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España

Rajoy juega al despiste con los cambios en el programa electoral

Mariano Rajoy.

Fernández Maíllo, el número tres del PP, se ha empleado a fondo para convencer, tanto a los mandos intermedios como a la militancia más comprometida, de que es Rajoy quien impulsa el plan de reformas debatido durante la conferencia política. Pocos se lo creen. Más bien, se piensa que el presidente es un freno. Un obstáculo. El presidente del partido no hizo mención alguna a los cambios en su discurso de clausura. "Lo hizo para no condicionar el debate", argumentan en Génova.

Nadie duda de que la renovación en la cúpula del partido se hizo por razones de fuerza mayor. El batacazo del 24-M exigía cambios. Rajoy no era muy partidario, pero dio su brazo a torcer y entraron Jorge Moragas y los cuatro 'jóvenes turcos', como llaman a los vicesecretarios, a dirigir la sala de mandos de la formación. En el Gobierno, sin embargo, evitó los 'bailes' de ministros. Tan sólo sustituyó al saliente Wert por Méndez de Vigo. Y fueron razones personales del anterior titular de Educación. Ni siquiera tendrá ahora que preocuparse por buscar un sustituto a De Guindos, ya que ha visto truncadas sus aspiraciones a convertirse en presidente del Eurogrupo.

Cambios en perspectiva

Pocos son los que confían en que el paquete de iniciativas expuestas en la convención del PP se haga finalmente realidad. Reforma electoral, elección directa de candidatos, reformulación del Senado, no a la duplicidad de cargos... son algunos de los asuntos que centraron los debates de la conferencia. Rajoy comentó este lunes, a este respecto, que el partido "se ha movido y se va a mover más", y deslizó que se producirán "novedades importantes". Evitó mostrarse más explícito, ni en plazos, ni en temas. Se deslizó por el territorio de lo etéreo, donde más le agrada navegar, hasta que sea llegado el momento de tomar decisiones. Esta circunstancia despierta una espesa nube de dudas en el partido, puesto que se teme que muchas de las sugerencias aireadas en las sesiones de reflexión del pasado fin de semana se caerán del cartel antes de convertirse en puntos del programa electoral. También está el factor fundamental de la falta de tiempo, a escasos cuatro meses de las elecciones generales, todo lo que no esté listo en septiembre no existe.

La decisión más clara y apremiante es la de introducir en el Congreso el proyecto de reforma electoral esta misma semana. Se trata de resucitar la vieja idea de que, en el ámbito local, gobierne la lista más votada cuando haya superado el 35% de las papeletas o pasar a una segunda vuelta, estilo Francia o Alemania. El PSOE, que llevaba esta reforma en su programa en tiempos de Zapatero, no quiere saber ahora nada de este asunto. Pedro Sánchez ha apostado a fondo por mantenerse alejado de cualquier postura que propugne el PP, al menos hasta la celebración de los comicios generales.

El documento de las conclusiones

En Génova se señala que Rajoy venía fatigado de la cumbre interminable de Bruselas y que una rueda de prensa junto al presidente de Rumanía no era el momento adecuado para explayarse en este tipo de explicaciones. También en la cúpula del partido se insiste en que las reformas están en marcha, y se plasmarán en un documento de conclusiones que verá la luz esta misma semana. Ese documento se esperaba al concluir los debates, pero se ha optado por esperar a la densa lluvia de sugerencias que está llegando al partido vía correos electrónicos.

El mayor número de sugerencias se refiere fundamentalmente a la necesidad de reformas internas en el partido, en la organización, la designación de líderes y de candidatos, en suma, todas esas cuestiones a las que Rajoy se muestra habitualmente tan poco sensible. Desde la dirección del PP se asegura que el programa electoral va a recoger una gran parte de esas sensibilidades, y que incluso puede que haya más de una sorpresa. Lo mismo se anunciaba en relación al discurso de Rajoy del final del cónclave y no hubo nada.

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