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España

El Gobierno se vuelca en Cataluña para evitar una debacle electoral del PP

La líder de los populares catalanes, Alicia Sánchez-Camacho, con el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy.

Los último sondeos anuncian un retroceso severo del PP en Cataluña, donde Artur Mas ha anunciado el anticipo electoral para el próximo 22 de septiembre. Mariano Rajoy dedicó a este asunto un leve párrafo en su discurso de cierre de la Convención Nacional celebrada el pasado fin de semana. Unas palabras para leerle la cartilla a Mas y para transmitirle su apoyo a la gente de Alicia Sánchez-Camacho, su líder en la comunidad, siempre en el alero.

Moncloa ha roto casi todos los puentes de diálogo o negociación con la Generalitat. Excepto el importante. El de la financiación. El Fondo de Liquidez Autonómica sigue bien engrasado y el gobierno catalán recibe los fondos correspondientes para hacer frente a su situación de práctica bancarrota. Pero ya no hay contactos políticos entre Mas y Rajoy. Al president se le ha dejado por imposible, subsumido en su reto independentista y en su pugna con Oriol Junqueras, el líder de ERC que quiere arrebatarle la presidencia. Rajoy teme un catalismo de su formación en la próxima cita con las urnas. No es que le preocupe demasiado ya que, desde su habitual sofrosina, ha dado por perdidos desde hace tiempo los territorios catalán y vasco, donde considera que el PP no tiene otro papel que el de tímido comparsa. Pero le interesa mantener un discurso firme y frontal hacia el nacionalismo porque este mensaje es muy bien recibido, y exigido, en el resto de España.

Decibelios de patriotismo

El Gobierno y el PP van a aumentar los decibelios del patriotismo neligerante durante todo este año electoral. En el palacio de Congresos, durante la Convención, una bandera de España ocupó la gran pantalla que sería de telón de fondo de los oradores. Seguramente fue ese uno de los momentos más aplaudidos de todo el fin de semana.

Prometió Rajoy más presencia del Gobierno en Cataluña. Y del Estado. Lleva tiempo diciéndolo, pero sin éxito. Quizás este año electoral las palabras se transformen en hechos. Rajoy acude este sábado a un acto político del partido para 'vender' los beneficios de la reforma fiscal. La bajada de impuestos tiene una buena penetración en Cataluña, donde los nacionalistas venden con fruición la teoría de que con España les va peor. También este fin de semana la vicepresidenta Sáenz de Santamaría aterrizará en Barcelona para presidir un acto del Colegio de Abogados en conmemoración de su santo Patrón. Quiere el presidente del Gobierno que los ministros y los líderes del partido frecuenten Cataluña en estos meses decididamente electorales. No sólo está en juego el pulso de los comicios catalanes, sino las elecciones generales, que se celebrarán apenas un par de meses después. O tres.

No atraviesa el Partido Popular un buen momento en la comunidad catalana. Las catas demoscópicas le anuncian un descenso de vértigo, aunque en Cataluña hay un voto oculto muy importante. Tiene un problema con Ciudadanos, un partido en ascenso que le roba votos al PP y al PSOE. Sánchez-Camacho goza de una notable anuencia en Moncloa, donde se le reconocen sus esfuerzos, aunque es cierto que su eficacia es nula. En el PP catalán no la valoran con tanto ahínco. Más bien piensan que forma parte de sus males. Pero nadie por ahora piensa en un relevo. No le queda otra a Rajoy que esforzarse en el frente catalán para evitar un resultado estrepitoso.

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