. Es voluntarioso y no provoca demasiado rechazo. Pero tampoco adhesiones. No logra movilizar a los suyos. De ahí que el que se ha movilizado sea Rajoy, para intentar frenar el batacazo.

Empezar el año electoral con una derrota en una comunidad tan importante como es Andalucía no es un buen comienzo. Susana Díaz va a echar el resto. Está segura de que el terremoto de Ferraz no le afecta electoralmente. Otra cosa es cómo redundará en sus propósitos de dar el salto a Madrid. Pero ese capítulo, si duda, todavía demorará largo tiempo hasta que se empiece a escribir.

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