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España

Rajoy utiliza el fin de la recesión como motor de movilización del electorado para la segunda parte de la legislatura

Si el año que viene hubiera una nueva tormenta en los mercados provocada por la frágil recuperación europea, el discurso con el que hoy Mariano Rajoy ha querido inaugurar la segunda parte de su legislatura se iría al traste. Es un riesgo que ha decidido correr el presidente partiendo de una coyuntura alejada de la sombría situación en la que tomó posesión el 21 de diciembre de 2011 y también de los peligros que todavía acechaban a la economía española hace solo un año. Ayer recordó cómo en uno de sus primeros consejos europeos a los que asistió en Bruselas, los periodistas nada más le preguntaban sobre las posibilidades de un rescate. Fue una reunión en la que sus asesores le desaconsejaron fotografiarse a solas con la canciller Angela Merkel para no dar pábulo, precisamente, a los rumores que veían inevitable la caída de España en la misma desgracia por la que han pasado Grecia, Irlanda y Portugal.

El presidente pone en valor que España no haya caído en el mismo agujero que Grecia, Irlanda y Portugal

El panorama ha cambiado: la inversión extranjera ya no le tiene tanto miedo a España, el consumo empieza a repuntar tímidamente, hay expectativas ciertas de poder crear empleo con crecimientos ligeramente superiores al 1% y la recuperación de la confianza de los mercados ha rebajado la prima de riesgo hasta los 230 puntos con un ahorro de 8.700 millones este año en el servicio de la deuda. Es el fin de la recesión y Rajoy ha decidido utilizarlo como motor de movilización del electorado para la segunda parte de la legislatura, en la que quedan pendientes de convocar tres llamamientos a las urnas en solo 18 meses, suponiendo que a ellos no se sume también el de Andalucía.

Rajoy hizo este mediodía un balance de 2013 que pone en valor la reforma del sistema financiero, la laboral, la de las pensiones y el resto de las que han podido facilitar los cimientos para una futura recuperación. Gracias a ello, ha dicho el presidente, se ha ganado la credibilidad de los mercados financieros, aunque no está garantizado que el relanzamiento de la economía vaya a ser intenso. De hecho, este es el reto principal al que se enfrenta el Gobierno, consciente de que no tiene en sus manos, ni siquiera con la reforma tributaria pendiente, palancas potentes para evitar una salida de la crisis en forma de larga L que prolongue esta forma de reptar por las europeas, las autonómicas y locales y, finalmente, las legislativas.

El reto de la economía española es conseguir que la recuperación sea intensa, ha dicho Rajoy

Son tantas las incertidumbres sobre las que todavía descansa el trabajo del Gobierno que Rajoy ha dejado abierta la puerta a una posible remodelación ministerial –“Yo no descarto nada…”– y también a que uno de sus ministros encabece la candidatura europea, asunto al que afirma no haber dedicado un minuto y en el que se empleará a fondo en las vacaciones navideñas. Su olfato anticipa una alta abstención en la cita de mayo.

Si en los razonamientos para explicar la importancia que otorga a la salida de la crisis ha sido bastante vago, en los que ha utilizado el presidente para defender su actuación en los asuntos más controvertidos –reto soberanista en Cataluña, ley del aborto, guerra eléctrica… – lo ha sido todavía más. En el desafío secesionista, el titular es que no hay novedades: el presidente descarta una reforma constitucional –“No puedo disponer de la soberanía nacional” –, a pesar de que considera “puesto en razón” el llamamiento del rey Juan Carlos a actualizar “los acuerdos de convivencia”. Está satisfecho, además, con el acompañamiento del PSOE en la renovación del Consejo del Poder Judicial y en la política europea y tampoco pide más. Rajoy ve también “equilibrada” la nueva reforma del aborto planteada por el Gobierno, sin entrar en la polémica que ha suscitado dentro del PP.

El presidente no se mueve en el conflicto catalán, ve equilibrada la reforma del aborto y solo lleva la carga de haber subido impuestos y haber quitado una paga a los funcionarios

En el desencuentro desatado con las eléctricas por la subida del recibo de la luz – a partir de enero un 2,3% frente al 11% salido de la última subasta anulada –, el presidente tampoco entra en argumentos de fondo ni ve cuestionada la independencia de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), a pesar de la presión que ha recibido para alumbrar en pocos días un nuevo mecanismo de fijación de precios. Hay voces dentro del Gobierno que reconocen que la CNMC no solo se ha estrenado con un grave daño a su teórica independencia sino que ha sido utilizada por el Ejecutivo como una especie de oficina presupuestaria al uso. Para Rajoy, nada de eso ha ocurrido: “La CNMC es absolutamente independiente”, ha dictaminado hoy en La Moncloa.

"La CNMC es absolutamente independiente", afirma al explicar su papel en la guerra eléctrica

Y como coronación del balance, un único acto de contrición que no tiene retorno ya que en las mismas circunstancias, el presidente volvería a hacer lo mismo: las mayores penas con las que carga en estos dos años son las de haber subido los impuestos y haber suprimido la paga extra de los funcionarios sin que ninguna de las dos medidas figuraran en su programa electoral. ¿La mayor satisfacción? Haber conseguido cambiar la imagen que fuera se tenía de España, algo importante pero que influye poco en las urnas.

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